¿Deben ser solteros los sacerdotes?



1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,3 prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. (l. era de Timoteo 4: 1-3).

En este pasaje podemos ver que el apóstol Pablo profetizó que muchos se apartarían de la verdadera fe. Declaró que esto sucedería en «tiempos posteriores», es decir, tiempos venideros a la época en la cual él escribía. Esta separación no sucedería en un solo tiempo, sino en distintos tiempos (plural). Poco a poco, los hombres caerán en apostasía, separándose de la verdadera fe y escuchando «doctrinas de demonios».

Estas doctrinas de demonios son las enseñanzas de los misterios paganos (es evidente que Satanás y sus demonios estaban detrás de estas enseñanzas paganas -los misterios- porque éstas contenían mucha similitud con la verdad y podían falsificarla fácilmente). En el pasaje anterior, se hace especial mención a una de estas doctrinas paganas, la doctrina de «prohibir casarse». ¿Pero qué era esta doctrina y a quiénes se aplicó?

Al estudiar este tema, hallamos que la doctrina pagana de «prohibir casarse» no se aplicó a todos.

Esta era una doctrina traída de los viejos tiempos, relacionada con los sacerdotes de los ministerios, ¡la religión de Babilonia! Sí, tiempos atrás en los días de Babilonia, dentro de las doctrinas de demonios que se tenían, estaba la doctrina del celibato sacerdotal. Estos sacerdotes solteros eran miembros de un alto orden sacerdotal de la reina Semíramis quien los ligó a una vida de celibato, a pesar de que Semíramis era adúltera e inmoral. «Aunque parezca extraño -dice Hislop-, la voz de la antigüedad atribuye a la reina viuda la invención del celibato clerical y esto en su forma más estricta.»

Desde Babilonia, esta doctrina del sacerdocio sol- tero se propagó a otras naciones, como es evidente, por el celibato sacerdotal de las religiones orientales en el Tíbet (China), Japón y otros países. Sin embargo, algunas naciones aunque aceptaron otras partes del misterio religioso, no siempre apoyaban la regla del celibato, como en Egipto, donde se les permitía a los sacerdotes casarse. Pero cuando los misterios llegaron a Roma en tiempos precristianos, ¡la regla del celibato babilónico fue observada estrictamente!

«Todo estudioso sabe -dice Hislop- que cuando el culto a Cibeles, la diosa babilónica, fue introducido en la Roma pagana, éste se estableció en su forma primitiva, con su clero célibe.» Y así esta doctrina diabólica y peligrosa para el buen crédito de la propia religión, fue establecida en la Roma pagana.

La supuesta pureza dentro del celibato sacerdotal nunca ha sido una realidad. Así era ya en el celibato de los sacerdotes de la Roma pagana. Tan malas eran sus consecuencias, que el Senado romano se vio obligado a poner mano y expulsarles una y otra vez.

Pero al llegar los días de la separación de la verdadera fe, a pesar de los corrompidos frutos que esta regla del celibato había producido en la Roma pagana, la doctrina de «prohibir casarse» vino a ser parte de la Roma papal. La Iglesia Católica Romana la impuso en contra de la costumbre de las congregaciones cristianas de los primeros siglos, cuyos pastores u obispos solían ser casados y no formaban ninguna clase especial. Esta imitación del paganismo demuestra una influencia directa del clericalismo pagano dentro del Cristianismo. Al adoptar esta doctrina la Iglesia Romana voluntariamente renunció a las enseñanzas de la Biblia que no declara como ley, ni exige que los ministros del evangelio deben ser solteros.

Los ministros del Nuevo Testamento, incluyendo a los apóstoles, eran casados (l. era de Cor. 9: 5). La Biblia dice: «Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer» (l. era de Timoteo 3:2).

Satanás, que conoce bien la naturaleza humana, sabía que del mismo modo que existió la corrupción entre el sacerdote célibe de la Roma pagana, se produciría de igual modo entre los sacerdotes de la Roma papal.

Por ejemplo, cuando el papa Pablo V trató de clausurar los burdeles en la Ciudad Santa, el Senado romano votó en contra de dicha intención, dando como motivo que la existencia de estos sitios era el único medio para evitar que los sacerdotes sedujeran a sus esposas e hijas.

En la Edad Media, Roma era una «Ciudad Santa» sólo de nombre. Hay estadísticas que estiman que habían cerca de 6.000 prostitutas en esta ciudad que tenía una población de 100.000 habitantes. Los historiadores nos dicen que «todos los eclesiásticos tenían una moza y todos los conventos de la capital eran casas de mala fama». Una fuente en Roma que está situada cerca de un convento, fue removida por orden del papa Gregorio y en el fondo de ésta se encontraron multitud de esqueletos de niños. Cuando los terrenos del convento de Neinberg (Austria), fueron explorados, ¡se encontraron los mismos resultados que produjo la costumbre del celibato! Lo mismo pasó cuando se inspeccionaron los jardines y subterráneos de los conventos de Italia.

El cardenal Pedro d'Ailly dijo que no se atrevía a describir la inmoralidad de los conventos y que el «tomar los hábitos» era simplemente otra forma de hacerse una prostituta pública. Los apetitos sexuales de quienes habían hecho voto de castidad eran tan horribles en el siglo IX que «san» Teodoro Studita prohibió hasta la presencia de animales hembras en propiedades monásticas.

En el año 1477, se llevaron a cabo bailes nocturnos y orgías en el claustro católico de Kercheim, los cuales están descritos en la historia como mucho peores que los que se pueden ver en las casas de prostitución.

Los sacerdotes llegaron a ser conocidos como los esposos de todas las mujeres. En Alemania, un obispo católico comenzó a cobrar a los sacerdotes de su distrito un impuesto por cada mujer que mantenían y por cada hijo que tuvieran. ¡ Pronto descubrió que habían once mil mujeres sostenidas por el clero de la parroquia! Alberto El Magnífico, arzobispo de Hamburgo, exhortó a su clero: Si non caste, tamen caute ( «Si no pueden ser castos, al menos sean cautos»).

Aunque es verdad que han habido muchos casos de ministros casados -de varias iglesias y religiones- que han caído en inmoralidad, estos casos son la excepción, y no la regla. Pero en el caso del sacerdocio célibe de la Roma papal, especialmente en el tiempo de la Edad Media, ¡los casos de inmoralidad llegaron a ser la regla y no la excepción!

Tomando en consideración todas estas cosas, podemos ver cómo la profecía de l. era de Timoteo 4: 1:3 fue cumplida exactamente. La profecía de Pablo decía que habría una apostasía de la fe; que las gentes escucharían doctrinas de demonios que prohibirían casarse y que con hipocresía hablarían mentiras, teniendo cauterizada la conciencia. ¿Fueron estas doctrinas aceptadas por los que se apartaban de la verdadera fe? ¡Sí! Estos sacerdotes -mientras aparentaban ser hombres santos-, frecuentemente eran todo lo contrario, como resultado de la doctrina del celibato. Así las conciencias de ellos fueron cauterizadas y a causa de la doble vida que llevaban, «hablaron mentiras con hipocresía».

¡La profecía fue cumplida exactamente! Una evidencia más que muestra la doctrina del celibato y sus resultados inmorales mezclada con el paganismo, puede verse en el uso del confesionario, como lo veremos. El confesionario fue usado en muchas tierras paganas, incluyendo Babilonia. Pero siempre que se usó, los resultados no fueron de pureza sino de corrupción.

En el confesionario, jovencitas y mujeres declaraban sus deseos y debilidades y de ahí que frecuentemente los sacerdotes solteros escogían sus víctimas y siguen haciéndolo hasta el día de hoy.

Un relato vivo y exacto de esta corrupción en los confesionarios lo tenemos en el libro escrito por el ex sacerdote padre Chiniquy titulado El cura, la mujer y el confesionario, así como también en El crimen e inmoralidad en la Iglesia Católica, escrito por otro ex sacerdote, el reverendo Emmett McLouglin.

Pero, dirán algunos, ¿no dice la Biblia que debemos confesar nuestras faltas unos a otros? Sí, hay un tipo de confesión que enseñan las Escrituras, ¡pero no es el confesarse a un sacerdote soltero! La Biblia dice: «Confesaos vuestras faltas unos a otros» (Santiago 5: 16). Si esta Escritura pudiera ser usada para afirmar la idea de la confesión católica, entonces no solamente deberíamos confesamos a los sacerdotes, ¡sino que los sacerdotes también deberían confesarte ante el pueblo! Obviamente, la enseñanza del romanismo es contraria a la admonición escrita de confesamos «unos a otros». Pero el insistir que el pueblo confiese sus pecados a un sacerdote, ata al pueblo a un hombre quien en muchos casos, ¡es más pecador que el que se confiesa! Los católicos romanos están tan ligados al confesionario, que muchos creen que su salvación depende de él.

Pero nadie en el Nuevo Testamento obtuvo alguna vez perdón a través de un sacerdote. Pedro dijo a Simón El Mago: «Ruega a Dios que seas perdonado» (Hechos 8: 22). Esto tiene un gran significado, especialmente cuando tantos han sido enseñados que Pedro fue el Papa, el obispo de obispos. Sin embargo, Pedro no le dijo a este hombre que confesara ante él ni tampoco le dio alguna penitencia (como orar el «Avemaría» un cierto número de veces al día y por determinado tiempo). También es significativo notar que cuando Pedro pecó, él confesó su pecado a Cristo y fue perdonado. Pero cuando Judas pecó, él confesó su pecado a los sacerdotes y cometió suicidio (Mateo 26:75 y 27:1-5 y Hechos 1:17:18).

La práctica de confesarse a un sacerdote no vino de la Biblia, ¡sino de Babilonia! La reina Semíramis creó tal confesión como parte de los «misterios». Se requería una confesión secreta a los sacerdotes antes de permitírseles su iniciación. Una vez que esa confesión era hecha, la víctima era ligada al sacerdocio de ahí en adelante. El hecho de que esta confesión tenía lugar en Babilonia es bien sabido por todo historiador que ha escrito acerca de esta antigua nación. Lo cierto es que nuestro conocimiento de la vida corrupta de pecado en Babilonia la tenemos de ciertas confesiones que quedaron escritas en libros sagrados de la religión pagana en aquella ciudad, y de estas confesiones escritas los historiadores han podido llegar a la conclusión de los errados conceptos morales que existían en Babilonia, los cuales corresponden bien con las descripciones de los profetas bíblicos y las amenazas de castigo consiguientes.

Procedente de Babilonia, la «madre de las abominaciones de la tierra», esa peligrosa e intrigante práctica de la confesión, se infiltró en todas las religiones del mundo. Salverte escribió acerca de ella con estas palabras:

«Todos los griegos, de Delfos hasta las Termópilas, fueron iniciados en los misterios del templo de Delfos. Su silencio en cuanto a todo lo que se les ordenaba mantener en secreto era asegurado por la confesión general extraída de los aspirantes después de la iniciación...» Esta también era parte de las religiones de Medo-Persia, Egipto y Roma, antes del amanecer de la era Cristiana. ¡Y así, al estudiar el origen pagano y la historia de la confesión a los sacerdotes, obtenemos un medio más de identificación y comprensión del «Misterio de Babilonia» en nuestros días!

Además de esto, notamos un significado interesante en el color de las vestiduras usadas por el clero. Como es bien conocido, los sacerdotes católicos usan vestiduras negras y algunas denominaciones protestantes también han adoptado tal práctica. Es una costumbre ya establecida y desarrollada, pero, ¿cómo se originó?

Volviendo a las Escrituras, no hallamos evidencia alguna de que los ministros usaran un color distintivo en sus vestimentas. Ciertamente no hay nada que indique que nuestro Señor Jesús vistiera de negro, ni tampoco la hay que los apóstoles de la Iglesia primitiva usaran tal color.

Al contrario, el color negro ha sido por muchos siglos señal de muerte. Las carrozas fúnebres son negras. Se usa el negro cuando se está de luto, y en muchas otras formas, el negro se asocia con la muerte.

No hay absolutamente ninguna razón para creer que las vestiduras clericales negras fueron originadas por Cristo o los apóstoles, sino al contrario, ¡hay evidencias de que los sacerdotes de Baal usaban vestiduras negras! Jehová dijo: «y exterminaré de este lugar el remanente de Baal y el nombre de Chernarim con los sacerdotes» (Sofonías 1:4). Los que se- guían a Chemarim eran sacerdotes de vestiduras negras (como ha sido indicado por varios comentaristas bíblicos). La palabra se origina de chamar, que significa «ser negro».

Como estos sacerdotes continuamente encendían fuego para hacer sus sacrificios, las vestiduras de colores más claros se hubieran manchado con el humo. Tal vez por este motivo entre los sacerdotes paganos, el negro vino a ser asociado con muerte y la práctica de usar vestiduras negras fue establecida. Aunque el origen del uso de las vestimentas negras ha sido olvidado por completo, ¡parece más que una coincidencia que los sacerdotes de la Babilonia moderna son reconocidos por su ropa negra!

Otra clave que nos ayuda a identificar el sacerdocio católico-romano con el antiguo sacerdocio pagano, se puede ver en el uso de la corona sacerdotal. ¿Qué es la corona? Es un afeitado en la cabeza en forma de círculo que se hacen los sacerdotes el día de su ordenación. (Véase la ilustración.) El Concilio de Toledo en 633 d. C., hizo regla general el que todos los clérigos deben rasurar un círculo o corona en su cabeza. Aunque la Iglesia católica atribuye una gran importancia a este rito, la práctica no es cristiana, sino originada en el paganismo.

Sí, la práctica de afeitarse la cabeza era un rito de las religiones paganas, mucho antes de la era cristiana. Gautama Buda, quien vivió por lo menos 540 años antes de la aparición del Señor en la Tierra, se afeitó la cabeza en obediencia a un supuesto mandato divino y obligó a que todos siguieran su ejemplo. Los sacerdotes de Baco, en su ordenación en Egipto, se distinguían por sus cabezas afeitadas. En India, China y Roma pagana, la corona era también evidente entre los sacerdocios que existían en esos lugares.

El que la corona sea una vieja costumbre pagana lo tenemos en el Antiguo Testamento. Jehová, refiriéndose a sus ministros de esa época, dijo: «No harán Galva en su cabeza» (Levítico 21:5). Y el hecho de que esa calva sea redonda, puede verse en Levítico 19: 27. «No cortaréis en redondo, las extremidades de nuestras cabezas.» De aquí podemos ver que el uso de la corona es una costumbre antigua ¡pero su práctica fue prohibida explícitamente por Jehová!

La razón por la cual la corona fuese prohibida, se debe a que su significado era pagano. Recordaremos que en los Misterios, muchas cosas eran simbólicas y tenían un significado oculto. El significado pagano de la forma redonda del afeitado en la cabeza. No era más que un símbolo místico de la imagen del sol ¡un símbolo pagano del dios-sol! Los sacerdotes de Mitra, «en su corona imitaban al disco solar». Y esta misma práctica, poco a poco, vino a ser adoptada en la Iglesia Católica Romana. Pero en su intento por desacreditar este hecho, los Concilios de Valencia, Salzburgo y Ravenna asociaron la corona redonda con la hostia redonda que se sirve en la misa católica. Sin embargo, no hay tampoco nada que indique que la hostia redonda de la misa sea un símbolo cristiano. En cambio, las pruebas indican todo lo contrario.

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