El culto al dios sol y el domingo V

Ya hemos visto la unión que se da entre Iglesia e Imperio Romano en la época Constantiniana. También, el cómo son aceptadas las creaciones que se dan por parte de Constantino en la construcción de una Iglesia imperial sin dejar su religión solar. También hemos estudiado los antecedentes tanto del Imperio Romano hasta llegar a Constantino, y los de la Iglesia de Roma; el como hay un paralelismo convergente a lo largo de cerca de dos siglos con una corriente antijudía y con la asunción de la teología solar en la aceptación del día del Solo primer día de la semana, junto a otros aspectos que están implicados en esa aceptación del día del Sol.

Lo que haremos a continuación es mostrar que la Iglesia de Roma, en aquella época, con sus dirigentes más representativos recogen un antecedente evolutivo que se ha comportado, en lo esencial, en paralelo al Imperio, en un proceso de asimilación de lo fundamental de la Religión Astral o Solar, a fin de poder confluir en el momento histórico oportuno con el Imperio Romano, y de este modo coincidir con el ideario Constantiniano. Además de crear el futuro de una Iglesia Imperial que tiene como signo de unidad el día del Sol como primer día de la semana o Domingo, en base a legislaciones, a los Obispos de Roma del momento junto a otros escritores y protagonistas representativos, y a Concilios. Todo ello, aparte de lo ya indicado, nos dará una idea de la importancia e implicaciones que supuso ese día del Sol para el engendro de una Iglesia Romana con toda una terminología conceptual cristiana, que sin una profundización en su naturaleza, premisas e historia, evade su identidad Constantiniana.

La aceptación del Solis Dies (Día del Solo Domingo), y el simbolismo del Sol para identificar a Cristo


«Constantino era adepto al culto solar como forma más elevada del monoteísmo; el cristianismo le parecía como una de las formas de la religión solar de la que era adepto, y lo integró en sus concepciones religiosas» 124.
Los autores de esta nota suponen, al menos, que Constantino confundió al cristianismo de su época como una de las formas de la religión solar. La cuestión es saber si había motivos para ello.

El Solis Dies semanal y su contenido político-religioso

Por la cita de Justino y Tertuliano 125 se demostraba que a partir de un cierto momento la Iglesia de Roma se adscribe al Solis Dies de acuerdo a lo que resulta ser tradicional en la sociedad romana.
Ahora podemos comprender, a tenor de lo expuesto, que la elección del Solis Dies por la Iglesia de Roma es una medida política de primer orden. Con el Sábado como día de fiesta no puede otorgar esa Unidad que Roma Imperial ha encontrado en el culto oriental de Mitra. Puesto que el Sábado 126 rompe con la sociedad romana que se opone a un Judaísmo, por otra parte rebelde, y que tiene como día de reposo el Sábado. El Sábado no tiene ese carácter universalista y unitario que la política del momento demanda, un tipo de sociedad mundana que ha configurado la teología Solar que proveen las religiones astrales, entre las que destacan el Mitraísmo. El Domingo, con lo que implica ideológicamente, ha echado raíces tan profundas en la sociedad romana que el que quiera ganarla ha de ser involucrándose en los elementos fundamentales que la religión astral representada esencialmente por el Mitraísmo ha depositado en los conductos que adhieren al árbol sólidamente sobre la tierra.

De ahí, que a partir del s. 11 d.J., ciertos autores de la Iglesia de Roma adviertan la necesidad de esa involución. En un proceso, al principio lento aunque visible, y que recibirá plena forma con Constantino, se va adaptando ese cristianismo al paganismo de Mitra, aceptándose varios elementos principales que demuestran esa dependencia a la religión solar que el Imperio Romano proyecta en su situación político-religiosa.

La asunción del Solis Dies rompe con el Judaísmo, aun cuando el Nuevo Testamento siga estando pegado a él, entre otras cosas, en lo que se refiere al Sábado 127. Aceptar el Solis Dies, supone reconocerlo como representativo de Unidad con el Imperio y desmarque con el Judaísmo. Unidad con los ciudadanos del Imperio donde se había propagado el Culto Solar, y con los Gobernantes romanos que han aceptado ese día como festivo y litúrgico.

El Cristo Sol y el Solis Dies

No era difícil tampoco el identificar a Cristo con el Sol. La intencionalidad de esta confluencia se manifiesta cuando comparas, las pinturas paganas mostrando al solo Mitra bajo la forma de un hombre con un disco detrás de la cabeza con el antiguo mosaico de origen cristiano representando a Cristo con el Sol, subido sobre una cuádriga, y con un limbo detrás de la cabeza 128,

El simbolismo solar es empleado por los llamados Padres de la Iglesia para hablar de Cristo como Sol de Justicia, como Sol de Oriente, como el único Sol que se levanta en el cielo 129.

Independientemente del contenido apologético de las predicaciones cristianas a los paganos para que se conviertan al verdadero Sol, no se puede evitar la confusión 130, Y todavía menos si ésta procede de una base que no es coherente con el texto bíblico. Se había manipulado el día del sol pagano haciéndolo coincidir con el día de Jesucristo ("el día del Señor"). Era lógico que si se quería ser consecuente con el paralelismo entre la religión astral y los que promueven semejante comparación, había que llegar a la celebración de ese día del sol como festivo: si los adoradores de Mitra, el Sol Invictus consagran un día especial para su Dios Sol, el Solis Dies o Domingo, y si vosotros adoráis al Dios Sol Jesucristo, es lógico que celebréis vuestro culto en un día especial también, Pero ¿qué día se estipula para el Sol? ¿el Sábado judío que según la semana planetaria pagana corresponde a Saturno? ¿O el domingo que de acuerdo a esa misma semana planetaria le corresponde el Sol? Para Justino, tal como indicábamos, no había duda 131: la creación de la luz en el primera día de la semana, y la resurrección del Sol de justicia en el primer día de la semana es suficiente para adoptar el día del Sol como día del Señor 132.

Eusebio de Cesárea, amigo y consejero de- Constantino, que vive en el contexto de alguien (Constantino) adorador del Sol Invictus con todo lo que implica el culto Solar, y que según manifiesta en la epístola al Concilio de Nicea: "No tengamos nada en común con la detestable multitud judía" 133, es de esperar que siga los caminos del Emperador Romano, y retorne los argumentos de Justino:
«Por la nueva alianza, el Lagos ha transferido la celebración del Sábado a la eclosión de la luz. Nos ha dado una imagen del verdadero reposo en su día de salvación, el primer día de la luz ... En ese día de la luz, primero y verdadero d{a del sol, bien que nos reunimos después de un intervalo de seis días (...) Todo lo que estaba hasta entonces prescrito para el Sábado, nosotros lo hemos transferido al día del Señor, mucho más digno de honor que el Sábado judío. De hecho, es en este día de la creación del mundo que Dios dice: "Que la luz sea, y la luz fue". Es también en este día que el Sol de justicia ha resucitado para nuestras almas» 134.

Si se analiza convenientemente el texto, tanto de Eusebio como después de Jerónimo 135 y Agustín de Hipona 136 que mantienen la misma explicación, lo que se pretende es encontrar para el Día del Sol que ya estaba establecido por la religión de Mitra antes del siglo 11, algo que presentar que justifique la adopción del día del sol 137.

Si bien la Iglesia apostólica no necesitó semejantes argumentos, la coyuntura socio- política atrapó a ciertos representantes de la Iglesia de Roma.

Se habían dado dos pasos previos: el uno, el rechazo de lo hebreo, incluyendo el Sábado, aun cuando su origen no sea judío sino que se origina en la misma Creación; el otro, el intentar compatibilizar ciertos contenidos de Mitra con algunos significados de la vida y obra de Jesucristo. El peligro de esta sustitución es el considerar a Jesucristo como no judío, que lo era, e identificarlo dentro de la Teología Solar. Esta contradicción, con lo que implica, como veremos, no sólo llevó a la adopción del Solis Dies sino a otros aspectos que denotan la mezcla de la religión solar con elementos cristianos.

La Salida del Sol y la Oración orientada hacia el Este

Una vez más la confrontación Cristianismo y Judaísmo se exterioriza por la elección de orar hacia el Este u Oriente por parte de los primeros en oposición a la costumbre judía de hacerlo hacia Jerusalén.
Este asunto que no pasaría más que por ser anecdótico, porque los verdaderos adoradores adoran en espíritu y en verdad (cf. Jn. 4:21-24), aporta un elemento más de la influencia del culto solar sobre la Iglesia de Roma por cuanto la patrística se ve obligada a justificarlo: ; «El Este simboliza al alma que se vuelve hacia la fuente de la luz» 138.
Esta particular forma de adorar es una asimilación del modo pagano de efectuar su culto solar en el Solis Dies.

No es de extrañar que los cristianos que adoptan esta costumbre pagana para la oración, cuya práctica es diaria y no semanal, proyecten todo el recorrido de la estructura solar: del mismo modo que se cambia de Jerusalén (símbolo de las raíces cristianas) hacia el Sol para orar, con lo cual ha tenido que haber una teologización (de acuerdo a la teología solar) y programación, es preciso llegar con el culto a un día especial, donde el Sol preside la semana planetaria (el Domingo), y así también abandonar el Sábado de la Revelación bíblica por el Día del Sol, representación inadecuada del Sol de justicia con que se adorna a Jesucristo, del levantamiento de la Luz de la muerte por la resurrección en el primer día de la semana que coincide con el Solis Dies o Domingo.
F. A. Regan tras analizar lo textos patrísticos sobre el particular concluye diciendo: «Se puede encontrar un ejemplo claro de la influencia pagana en la costumbre adoptada por los cristianos de volverse hacia Oriente, lugar de la salida del sol para ofrecer su oración ... porque en esta época de transición del Sábado a la celebración del día del Señor, no sólamente los primeros cristianos reemplazaron el séptimo día por el primero, sino que además modificaron la práctica tradicional judía de orientación hacia Jerusalén para la oración» 139.

El Solis Dies Anual y el Nacimiento de Mitra

Anteriormente ya hemos aludido a la fecha de Navidad adoptada por la Iglesia de Roma. Se trata del día del nacimiento del Sol Invictus celebrado el 25 de Diciembre en honor al dios Sol Mitra. Todo esto nos muestra que la adopción de la teología solar por parte de la Iglesia de Roma alcanza exteriormente el recorrido que el Mitraísmo manifestaba en su dedicación al Sol.

Se puede obtener por las Escrituras que el nacimiento de Cristo debió ser aproximadamente a finales del verano o comienzo del otoño 140, por descontado que nunca a finales de diciembre.

Es evidente que la elección de esta fecha es fruto de la influencia del culto Solar de Mitra 141. .
No cabe duda que cierto colectivo cristiano ha llegado, a comienzos del s. IV cuando Constantino procede a contactar oficialmente con el Obispo de Roma y lo que representa, a identificarse plenamente con el día de la semana planetaria que corresponde al Sol, y que los adoradores de Mitra desde el s. I lo celebraban:
«En cuanto a la semana planetaria de los paganos que los primeros cristianos encontraron en Roma, su día el más importante que fue desde el principio el de Saturno, llegó a ser en el primer
siglo, bajo la influencia del Mitraísmo (...) el día del sol. Correspondiéndole el primer día de la semana» 142

Valoraciones de este apartado sobre el Culto Solar en relación al Solis Dies y a los otros aspectos que le acompañan

Por este primer punto estamos comprobando que no es una circunstancia casual sino causal la que lleva a un sector cristiano representativo a adoptar un comportamiento social distinto al de sus raíces. La aceptación de un día de fiesta semanal o de reposo, diferente al que se expone en el Nuevo Testamento y en el Decálogo, responde a una postura político- antropológica romana que rompe con una postura antropológica y cristológico-hebrea.

No es simplemente el cambio de un día por otro, es el canje que resulta de una manera de pensar que discrepa con lo anteriormente establecido. En definitiva se permuta la relación con la deidad provocando un Dios que ya no es el mismo.

Eternamente aparece un día en lugar de otro. Pero esto no se efectúa, si no hay motivos profundos, que el que lo hace cree que están justificados. Ya podemos adornar con terminología Cristológica ese nuevo día; ya podemos argumentar con especulaciones y conjeturas subjetivas; ya podemos buscar interpretaciones a posteriori, gratuitas, sobre el por qué; será la orientación teológica que aparece simultáneamente, y que la historia revela, las que nos expresará el valor e importancia de ese cambio. El descubrir esa direccionalidad nos aportará el conocimiento de las consecuencias contraídas, y nos podrá señalar una vez más, el peligro que supone siempre el ir más allá de lo que está escrito (cf. 18 Coro 4:6). La Palabra de Dios nos enseña, independientemente de lo pequeño que nos pueda parecer un mandamiento de Dios (cf. Mt. 5:17-20), a ser respetuosos y fieles al contenido de la Escritura, y que siempre que se vulnera la voluntad divina trae efectos nocivos para el antropos.



124 Marcel Simon-André Benoit, Judaísmo y Cristianismo Antiguo, op. C., p. 131.

125 Ver nota n° 16 y 43.

126 Si bien la primera mención respecto al día del sol aceptado por la Iglesia de Roma aparece alrededor del año 140. El conflicto entre Judaísmo y Cristianismo se agudiza aproximadamente a comienzos del s. II. Ya hemos visto sobradamente cómo los escritos patrísticos critican bien las formas judías o rechazan de plano al judaísmo como contenido teológico (incluyendo el sábado) y actitud social (Bemabé, Epístola 172:1-8).
Aunque trataremos este asunto en otro apartado, es evidente que la costumbre de guardar el Sábado se mantiene todavía en ciertos sectores de la Iglesia de Roma, y que como veremos su rechazo fue gradual, y durará, todavía, algunos siglos en Oriente. Sócrates el Escolástico (s. V), en su Historia Eclesiástica, libro V, cp. 22: «Casi todas las iglesias del mundo entero celebran los santos misterios el sábado de cada semana; sin embargo los cristianos de Alejandría y de Roma, en razón de una vieja tradición, han dejado de hacer lo mismo. Los egipcios de la vecina Alejandría y los habitantes de Tebas tienen sus reuniones religiosas el Sábado».
Respecto a estos primeros siglos los historiadores católicos y protestantes comentan: «Es conocida la capital importancia litúrgica que el día del Sábado tenía para los hebreos. Una institución tan antigua y tan respetada en los tiempos de nuestro Señor, no solo dentro de los confines de Palestina, sino también en muchas ciudades de Asia y de Egipto..., no podía dejar de ser una marca duradera en las numerosas e importantes comunidades cristianas que se habían derivado en gran parte de ellas» (Mario Righetti, Historia de la Liturgia, BAC, Madrid 1955, vol. I, p. 666).

127 Es admitido, en general, por los diferentes especialistas, tanto católicos como protestantes que la Iglesia Apostólica siguió guardando el Sábado:
«La comunidad cristiana de Jerusalén, con los apóstoles al frente, en general observaban las prescripciones de la ley (...) Y no hay razón para excluir de esta norma la observancia del Sábado» O.Skrzypczak (autor católico), en Enciclopedia de la Biblia de el. Éxito, Barcelona 1965, pp. 294, 295. .

128 Ver la parte posterior del altar de San Pedro en la necrópolis del Vaticano. Está fechado en el 240 d.J..

129 Ver Bacchiocchi, Du Sabbat au Dimanche, op. c., p. 208, nota 63 donde se traen las citas de la patrística: Meliton de Sardis (De Baptismo); Clemente de Alejandría (Protrepticos 11, 114:1; Stromates 7, 3, 21, 6; Pedagogo, 3, 8, 44, 1); Orígenes (In Numeros Homilia 23:5 e In Leviticum homilia 9).

130 Hay que añadir que está constatado, por la propia documentación patrística, que una buena parte de los que se denominan cristianos llevan a cabo celebraciones paganas en sus propias comunidades locales, y que hay por parte de una mayoría de cristianos una veneración al sol y a las prácticas astrológicas (ver a Tertuliano De Idolatría 14 y al autor moderno J. Lindsay, Origin o[ Astrology, USA 1972, en su cp. 20).

131 Ver nota 16.

132 Independientemente de los contenidos bíblicos y exégesis que ofreceremos en su momento es evidente, que si no hubieran existido las dos circunstancias históricas, a saber: la de un Judaísmo del que es preciso desmarcarse para no ser confundido por Roma Imperial y cargar con las medidas políticas adversas que las actitudes judías provocan; y una religión Solar que provee al Imperio Romano de una configuración político-religiosa unitaria, no habrían surgido semejantes argumentos, puesto que surgen en el tiempo (s. II) y como consecuencia de la influencia ajena a la Escritura, Escritura que no podría sostenerlos.

133 Ver nota n° 98.

134 Eusebio de Cesárea, Comentario a los Salmos 91 092 (Migne, en Patrologia Griega XXill, col. 21).
Si se observa la cita se notará que se trata del criterio de Eusebio cuando dice que el Logos ha transferido la celebración del Sábado a la eclosión de la luz. No se presenta ninguna prueba de la Escritura, sino que debido a la existencia del Logos ha sido posible el conocimiento de la Luz, y esto ha supuesto, según Eusebio, que del Sábado se pasara a la eclosión de la Luz. Es puramente una interpretación persona!. En segundo lugar se crea a! día del Solo de la luz como siendo el día del Señor. En base a que el Señor es la "luz" y es el "Sol de justicia". En tercer lugar se reconoce en el Sábado el día verdadero de reposo para la antigüedad pero que "nosotros", dice Eusebio "hemos traspasado lo que se refiere al Sábado al día del Señor". Por último, según Eusebio, por si fueran poco estos argumentos, coincide, que la creación se hizo en el primer día y la resurrección del Señor lo mismo.

135 Jerónimo en In Día Dominica Paschae Homilía, CCL 78,550,1,52:
«Si es llamado día del Sol por los paganos, nosotros lo reconocemos como tal, puesto que es en este día que la luz del mundo ha aparecido, y ha sido en ese día que el Sol de Justicia ha resucitado»

136 Contra Fausto, 18:5.

137 En efecto. Esta actitud ha sido una constante desde que se adoptara el día del sol en lugar del Sábado del judío Jesucristo. Se intenta ocultar mediante una serie de argumentos, que aunque utilizando la Biblia, no tienen ningún apoyo en la Escritura. Vamos a traer el ejemplo de la actitud que se observa en los escritos de los llamados Padres de la Iglesia y comprobar como se intenta ocultar el origen pagano e idolátrico del día del sol. 1) LA primacía del octavo día como un intento de despistar respecto al día del Sol Junto al Solis Dies aparecen toda una serie de adiciones para el nuevo día inventado. Es preciso barnizar con terminología bíblica el "día del Sol".
El tema del octavo día es utilizado ya muy tempranamente (s. 11) por Bemabé en su epístola, tal como ya hemos dejado constancia, y en el propio Justino (s. 11) (En Diálogo con Trifón, 41, en Padres Apologistas griegos, op. c.). Lo mismo que Cipriano del s. III, que emplea el argumento sacado de la aplicación de la circuncisión que se realizaba en el octavo día, como un símbolo de la circuncisión espiritual que se lleva a cabo, según él, en el día de la resurrección de Jesucristo, de ahí que se consagre el octavo día. Pero, ¿cual es ese octavo día, si solamente hay siete en la semana? El gnóstico cristiano Clemente de AIejandría (Stromates, V, cp. XIV (en edic. de M. Genoude, op. c., vol. 5, p. 442) utiliza dicho tema de un modo más incomprensible que los demás, aparte de originar la celebración del "octavo día" nada menos que en Platón. Incomprensible e increíble, pero real y cierto. ¿Qué querrán decir con lo del octavo día? Es algo que me come un poco el "coco...".
Gregorio de Nisa en el s. IV (Traité sur le titre des Psaumes, en Patrología Griega, vol. 44, cp. V, col. 504), recogerá esta idea del octavo día, que pretende identificarse con el día histórico de la resurrección de Jesús que ha de servir a partir del primer domingo como siendo el primer "octavo día", el día de la resurrección después del séptimo. Y que prefigurará "el día sin fin que se iniciará tras la parusía del Señor" (¡fabuloso!). Si esto es hacer exégesis... (¡madre mía!).
El tema del octavo día queda en el misterio, y no es para menos. Es injustificable un tratamiento de esta naturaleza. ¡Qué tendrá que ver que la circuncisión se haga en el octavo día para obtener de ahí el primer día de la semana como día sagrado! Y el día después del Sábado no es el octavo (la semana no da para más) sino el primer día de la semana. Lo que sucede es, que se pretende barnizar bíblicamente el primer día que era pagano hablando de un octavo, con el fin de evitar ese día idolátrico. Pero eso es inevitable. Especialmente cuando el día va unido a una liturgia sacramental ajena a la Palabra de Dios.
Ver sobre los orígenes del octavo día y su misterio reconocido en J. Gaillard, Le huitieme jour, Cahiers de la vie spiritueIle, París 1947, p. 558; ya Jean Daniélou, Bible et liturgie, coIl "Lex Orandi", París 1951, p.346.
2) El Sábado espiritualizado con la finalidad de quitarle su valor literal Ya lo vimos con lreneo y Clemente de Alejandría (ambos en el s. III). Ahora se apuntará San Agustín (s. IV y V) (En su Commentaire sur le Livre de la Genese cp. XIII).
3) El Sábado se identifica con el propio Señor del Sábado (Es el punto de vista expresado por Epifanio (s. IV) (citado en Servir U1997 artículo de Paul Nouan, p. 13).
Desde luego esto no se puede decir del domingo. El domingo es el día del sol consagrado a Mitra. Y si se podría decir del Sábado sería no en el sentido que el Sábado haya quedado eliminado sino que Jesucristo nos enseña, profundizado en su persona y ejemplo como guardar y celebrar mejor el Sábado, séptimo día de la semana. Ya hemos explicado sobradamente de que el descanso que encontramos en Jesucristo por habemos vencido al pecado y ofrecemos la posibilidad ya ahora de que el dominio de éste no reine en nosotros está dentro del marco temporal de los seis días de trabajo y conflictos, y del Reposo de Dios que se manifiesta en cada séptimo día (cf. Hb. 4)
4) El Sábado se interpreta como abolido, ceremonial y figurativo Agustín y Jerónimo aportan estos puntos de vista (ver Cartas de San Agustín, libro 11 carta XV, en edición de la BAC, tomo VIII); Cartas de San Jerónimo, 4" clase, carta CXLVill, 2, pp. 402, 403 (citado en Servir, U1997, op. c., p.13).
En cuanto al aspecto ceremonial Tomás de Aquino lo recogerá (tal como ya hemos dejado constancia), y pasará al Catecismo del Concilio de Trento (en Catecismo Romano, edic. de la BAC, Madrid 1956, p. 749).
5) El Domingo se considera erróneamente como memorial de la nueva creación (ver por ejemplo Juan Crisóstomo en Homélie sur l'aumOne, 3 (en Obras, traducción de M. Jeannin, t. 4, 1864, p. 148).
No se puede restringir al día de la resurrección lo que se aplica extensivamente a la obra de Jesucristo desde la encarnación hasta su ministerio sacerdotal pasando por la muerte y resurrección.
La mayoría de los Padres utilizan el hecho de la resurrección con sus implicaciones aplicándoselo al día cuando éste no posee ninguna relevancia. El significado de la resurrección depende de toda la obra de Jesucristo desde la encarnación pasando por su vida y muerte.
6) El Sábado convertido en escatológico para despojarle su valor siempre actual (ver sobre esto a Orígenes en Homélies sur les Nombres, Xill, 4, traducción André Méhat, Paris 1951, pp. 444, 445; también Agustín en su Ciudad de Dios, libro Xill, edic. BAC, Madrid).

Si bien podemos aceptar el valor escatológico del Sábado, no por eso se pierde su valor literal y siempre actual. Ya hemos indicado en varios lugares la permanencia del Sábado en la era sin pecado que se inaugurará en la Segunda Venida de Jesucristo como también el Sábado fue dado sin el contexto del pecado. Por un lado el Sábado nos recuerda constantemente ese descanso que durante la eternidad gozaremos, y por otro la recuperación del Sábado sin el contexto del pecado reconocido por los profetas (cf. lsa. 66:23; Ap. 22:2 cf. Ap. 1:10).
7) En conclusión. Es evidente que el empleo de toda esta terminología es un intento de querer justificar la aceptación, sin permiso de Dios, de un falso día de reposo. Era preciso ocultar al máximo su origen pagano. Toda esta argumentación pone de manifiesto el origen no bíblico del día de Mitra.
¿Quién se podría creer hoy semejantes argumentos? La fragilidad y la especulación es la nota característica. Todo reposa en la arena. No hay ningún cimiento en las teorías que se aducen. Sin embargo estos mismos argumentos son los que emplea Juan Pablo II en su Carta Dies Domini. Se han repetido en la historia. Y a fuerza de insistirse algunos se los han creído (cf. 2" Tes. 2:10-15). ¿Habrá suficiente sinceridad como para investigar este asunto que podría ser vital para muchos, dados los principios que están involucrados?

138 Ver a Orígenes, De Oratione 32; También a Clemente de Alejandría en Stromates 7:7, 43; Tertuliano, Ad ? Nationes 1: 13, etc… ¿Se dan cuenta de la tontería que Orígenes dice?

139 El au10r de esta cita (F.A. Regan, Dies Dominica and Dies Solis: The Beginnin 01 the Lord's Day in Christian Antiquity, unpublished doctoral dissertation, Catholic University of Arnerica, Washington D.C., 1961, p. 196. Citado por Bacchiocchi, du Sabbat au Dimanche, op. c., p. 210) adopta, por sobreentendido aunque no sea así, el término día del Señor para el primer día de la semana.

140 Sabemos que su muerte fue en primavera, y de acuerdo a la profecía de las 70 semanas de años se favorece a finales de verano comienzos de otoño su nacimiento.
Sobre la imposibilidad de la fecha del 25 de diciembre como nacimiento de Jesús véase a O. de la Brosse, en Diccionario del Cristianismo, de. Herder, Barcelona 1974, arto Navidad; también Teofilo Gay, Diccionario de Controversia, Junta Bautista de Publicaciones, Buenos Aires 1960.
Conviene conocer que la noción de fiesta conmemorando un nacimiento es ajena al cristianismo primitivo (The Encyclopedie Americaine , Nueva York 1956, vol. VI, p. 622). Ver también sobre esto a la Encyclopedie Britanica, Nueva York 1910, vol. Vill, p. 828, donde se cita al historiador del s. V dJ., Sócrates, indicando que no había ninguna prescripción ni por Jesucristo ni por los apóstoles que ordenase festejar dicho nacimiento. Es evidente que el que no se ponga su fecha de nacimiento es porque no se le daba ninguna importancia en cuanto a tenerla que recordar festejándola (cf. Ecc1. 7: 1, 8).
Mario Righetti, en Historia de la Liturgia, BAC, Madrid 1955, p. 688, nos dice "que en aquellos primeros siglos no solo no existía una tradición en tomo a la fecha de Navidad sino que la iglesia no celebraba la fiesta".

141 Sobre la transferencia y conveniencia de la adopción del cambio del nacimiento de Jesucristo al 25 de diciembre como correspondiendo al día de Mitra, ver Mario Righetti, en Historia de la Liturgia, BAC, op. c., p. 689.

142 A.-M.H., Le Be. lour, Cahierde la Vie Spirituel, n. 11, ler. Abril 1947, p. 496.

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