La prédica de Cristo a los espíritus antediluvianos

La prédica de Cristo a los espíritus antediluvianos

Si los muertos nada saben, ¿por qué el apóstol Pedro nos dice que Cristo predicó a los espíritus antediluvianos en 1 Pedro 3:18-20?
La enseñanza de la Biblia es muy clara y terminante respecto a la naturaleza del hombre durante la muerte. La hemos explicado en preguntas anteriores. Siendo que "los muertos nada saben" (Ecl. 9: 5), que en el mismo día de la muerte "perecen sus pensamientos" (Sal. 146:4) y que "no alabarán los muertos a Jah, ni cuantos desciendan al sepulcro" (Sal. 115:17), sería un absurdo pensar que Cristo predicara a los muertos que se encuentran en estado de inconsciencia. Analizando el texto encontramos la respuesta.
En el versículo 18 se nos dice que después de morir Jesús para nuestra salvación, fue "vivificado en espíritu". ¿A qué espíritu vivificador se pudo referir el apóstol Pedro? En Romanos 8: 11 encontramos la respuesta: "Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mor­tales por el Espíritu que mora en vosotros". Por esto queda claro
que Pedro se refería al Espíritu Santo que lo levantó de los muertos. Sigue diciendo en el versículo 19: "En aquel [o sea en la persona del Espíritu Santo] también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron". ¿Quién fue el instrumento del Espíritu Santo para predicar alos antediluvianos? "Noé, pregonero de justicia. .."(2 Ped. 2:5). El fue el que predicó el mensaje de salvación durante 120 años, y fue guiado para ello, como todos los profetas de Dios que "hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Ped. 1:21).
¿Por qué dice "espíritus encarcelados"? Sin duda se refería a los antediluvianos encarcelados en sus pecados. Los cristianos de aquellos tiempos solían referirse al pecador como a un ser "encar­celado". Jesús dijo: "La verdad os hará libres" (Juan 8: 32). El apóstol Pablo afirmó: "Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de justicia... Mas ahora habéis sido libertados del peca­do..." (Rom. 6:18,22). De manera que aquí el apóstol Pedro está usando una expresión apostólica común al referirse a los pecadores como encarcelados por el pecado.
¿Por qué dice entonces "espíritus" y no "personas"? La palabra pneuma que se traduce como "aliento", "soplo de vida", también en algunas ocasiones se la usa para referirse a personas. El apóstol Pablo se refirió a su persona como "mi espíritu" (1 Cor. 16:18) y a la persona de Timoteo, como "tu espíritu" (2 Tim. 4:22). Por lo tanto, nada tiene de particular que un apóstol hable de los "espíritus" al referirse a personas. Nótese además que elapóstol Pedro recuerda que esa prédica guiada por el Espíritu Santo se realizó "cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca" (1 Ped. 3: 20), pues no podría ser cuando ya no tenía ningún objeto predicar el Evangelio, cuando ya todos estaban perdidos.
Alguien podría pensar que queremos forzar una explicación, pero no es así. Lo único que hacemos es no contradecir la doctrina de las Escrituras sobre la naturaleza del hombre en la muene, la
que es terminante, y además atenernos al contexto bíblico, re­cordando expresiones propias de la época de los apóstoles. De lo contrario, además de esa contradicción resultante de la mala comprensión de estos textos, nos encontraríamos con que tendría­mos que aceptar el dogma del purgatorio que tampoco es bíblico, pero donde sí hubiera sido razonable, de acuerdo con el dogma, el predicar a los espíritus. En el infierno no correspondería tal prédica, pues allí, según la misma doctrina no bíblica, están los que ya no tienen salvación. Y además tendríamos que explicar la parcialidad de Jesús al hacer acepción de personas, dado que en esa supuesta visita a los muertos, solamente atendió a los antediluvianos y no a los demás.
La respuesta que ofrecemos concuerda con todas las enseñan­zas bíblicas, lo cual es importante, porque en la Santa Biblia no hay contradicción. También concuerda con expresiones apostó­licas utilizadas en aquel tiempo, y no nos obliga a aceptar un dogma totalmente anti bíblico como lo es el del purgatorio.

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