Las 2300 tardes y mañanas.


Una profecía muy significativa
Entre las profecías de la Biblia, se encuentran más de diez profecías matemáticas exactas. Ellas pueden ser consideradas como el reloj de Dios, pues señalan diversos acontecimientos con exactitud cronométrica.


En este tema, encontrará una de esas cadenas proféticas, de fascinantes revelaciones, ya que se nos muestra: El desarrollo de la historia, reinos que se levantan y se desploman, el año del bautismo y de la muerte de Cristo, el tiempo cuando sería restaurada la verdad, que fue echada por tierra por el anticristo, y el comienzo del tiempo del fin. ¡Una profecía que vale la pena conocer!

Daniel Capitulo 8 y el Continuo

En la primera parte de este capítulo, (Daniel 8: 3-9) tropezamos con una visión del profeta Daniel junto al río Ulai. Primero ve un carnero que tenía dos cuernos, de los cuales uno era más alto que el otro, y hería en diversas direcciones. Luego aparece un macho cabrío con un solo cuerno entre sus ojos, con gran velocidad, de modo que ni tocaba la tierra. Derribó al carnero y se engrandeció. Estando este cuerno en su mayor fuerza aquel gran cuerno fue quebrado y sucedieron cuatro en su lugar. Luego salió un "cuerno pequeño que creció mucho al sur, y al oriente y hacia la tierra gloriosa". Se Engrandeció hasta el ejército del cielo; y Echó por tierra parte del ejército y de las estrellas, y las Pisoteó. Se engrandeció contra el Jefe del ejército. Por él fue quitado el sacrificio continuo, y el lugar de su santuario fue derribado.

Por medio de la rebelión le fue entregado el ejército junto con el sacrificio continuo, y él arrojó por tierra la verdad; hizo cuanto quiso y fue prosperado. Y oí un santo que hablaba; y otro de los santos dijo á aquél que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora que pone el santuario y el ejército para ser hollados? Y él me dijo: Hasta dos mil y trescientos dias de tarde y mañana; y el santuario será purificado.(Daniel 8:10-14)
El versículo siguiente señala al profeta tratando de entender la visión es decir; Daniel no entendía lo que había observado en esta visión

“Sucedió que estando yo, Daniel, meditando en la Visión y procurando entenderla, he Aquí que alguien semejante a un hombre se puso de pie delante de Mí.” (Daniel 8:15)

El mismo que había enviado la visión; no dejaría en ignorancia a su amado profeta, todo lo contrario le revelaría el significado de la profecía

“Entonces Oí una voz de hombre en medio del Río Ulay, que Gritó diciendo: ¡Gabriel, explica a ése la Visión! Luego vino cerca de donde yo estaba. Y cuando Llegó, me atemoricé y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Comprende, hijo de hombre, porque la Visión es para el tiempo del fin. Mientras él hablaba conmigo, Caí adormecido en tierra, sobre mi rostro. Pero él me Tocó y me puso en pie, y me dijo: He Aquí que yo te mostraré lo que ha de venir al final de la Indignación, porque el final Será en el tiempo señalado.”(Daniel 8:16-19)

La interpretación es la siguiente: (Daniel 8:20-26)


El carnero representa "...los reyes de Media y de Persia." El hecho que hería con sus cuernos al poniente, norte y sur, muestra que sus conquistas se extendieron hacia Grecia, Asia menor (norte) y Egipto (al sur). Es interesante considerar que esta profecía fue dada en el año 550 a.C. cuando aún gobernaba Babilonia.

El macho cabrio: "...es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán, aunque no con la fuerza de él". Vers. 21-22.

El rey primero fue Alejandro Magno. "No tocaba el suelo" alude a su gran velocidad de conquista. En solamente 8 años se adueñó del mundo conocido de entonces. Sus dominios se extendieron hasta la India.

La profecía anunciaba que el cuerno que tenía en macho cabrio seria roto estando en su mayor fuerza es decir estando en todo su apogeo; y es a si como se cumple literalmente la profecía pues la historia nos evidencia que Alejandro murió estando en su mayor apogeo.

Los 4 Cuernos representan a sus 4 generales que ocuparon su trono, dividiéndose el reino en cuatro partes: Macedonia, Tracia, Siria-Babilonia y Egipto.

Del cuerno pequeño dice: "...que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa..." "Aún se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra... y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso y prosperó". "...destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos." Vers. 9-12, 23-25.

Este cuerno que creció mucho, se refiere a Roma en su doble aspecto: la Roma pagana y la Roma cristiana.

Creció mucho: sus conquistas se extendieron: Al oriente hacia Grecia y Asia. Al sur, África, Cartago y Egipto. La tierra gloriosa se refiere a Palestina.

La Roma cristiana o papal es la continuación de la Roma pagana de los césares. Se cumplió lo siguiente: Destruirá a los santos (vers. 24) Nos habla de la Inquisición, en la que murieron millones de personas por no compartir la religión oficial.

Por él fue quitado el continuo sacrificio (vers. 11). Por medio de Cristo somos justificados, pues Él intercede por nosotros, pero la iglesia habla de una serie de mediadores humanos. Con la institución de la misa y otras practicas, en la que el sacerdote se convierte en un intercesor y la enseñanza de la justificación por obras, ha desplazado a Jesucristo, a su palabra y su Espíritu.

Echó por tierra la verdad e hizo cuanto quiso, y prosperó: Cambió la ley de Dios; instituyó el domingo en lugar del sábado de la Biblia e introdujo mandamientos humanos.

Es extraño leer que después de la impecable explicación que le proporciona el ángel a Daniel; el profeta termina diciendo: “Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía. (Daniel 8:27)”

Quedan dos preguntas que resolver:
1.- ¿Por que después de la explicación de la visión, Daniel queda espantado?
2.- ¿Por qué dice; No entendía la visión si el ángel siguiendo el mandato de Dios ya se lo había explicado?
Para hallar una respuesta a estas cuestiones; primero debemos entender una de las claves para la interpretación profética, es considerar cada día por un año. "...día por año te lo he dado" (Ezequiel 4:6; Números 14:34), de modo que cuando la profecía se refiere a 2300 días; se trata en verdad de 2300 años en el sentido profético.

Como podemos darnos cuenta; El ángel explica a Daniel el significado de las bestias y el significado de los cuernos y de aquel cuerno que saldría y pisotearía la verdad y al pueblo de Dios, pero no la parte de la visión que se refería al factor tiempo es a saber las 2.300 tardes y mañanas, al no comprenderlo, se preocupa hasta enfermarse. Vers. 26-27.

Pero ¿por qué queda espantado?
Para entender esto en toda su claridad volvamos unos años atrás en el tiempo aproximadamente al año 627 a.CIsaías vivió y profetizo cien años antes del cautiverio en Babilonia; Jeremías profetizo poco antes de los tres asedios de que fue víctima Judá, e incluso durante los mismos. Entre esos dos grandes profetas hubo un periodo de treinta años durante el cual Dios no hablo. Los profetas verdaderos guardaban silencio, mientras que los profetas falsos se mostraban extremadamente locuaces, proclamando la paz más bien que el juicio de Dios, y eso le encanto al pueblo. Eran los días del reinado de Manases, periodo que se distinguió por la blasfemia y el derramamiento de sangre.


Jeremías nació en esa época, su ministerio profético, sin embargo, no comenzó hasta aproximadamente el año 627 a.C., coincidiendo con el inicio del reinado de Nabupolasar sobre el imperio neobabilónico. Josías sucedió a Manases en el trono de Judá. Durante su reinado hubo un avivamiento, cuando se hallo la Palabra del Señor en la casa de Dios y Josías convoco al pueblo al arrepentimiento.

En el año 612 a.C. Nínive, capital de Asiría, cayo en manos de los babilonios. En el 605 a.C., al dirigirse el faraón Necao II de Egipto a Carquemis para entablar guerra contra los babilonios, el rey Josías le cerró al paso en los llanos de Meguido. Necao advirtió a Josías que desistiera de su intento, pero Josías insistió en presentar batalla, y en su insistencia perdió la vida (2Cr 35:20-27). Eso significo el fin del avivamiento en Judá. Muy pronto este reino cayo en la prostitución, a la manera de Israel, su reino hermano. Egipto fue derrotado en Carquemis por Babilonia, con lo que Babilonia se consolido como la potencia mundial predominante de aquella época, convirtiéndose en la vara con la que Dios castigo a Judá, su esposa adultera. Ante esos hechos el profeta Jeremías lloró.

El profeta Jeremías vivió un una época triste en la historia del pueblo hebreo. Durante esta época, el pueblo del reino del sur, o Judá, fue llevado por Nabucodonosor a la cautividad en Babilonia, aunque Jeremías quedó en Jerusalén. Él escribió con autoridad en cuanto a la seguridad del juicio de Dios sobre un pueblo pecaminoso como también de la grandeza del amor divino.

Dice "Porque esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Conforme se cumplan setenta años en Babilonia yo dirigiré mi atención a ustedes, y ciertamente estableceré para con ustedes mi buena palabra trayéndolos de vuelta a este lugar’." (Jer 25:10)

El pueblo judío atrajo sobre si un gran castigo, fue despojado de sus tierras, destruidos sus palacios, su santuario y sus muros fueron echados abajo; y muchos fueron llevados en cautividad a la ciudad majestuosa de Babilonia; Pero no era el propósito de Jehová exterminar para siempre a su pueblo. Así como con seguridad llego hacia ellos su juicio, nuestro padre amante les prometió su liberación y traerlos de regreso a casa después de 70 años.

Los babilonios habían confiscado algunos de los útiles del templo sagrado de Dios y ahora se disponían a llevárselos de regreso a Babilonia con el fin de colocarlos en el templo del dios falso de Babilonia, llamado "Bel." El Rey Nabucodonosor había ordenado que llevasen a Babilonia a algunos de los jóvenes que eran miembros de las familias reales y de la nobleza. Quería jóvenes que disfrutasen de buena salud, que fuesen inteligentes y atractivos y Daniel se encontraba entre ese grupo que habían sido llevados.

Habían estado caminando durante varios días, de modo que Daniel había perdido la cuenta de cuántas semanas habían pasado. Cada día era lo mismo, se levantaban por la mañana temprano, les alimentaban con pan y agua para desayunar y se enfrentaban con un largo día de marcha bajo el tórrido sol. Muchos de los cautivos perdían el conocimiento y otros estaban demasiado débiles como para andar, de manera que los tenían que llevar. Unos pocos de los cautivos habían muerto a causa de la dureza del viaje. No viajaban directamente en dirección este hacia Babilonia desde Jerusalén, debido a que el viaje hubiese resultado imposible cruzando el desierto. En lugar de ello, fueron en dirección norte a lo largo del creciente fértil y luego hacia el sur a lo largo del Río Eufrates. Esta era la misma ruta que había seguido Abraham para llegar a la tierra prometida varios años antes. Ahora estaban llevando a Daniel de regreso a la tierra de Abraham.
A Daniel no le sorprendió que los babilonios se hubiesen apoderado de la ciudad de Jerusalén. El profeta Jeremías y otros habían advertido repetidamente a la nación que si no se arrepentían, Dios les entregaría a sus enemigos. Los tres amigos de Daniel, Ananás, Misael y Azarías, fueron también llevados de Jerusalén.

Después de un viaje de 500 millas, llegaron a Babilonia y al entrar en la ciudad, pasaron por la puerta Ishtar, una doble puerta que pasaba por la doble muralla que servía de fortaleza. Las murallas estaban cubiertas de adornos de flores, figuras geométricas y animales de tamaño real, como toros, leones y dragones. Una vez que se encontraron en el interior, tras pasar por esta magnifica puerta, siguieron adelante por un camino de piedra hasta llegar al centro de la ciudad. Las murallas a lo largo del camino estaban cubiertas de ladrillos de esmalte, decorados con leones de tamaño real. Daniel vio en la distancia los famosos Jardines Colgantes de Babilonia. Estos jardines estaban apoyados por terrazas elevadas en el aire y formaban una montaña, de creación humana, que daba una gran belleza además de hacer que la ciudad estuviese más fresca.



Desde el capitulo primero del libro de Daniel encontramos a un joven dispuesto a servir a su Dios a consta de perder la vida, su profunda firmeza y fe en su creador lo llevo a sitiales muy altos; este joven judío que con el paso del tiempo se convirtió en el primer ministro del imperio Babilónico, albergaba la esperanza al igual que muchos cautivos judíos de ser liberado al fin de los 70 años según la promesa se Dios.

Daniel anhelaba ver la reconstrucción de su ciudad Jerusalén, de sus muros, de su santo santuario, volver ante el altar del sacrificio y llevar ofrendas que suban en olor grato a su gran Dios.

Pero ahora encontramos a un Daniel espantado, inquieto por entender ¿Por qué se le reveló que su ciudad y su santuario al cual deseaba ver libre seria pisoteado por un poder blasfemo? ¿Por que Dios cambio de decisión? ¿No eran solo 70 años de cautividad; por que el ángel dijo que seria 2300 años? Es claro notar que al principio del capitulo 9 del libro de Daniel, 13 años después de haber recibido la visión del capitulo 8; en el siguiente capitulo encontramos a un Daniel inquieto por entender los 70 años de cautividad de su pueblo.

En el primer año de Darío hijo de Asuero, del linaje de los medos, el cual llegó a ser rey sobre el reino de los caldeos; en el primer año de su reinado, yo, Daniel, entendí de los libros que, según la palabra de Jehovah dada al profeta Jeremías, el número de los años que habría de durar la desolación de Jerusalén sería setenta años.(Daniel 9:1,2)

Aunque estaba ocupado con los asuntos del Estado, el profeta no dejó de estudiar la Palabra de Dios. Evidentemente Daniel estaba perplejo sobre cómo relacionar lo que le había sido revelado en la visión del capitulo 8, con los acontecimientos del futuro inmediato: el retorno de los judíos al final de los 70 años (Jer. 29: 10). Ese período casi había terminado. No es de extrañarse que la atención de Daniel se hubiera fijado en esa profecía concerniente al tiempo. Estaba ansioso de que el Señor no demorara la liberación de su pueblo cautivo pero no “entendía” (Daniel 8.27) por que ahora ese periodo se estaba extendiendo a 2300 años

Aunque el Señor había prometido la liberación de su pueblo en el tiempo designado, Daniel conocía la naturaleza condicional de muchas de las promesas de Dios (Jer. 18: 7-10). Temiendo que la impenitencia de su pueblo pudiese postergar el cumplimiento de la promesa de liberación. Además, la visión de Dan. 8 predecía una desolación adicional para el santuario y para la ciudad; El profeta quedo profundamente perplejo al pensar que el pecado tan grande de su pueblo estaba atrayendo hacia ellos un castigo a un peor que el primero ¿será, pensaba el profeta que tenemos tantas faltas ante Dios, que el castigo se extenderá sobre manera?

Daniel al advertir peligro a causa del pecado de su pueblo, apela a las promesas de liberación que se encuentran registrado en el libro de Jeremías


Me invocaréis y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis cuando me solicitéis de todo corazón; me dejaré encontrar de vosotros…devolveré vuestros cautivos, os recogeré de todas las naciones y lugares a donde os arrojé y os haré tornar al sitio de donde os hice que fueseis desterrados. (Jeremías 29: 10-14).

¡Qué hermosas palabras! Qué promesas más consoladoras ¡Qué maravillosa revelación del amor de Dios!

La Oración de Daniel

"Cuando me solicitéis de todo corazón; me dejaré encontrar de vosotros”.

Por eso Daniel oró. Su oración abarca la mayor parte del capítulo 9. ¡Y qué oración! Como lo dice Norman Porteus, "Si así oraban en verdad los hombres de aquel tiempo, podemos comprender cómo fue posible que los fieles judíos pasaran por las tormentas y las tensiones" de su época.

Daniel tiene que haberse alegrado cuando vio que Gabriel llegaba cuando él todavía estaba orando.
Todos queremos que nuestras oraciones reciban respuesta; por eso, antes de analizar lo que Gabriel le dijo a Daniel, veamos qué podemos aprender acerca de esta oración que Dios respondió de manera tan notable. No hay duda de que el Cielo la preservó para nosotros con el fin de que la estudiáramos con este propósito.

En esta oración el profeta hizo a lo menos seis cosas que merecen les prestemos atención.

l. Oró con muchísimo fervor.
2. Dependió de la justicia de Dios, no de la suya.
3. Usó las Escrituras.
4. Confesó sus propios pecados y los de su pueblo.
5. Procuró la gloria de Dios y la de su santuario.
6. Reclamó el cumplimiento de las promesas de Dios.

Como toda comunicación humana, la oración eficaz implica a la vez palabras y actitudes. "Tomad con vosotros palabras, y volved a Yahvéh", se nos dice en Óseas 14: 3. "Me buscaréis... de todo corazón", añade Jeremías 29: 13.

En armonía con la costumbre de sus días, Daniel subrayó los profundos anhelos de su alma no sólo mediante la elección de palabras apropiadas sino también con "ayuno" y con "saco y ceniza" (Daniel 9: 3). Este saco era una tela basta, hecha con pelos de camello y de cabra. Se lo usaba en momentos de mucho pesar o de profunda conmoción espiritual (véase, por ejemplo, 2 Samuel 3: 31 y 2 Reyes 19: 1, 2). Burdo y sin atractivos, el saco expresaba la profunda humildad de la persona. El cubrirse el rostro acentuaba el sentimiento de la propia humillación.

El ayuno de Daniel sugiere que su oración, tal como aparece en el capítulo 9, debe de ser un resumen de las oraciones que ofreció durante bastante tiempo. En Daniel 10: 2, 3 se menciona otro ayuno que Daniel observó un par de años más tarde y que duró tres semanas.

Nada indica que Daniel creía que su ayuno, su saco y sus cenizas le podían añadir méritos. Le ayudaban a expresar su fervor y sin duda lo profundizaban. Pero no llamó la atención del Señor hacia esas cosas. Dijo: "No nos apoyamos en nuestras obras justas para derramar ante ti nuestras súplicas, sino en tus grandes misericordias" (Daniel 9: 18).

Santiago 5:16 dice que "la oración ferviente del justo tiene mucho poder"; pero San Pablo nos recuerda: "No hay quién sea justo, ni siquiera uno solo" (Romanos 3: 10). ¿Qué podemos hacer entonces? Lo que hizo Daniel. Acudamos a Dios con nuestra pecaminosidad. No podemos hacerlo de otra manera. Confesemos que somos pecadores y pidámosle a Dios que nos escuche sobre la base de su misericordia y su justicia. Jesús nos invita a que acudamos en su nombre ( Juan 14: 13, 14).

Es notable ver que la idea principal en la oración de Daniel es la restauración de su ciudad y del santuario Judío y en el versículo 19 añade “no tardes” como ansioso de que la liberación prometida no se postergue más de 70 años.

La Oracion de Daniel Y el Angel

Después de una ferviente oración en la que Daniel se humilla ante Dios, llega la respuesta. (Daniel 9:20-23) la explicación detallada de los 2.300 años mencionados en el capítulo anterior.

El ángel había sido enviado a Daniel con el objeto expreso de que le explicara el punto que no había logrado comprender en la visión del capítulo octavo, el dato relativo al tiempo: "Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario." Después de mandar a Daniel que "entienda" "la palabra" y que alcance inteligencia de "la visión," las primeras palabras del ángel son: "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad.

La palabra traducida aquí por "determinadas," significa literalmente "descontadas." El ángel declara que setenta semanas, que representaban 490 años, debían ser descontadas por pertenecer especialmente a los judíos. ¿Pero de dónde fueron descontadas? Como los 2.300 días son el único período de tiempo mencionado en el capítulo octavo, deben constituir el período del que fueron descontadas las setenta semanas; las setenta semanas deben por consiguiente formar parte de los 2.300 días, y ambos períodos deben comenzar juntos. El ángel declaró que las setenta semanas datan del momento en que salió el edicto para reedificar a Jerusalén. Si se puede encontrar la fecha de aquel edicto, queda fijado el punto de partida del gran período de los 2.300 días.



Ese decreto se encuentra en el capítulo séptimo de Esdras. (Vers. 12 - 26.) Fue expedido en su forma más completa por Artajerjes, rey de Persia, en el año 457 antes de J. C. Pero en Esdras 6:14 se dice que la casa del Señor fue edificada en Jerusalén "por mandamiento de Ciro, y de Darío y de Artajerjes rey de Persia." Estos tres reyes, al expedir el decreto y al confirmarlo y completarlo, lo pusieron en la condición requerida por la profecía para que marcase el principio de los 2.300 años. Tomando el año 457 antes de J. C. en que el decreto fue completado, como fecha de la orden, se comprobó que cada especificación de la profecía referente a las setenta semanas se había cumplido.

"Desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas" es decir sesenta y nueve semanas, o sea 483 años. El decreto de Artajerjes fue puesto en vigencia en el otoño del año 457 antes de J. C. Partiendo de esta fecha, los 483 años alcanzan al otoño del año 27 de J. C. (ver diagrama) Entonces fue cuando esta profecía se cumplió. La palabra "Mesías" significa "el Ungido." En el otoño del año 27 de J. C., Cristo fue bautizado por Juan y recibió la unción del Espíritu Santo.

El apóstol Pedro testifica que "a Jesús de Nazaret: . . . Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder." (Hechos 10: 38, V.M.) Y el mismo Salvador declara: "El Espíritu del Señor está sobre mí; por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres." Después de su bautismo, Jesús volvió a Galilea, "predicando el evangelio de Dios, y diciendo: Se ha cumplido el tiempo." (S. Lucas 4:18; S. Marcos 1: 14, 15, V.M.)

"Y en otra semana confirmará el pacto a muchos." La semana de la cual se habla aquí es la última de las setenta. Son los siete últimos años del período concedido especialmente a los judíos. Durante ese plazo, que se extendió del año 27 al año 34 de J. C., Cristo, primero en persona y luego por intermedio de sus discípulos, presentó la invitación del Evangelio especialmente a los judíos. Cuando los apóstoles salieron para proclamar las buenas nuevas del reino, las instrucciones del Salvador fueron: "Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis." (S. Mateo 10: 5, 6.)"A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda." En el año 31 de J. C., tres años y medio después de su bautismo, nuestro Señor fue crucificado. Con el gran sacrificio ofrecido en el Calvario, terminó aquel sistema de ofrendas que durante cuatro mil años había prefigurado al Cordero de Dios. El tipo se encontró con el antitipo, y todos los sacrificios y oblaciones del sistema ceremonial debían cesar.


Las setenta semanas, o 490 años concedidos a los judíos, terminaron, como lo vimos, en el año 34 después de J. C. En dicha fecha, por auto del Sanedrín judaico, la nación selló su rechazo del Evangelio con el martirio de Esteban y la persecución de los discípulos de Cristo. Entonces el mensaje de salvación, no estando más reservado exclusivamente para el pueblo elegido, fue dado al mundo. Los discípulos, obligados por la persecución a huir de Jerusalén, "andaban por todas partes, predicando la Palabra." "Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les proclamó el Cristo." Pedro, guiado por Dios, dio a conocer el Evangelio al centurión de Cesarea, el piadoso Cornelio; el ardiente Pablo, ganado a la fe de Cristo fue comisionado para llevar las alegres nuevas "lejos… a los gentiles." (Hechos 8: 4, 5; 22: 21, V.M.)

"HASTA DOS MIL Y TRESCIENTOS DÍAS (O AÑOS); Y EL SANTUARIO SERÁ PURIFICADO."

1. La orden de Artajerjes, rey de Persia, para restaurar y reedificar Jerusalén, fue dada en 457 antes de J.C. (Daniel 9:25; Esdras 6:1, 6-12.)

2. La reconstrucción y restauración de Jerusalén se terminó al fin de los primeros 49 años de la profecía de Daniel. (Daniel 9:25.)

3. Jesús fue ungido del Espíritu Santo en ocasión de su bautismo. (S. Mateo 3:16; Hechos 10:38.) De 457 antes de J.C. hasta el Ungido hubo 483 años.

4. El Mesías Príncipe fue cortado a la mitad de la semana, cuando fue crucificado, en el año 31 de nuestra era. (Daniel 9:27; S. Mateo 27:50,51.)

5. Desde la muerte de Esteban, el Evangelio fue a los gentiles. (Daniel 9:24; Hechos 7:54-56; 8:1.) De 457 al tiempo de los gentiles: 490 años.

6. Al fin de los 2.300 años, el 22 de octubre de 1844, se inicia la purificación del santuario celestial, o sea la hora del juicio. (Daniel 8:14; Apocalipsis 14:7.)

Hasta aquí cada uno de los detalles de las profecías se ha cumplido de una manera sorprendente, y el principio de las setenta semanas queda establecido irrefutablemente en el año 457 antes de J.C. y su fin en el año 34 de J.C. Partiendo de esta fecha no es difícil encontrar el término de los 2.300 días. Las setenta semanas -490 días- descontadas de los 2.300 días, quedaban 1810 días. Concluidos los 490 días, quedaban aún por cumplirse los 1810 días. Contando desde 34 de J.C., los 1810 años alcanzan al año 1844. Por consiguiente los 2.300 días de Daniel 8:14 terminaron en 1844. Al fin de este gran período profético, según el testimonio del ángel de Dios, "el santuario" debía ser "purificado." De este modo la fecha de la purificación del santuario quedó definitivamente establecida.


Conclusion

Con el nombre de "shekinah" resplandecía sobre el arca del pacto como un símbolo de la presencia de Dios, era un momento solemne cuando el sumo sacerdote descorría el velo interior y comparecía ante la presencia del Señor. En ningún otro día del año se proclamaba el Evangelio tan plenamente durante el desarrollo de la liturgia del templo. El día de la expiación comenzaba, como cualquier otro día, con el sacrificio del cordero que simbolizaba al Cordero de Dios. Como en todo otro día, el "pan de la presencia" que estaba en el lugar santo representaba a Jesús, el Pan de la vida (S. Juan 6: 35). La lámpara de siete brazos era un símil de Jesús, la Luz del mundo (S. Juan 8: 12). Y los sacerdotes representaban a Cristo, en su ministerio celestial. Pero, además de todos estos detalles regulares, en el Día de la Expiación la sangre, que representaba a la de Cristo, se aplicaba directamente, en presencia de Dios, al arca que contenía los Diez Mandamientos. Esta sangre desempeñaba el papel de símbolo impresionante del precio que costaron nuestros pecados y que Jesús estuvo dispuesto a pagar. La sangre se aplicaba específicamente a la tapa de oro del arca, al "propiciatorio" ("trono" o "asiento de la gracia" en otras versiones). Dios mismo proveía el lugar, en su presencia, donde los pecados podían ser perdonados.

El hecho de que en el Día de la Expiación el sumo sacerdote comparecía ante el Señor para expiar el pecado, pone en evidencia la naturaleza personal de éste y de su expiación. Cuando pecamos, lo hacemos contra Dios. Cuando buscamos el perdón, lo hacemos por medio de su Hijo. Por fe comparecemos, junto con el Hijo, ante el Altísimo. Y cuando lo hacemos, descubrimos que el Padre celestial nos estaba esperando para recibimos. Ya había preparado un "propiciatorio", un medio de gracia.

El Día de la Expiación proporcionaba evidencias convincentes de que Dios no es un tirano. Aborrece el pecado, pero ama a los pecadores y anhela llevamos al arrepentimiento para poder perdonamos. San Pablo escribió en 2 Corintios 5: 19:

"Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo". La palabra "reconciliación" es sinónimo de "expiación". En el día de la expiación Dios se manifestaba como Alguien ocupado en reconciliar gente consigo mismo.

Habiendo asperjado la sangre en el lugar santísimo, el sumo sacerdote salía del santuario, y por el camino asperjaba algo de la sangre sobre el altar de oro del lugar santo y sobre el altar de los holocaustos en el atrio o patio. Durante el año ambos altares habían recibido la sangre que representaba los pecados confesados.

Las trompetas del Rosh Hashanah (Año Nuevo), anunciaban la proximidad del Día de Expiación/Juicio.

De ese modo, dice la Escritura, acababa "la expiación del santuario (es decir, del lugar santísimo), de la Tienda de Reunión (en otras palabras, el santuario en su conjunto) y del altar" (Levítico 16: 20).

Después de terminar la expiación de todo el santuario, el sumo sacerdote ponía sus manos sobre el macho cabrío vivo, que era conducido a continuación a un lugar deshabitado en el desierto donde se lo dejaba para que desapareciera.

Es muy importante que sepamos que se esperaba que el pueblo de Israel estuviera profundamente implicado en el significado religioso del Día de la Expiación.

Para alertar a los israelitas con respecto al gran día que tenían por delante, los sacerdotes los convocaban a una sagrada reunión que se celebraba el primer día del séptimo mes (Rosh Hashanah, año nuevo), y lo hacían tocando unas trompetas de plata largas y rectas (Levítico 23: 23-25; Números 10: 1-10). Parece que siempre se las tocaba de a dos. Al ascender su melodioso sonido, con la transparencia de un rayo de sol, por sobre el ruido de la gente, los niños sin duda deben de haber corrido rumbo a casa para decir en alta voz: "¡Las trompetas están sonando; escuchen todos!"

Seguían nueve días de preparación. El Día de la Expiación, el décimo del séptimo mes, podía caer en cualquier día de la semana. Pero no importa en qué día cayera, ese día era un sábado santo (Levítico 23: 26-32). Pero mientras el sábado era un día de felicidad (Isaías 58: 13, 14), en el Día de la Expiación la gente tenía que "afligirse". Tenían que dedicarse a un profundo examen de conciencia.

El propósito del Día de la Expiación era la eliminación del pecado, ceremonialmente, del santuario y en la realidad del corazón de la gente. Por medio de Moisés Dios les dijo a los israelitas que el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo no solamente para hacer "la expiación del santuario sagrado" sino también para hacer "expiación por vosotros, para purificarlos", de manera que "de todos vuestros pecados quedaréis limpios delante de Yahvéh" (véase Levítico 16: 30-33).

En Levítico 16: 29 y 30 se determina que esta eliminación del pecado era la razón por la cual tenían que afligirse. Tenían que hacerlo porque la expiación se estaba llevando a cabo en su favor.
Se enseñaba con toda claridad que la expiación no beneficiaria al que no se afligiera. El Día de la Expiación no tenía nada de mágico ni fomentaba la superstición. Se le enseñaba a la gente que "el que no ayune [no se aflija] ese día será exterminado de entre su pueblo" (Levítico 23: 29). Para que resultara más dramático todavía. Dios añadió: "Al que haga en tal día un trabajo cualquiera (es decir, cualquiera que no lo considerara un sábado solemne y sagrado}, yo le haré perecer de en medio de su pueblo" (versículo 30).



Era un día de reconciliación. Dios lo había señalado; El diseñó el propiciatorio, consagró al sumo sacerdote y proveyó la sangre expiatoria. El requisito de la aflicción era al principio totalmente espiritual. Se esperaba que la gente observara el Día de la Expiación como una ocasión para adorar a Dios. Orar fervientemente, confesar sus pecados y enmendar sus errores. Tenían que afligir sus almas para examinar sus conciencias y sus motivos. Con el fin de ver si eran realmente sinceros en su devoción.

Día de expiación/día de juicio.

El hecho de que la persona que no quisiera tomar en serio el Día de la Expiación "perecería" o sería "exterminada", en el sentido de eliminada, implica que el Día de la Expiación también era un día de juicio. Cualquier israelita que rehusara participar seriamente de la promesa espiritual de ese día, debía ser examinado por los ancianos (dirigentes), sometido a juicio, sentenciado y castigado.

Los rabinos judíos hace mucho que han descrito ese día como un día de juicio. En efecto, la tradición judía ha extendido el concepto de juicio para abarcar con él el primer día del mes (Rosh hashanah), e incluso todos los demás días intermedios, con el concepto de que la sentencia final se pronuncia en el Yom Kippur. "La idea de un día universal de juicio -dice The Universal Jewish Encyclopedia [La enciclopedia judía universal] , domina ese período de diez días de penitencia y se expresa particularmente en la oración denominada Unethanneh Tokef que se eleva en el Yom Kippur" .

Puesto que el Día de la Expiación era un día de juicio, inmediatamente descubrimos que la purificación del santuario de Daniel 8: 14 es extraordinariamente paralela a la escena del juicio de Daniel 7 y a la caída de la piedra sobrenatural de Daniel 2. Estamos sobre terreno firme. El descubrimiento de estos paralelismos es una de las claves para comprender el libro de Daniel.

El juicio de Daniel 7 se puede comparar con facilidad con la entrada de Cristo como sumo sacerdote en el lugar santísimo del día celestial de expiación y juicio:
Se aderezaron unos tronos [simbolizados por el arca del lugar santísimo] y un Anciano [Dios el Padre] se sentó [en el "propiciatorio" del cielo] miríadas de miríadas en pie delante de él [los ángeles. representados en la Tienda de Reunión por los querubines que estaban encima del arca]; el juicio abrió sesión [el día de expiación del cielo] y se abrieron los libros.

Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: y he aquí que en las nubes del cielo venía [cuando Jesús pasó al "lugar santísimo" del cielo, como el sumo sacerdote terrenal en el Día de la Expiación]

Como un Hijo de hombre [Jesús, nuestro sumo sacerdote celestial]. Se dirigió hacia el Anciano.
A él se le dio imperio, honor y reino. [Al final de este juicio celestial.
Cristo recibirá un reino que será poblado totalmente por "santos" que habrán sido plenamente purificados del pecado y que habrán decidido reconciliarse con Dios y los hombres (Daniel 7: 9-14).

Aquí consideramos la purificación del santuario, no sólo como se ve en el televisor portátil del tabernáculo o Tienda de Reunión del Antiguo Testamento, sino en la pantalla mucho más amplia de lo infinito y' la eternidad. La purificación del santuario terrenal era sólo una "sombra" (Hebreos 8: 5) de algo mucho más trascendente. Como lugar, el santuario celestial es lo suficientemente glorioso como para ser el trono de la Deidad, y suficientemente amplio como para dar cabida a millones de ángeles. Se lo purifica, no con la sangre de toros y machos cabríos, sino con la vida, la muerte y la sangre de Jesús.

¿Se puede "purificar" el cielo? ¿Podemos realmente concebir una purificación del santuario celestial? ¿Puede haber algo en el cielo que necesite purificación?

En Hebreos 9: 23 la respuesta es sí. "Es necesario, por una parte, que las figuras de las realidades celestiales sean purificadas de esa manera; por otra parte, que también lo sean las realidades celestiales, pero con víctimas más excelentes que aquéllas"

Pronto Termina El Tiempo de Gracia

Jesús arrojará el incensario (Apocalipsis 8:5) y ya no habrá intercesor. Él exclamará: "El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el santo santifíquese todavía." Apocalipsis 22:11.

Nuestras palabras, hechos y hasta los motivos son juzgados. ¡No existe una segunda oportunidad para los que no se arrepienten hoy! (Jeremías 2:22).

¡En este momento se puede estar decidiendo su destino! La norma del juicio será la ley de Dios. Jesús está ansioso por Justificarnos, declararnos salvos por sus méritos. Pero hay sólo un camino: entregarnos a Él. ¿Lo contratarás hoy como tu abogado y defensor dándole tu corazón?

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