La Otra Cara de Juan Pablo II

En un tema anterior analizamos en detalles los logros ecuménicos, políticos y eclesiásticos de Juan Pablo II. Notamos que políticamente Juan Pablo II jugó el papel principal en la caída del comunismo soviético y la reunificación de Europa. Eclesiásticamente trabajó incansablemente para restaurar la unidad y la identidad de la iglesia católica. Ecuménicamente , ha alcanzado a todas las confesiones religiosas y ha pedido perdón por los pecados cometidos por la iglesia católica contra los ortodoxos, los musulmanes, los judíos y los protestantes, ganándose así la simpatía de millones de personas dentro y fuera de la iglesia católica.

¿Qué se ocultaba detrás de todos estos logros del papa Juan Pablo II?

¿Cuál es el lado oscuro de su pontificado?

La paradoja de Papa Juan Pablo II es que por un lado avivaba las llamas de la resistencia de los pueblos en Europa Oriental, víctima de regímenes comunistas opresivos, mientras que por otro lado apagaba el movimiento de la Teología de Liberación que estaba combatiendo la opresión similar y la injusticia social en los países latinoamericanos. Combatió furiosamente la intolerancia de los regímenes comunistas porque violaron el derecho fundamental de libertad y dignidad humana, aunque él negó furiosamente la misma libertad a los teólogos católicos y sacerdotes que se atrevieron a discrepar de él.

Los Medios de comunicación generalmente reportan los logros positivos cuantitativos de Juan Pablo II: Visitó más países, nombró a más santos, y emitió más documentos que ningún otro papa. Pero tienden a ignorar el lado oscuro de su pontificado.

Hay estadística negativa que raramente son reportadas: obligó a colgar los hábitos y reprendió más de 100 teólogos católicos y líderes de la iglesia católica durante sus 26 años de pontificado.

La Religiosa Joan Chittister, monja Benedictina de Erie, PA, lamenta que " la Supresión de pensamiento, la pérdida de ideas, que cierra la discusión-ese no es un acto de fe. Eso no es del Espíritu Santo ". Ella nota que hay " un lado " oscuro a la unidad de la iglesia que Juan Pablo intentó lograr que rara vez se reportara..

Algunas Víctimas de la intolerancia de Juan Pablo II

A Principios de su pontificado en 1980, Juan Pablo ordenó al sacerdote Jesuita Robert Drinan, un congresista de 10 años en el cuarto distrito de Massachusetts, a renunciar a su puesto y dejar la política. La razón no era una ley Vaticana contra el involucramiento de sacerdotes en la política. El Vaticano ha nombrado embajadores en 172 países. Estos hombres están activamente envueltos en influyentes procesos políticos detrás de las escenas. Más bien, la razón es que el registro de votaciones de Drinan sobre el aborto no era estrictamente en pro de la vida.

El Arzobispo de Boston no tenía ningún problema con los registros de votación de Drinan . Su superior jesuíta no tuvo ningún problema. El Papa anterior, Paulo VI, no tuvo problema. Ni los votantes tuvieron problemas con su actuación. Pero Juan Pablo tenía un problema. Después de llamados infructuosos al papa para reconsiderar su decisión, Drinan obedeció y dejó el Congreso.

" Otra víctima de ira papal era el Reverendo William Rewak, un Jesuita que sirvió por más de 20 años como presidente de dos universidades. En el mes de septiembre de 1998, su orden lo nombró presidente de la Escuela Jesuíta de Teología en Berkeley, California. Ni ellos ni Rewak previeron ninguna objeción del Vaticano el cual tenía la decisión final y el poder de contratar ya que la escuela ofrece grados pontificales. Pero los subordinados papales revelaron viejos escritos de sus 20 años de Rewak sobre el matrimonio en el clero y la ordenación de las mujeres que diferían ligeramente del punto de vista del papa. Fue suficiente para suprimir el nombramiento pendiente aun después de que Rewak dejara la presidencia de un colegio para tomar el empleo. (http://www.thinkingpeace.com/skyblog/the-bully-pope /).

La suspensión de Teólogos católicos

A través de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), dirigido por el cardenal Joseph Ratzinger, Juan Pablo II presentó cargos contra tales teólogos como Edward Schillebeeckx, de Holanda, Jack Pohier, de Francia, Bernard Hasler, de Suiza. Despojó Hans Kung de su puesto como maestro de teología católica en la Universidad de Tubingen por cuestionar la infalibilidad papal. Suspendió al Profesor Charles Curran de su puesto de enseñanza en la Universidad católica de América, en Washington, D.C., por defender que la esterilización y la anticoncepción no siempre eran erróneas. Forzó al sacerdote Jesuita Terrance Sweeney a renunciar de su puesto ya que rehusó a destruir los resultados de un estudio de Obispos norteamericanos sobre el celibato y la ordenación de mujeres. Un cuarto de los que estudiaron reportaron aprobar el celibato como algo opcional.

El teólogo suizo Hans Küng que fue prohibido de enseñar en la Universidad católica de Tubingen describe la atmósfera interior de la Iglesia durante el pontificado de Juan Pablo con estas palabras: " [El papa es] la autoridad detrás de un número inflacionario de beatificaciones que, al mismo tiempo, con el poder dictatorial dirige su inquisición contra las teólogos impopulares, sacerdotes, monjes y obispos; sobre todo, los creyentes distinguidos por su pensamiento crítico y la reforma enérgica son perseguidos en forma inquisitorial.. Así como Pío XII persiguió los teólogos más importantes de su tiempo (Chenu, Congar, de Lubac, Rahner, Teilhard de Chardin), tanto tiene Juan Pablo II (y su gran inquisidor Ratzinger) que persiguió a Schillebeeckx, Balasuriya, Boff, Bulányi, Curran así como al Obispo Gaillot (Evreux) y Arzobispo Hunthausen (Seattle). La consecuencia: una Iglesia de vigilancia en que la denuncia, miedo y falta de libertad está extendida. . . . Los teólogos escriben en una forma conformista o no del todo" (http://www.wsws.org/articles/2005/apr2005/pope-a06.shtml).

En 1981 Juan Pablo II fue tan lejos en desmantelar el liderazgo de la orden Jesuita por su simpatía izquierdista percibida y manifestada en apoyar la Teología de la Liberación. Él suspendió la carta constitucional del orden y puso a un hombre de su propia elección como la cabeza temporal de la más grande orden monástica católica. Dentro de dos años el autogobierno Jesuita fue restaurado, pero Juan Pablo había mostrado su determinación de suprimir las voces disidentes.

Juan Pablo II mostró la misma intransigencia hacia el Laicado. Hizo claro que el creyente no tiene derecho a preguntar la posición de la iglesia en tales enseñanzas como el control de la natalidad, el divorcio, el aborto, y la ordenación de las mujeres.

Escribió: La " oposición a los pastores de iglesia, no puede verse como una expresión legítima de libertad cristiana. Se prohibió a todos en cada caso violar estos preceptos " (Time, el 11 de abril de 2005, pág. 41).

La evaluación de la intolerancia de Juan Pablo II

La intolerancia chocante de Juan Pablo II nos dice que detrás de su sonrisa hábil diseñada para cortejar a las grandes muchedumbres hacia sí mismo, había una determinación de hierro para imponer sus creencias a los laicos católicos y al clero. Su convicción sincera de ser la roca fundamental de la iglesia, lo llevó a acallar cualquier voz disidente.

El diálogo era posible y animado con los líderes de otras religiones, por los esfuerzos que se hicieron en traer a otras religiones dentro de la órbita de influencia católica. Pero, ningún diálogo es posible para aquéllos que son o se vuelven parte de la Iglesia católica. La obediencia absoluta, ciega se espera de los miembros católicos y líderes de la iglesia. Las voces disidentes no son permitidas. Deben ser silenciadas y suprimidas con todos los medios disponibles del papa.

Tal mentalidad intransigente e intolerante está cargada con las perspectivas del futuro aterrador. El mismo papa que promueve la paz y la reconciliación de todas las religiones y naciones, podría mostrar sus verdaderos colores, por llegar a ser el apocalíptico poder perseguidor del tiempo del fin. El recién electo papa puede cumplir más que su predecesor el doble papel de unificar la humanidad bajo la sombra del papado mientras que desata una persecución sin precedentes a los disidentes por el otro lado.

De ahí que el nuevo papa Benedicto XVI se le ha llamado el " Gran Inquisidor " de la Iglesia católica cuya meta será hacer la paz aplastando a los herejes.

De esto hablaremos en otra ocasión.