Los Años Oscuros de Cristo



La vida de Cristo es en las nueve décimas partes de su duración completamente ignorada. Los treinta años principales en la formación de un hombre (infancia, adolescencia, juventud), nos son casi desconocidos en la vida de Jesús.

"En tanto que Poncio Pilatos o Herodes, que no debieran haber quedado en la memoria de los hombres, sino por el hecho de haber sido sus contemporáneos, se benefician todavía ahora de cronologías casi completas; en tanto que Mahoma, Calvino, Voltaire, que han hecho la competencia, reformado o negado la tradición de su Iglesia, no ofrecen materia para el enigma, no existen sobre Jesús, de uno a treinta y un años, más que algunas líneas de un Evangelio y bien pocos comentarios.

En el Evangelio según San Lucas, después del retorno del recién nacido con su madre y José, de Belén a Nazareth, diez palabras sugieren que Jesús ha conocido, como toda criatura humana, las etapas del crecimiento físico y del desarrollo moral: 'Entretanto el niño crecía, se desarrollaba y se llenaba de sabiduría. A los doce años, son confirmados sus progresos: “En cuanto a Jesús, crecía en sabiduría, en talla y en gracia delante de Dios y de los hombres”

Solamente se conoce un episodio de estas tres décadas: el incidente en el Templo, cuando tenía doce años.

La Lengua Del Niño Jesús


El arameo había suplantado al hebreo como lengua popular; pero las diferencias entre ambos idiomas son e asas, y el modo de pensar es el mismo.
Jesús vivió en una sociedad plurilingüe: el arameo era la lengua vulgar, el hebreo la lengua sagrada y el griego y el latín las lenguas oficiales del imperio. ¿Cuántos idiomas llegó a dominar Jesús? En el momento de su crucifixión, un bando trilingüe acompañará su suplicio.

Iniciarse en un lenguaje es un episodio determinante en la formación de un niño. Es adoptar una determinada estructura mental, que va a moldear su mentalidad durante toda la vida.
El hebreo es la lengua de Dios, de los profetas y de los poetas, pero nunca la de los filósofos ni la de los tecnócratas. Es una lengua que se expresa por analogías e imágenes, respondiendo a un tipo de razonamiento concreto. "El primer carácter, del que se va así a impregnar [Jesús], es el de repugnar lo abstracto. Todo vocablo semítico está ligado a las dos realidades concretas de la boca que lo pronuncia y del objeto que designa, ligado a la carne, a la materia"

Los nombres son todos de origen divino; no son, como en nuestros días, etiquetas añadidas por razones de adorno o de comodidad: representan, para Jesús y sus contemporáneos la naturaleza misma de cada ser o de cada lugar, y determinan su destino. Jesús (Yeshúa en hebreo) significa “Yahvé (Jehová) salvará” (Mat. 1:21).

A un espíritu infantil, estas concordancias entre los seres o los lugares y sus nombres, dan una seguridad en la que inteligencia no está jamás desorientada.
La lengua hebrea es vital, no racional, porque la vida tampoco lo es.

Los niños aprenden a leer y escribir en su casa (sus padres les enseñan) o también en el Beth ha Sefer (la casa del libro) del pueblo, dependiendo de algún escriba o de la sinagoga.

Jesús no aprenderá a leer como los niños actuales, asociando la pronunciación de las consonantes con las vocales. Las vocales no existen todavía en hebreo, y no existirán hasta seis siglos más tarde. Los niños escucharán, repetirán y aprenderán la Torah antes de verla escrita. Los versículos les son familiares antes de que hayan aprendido a distinguir las letras. Si faltan las vocales, la memoria, la tradición, las pondrá en su sitio.

Formación Religiosa y Social Durante "Los años del silencio"


Todo hace pensar que José y María eran judíos practicantes (viaje a Jerusalén en pascua, ofrendas al Templo, etc.).
Seguramente, sobre la puerta de su casa, como sobre la de cada judío, había una mezuza, tubo de metal conteniendo un pequeño pergamino en el que está escrito el Shema, la oración fundamental del judaísmo. El niño lleva los vestidos rituales que prescribe la ley: desde los tres años (destete oficial) lleva sobre su manto las cuatro borlas de lana que ordena el Deuteronomio y la filacteria en la frente.

La vida de familia está jalonada de oraciones. Toda acción es una ocasión de dar gracias a Dios, invocarlo o glorificarlo. "Así, en torno a Jesús niño, en el marco de su casa familiar, todo un universo consagrado a lo divino se revela. Lo sagrado le acompaña en su domicilio, en cada uno de sus instantes. De sus efluvios familiares, colora cada uno de sus actos, acompaña cada uno de los pensamientos del niño".

Las fiestas

Cada fiesta, para un niño judío, no sólo recuerda la historia pasada sino que la revive. Las fiestas resucitan pasado, y los niños se meten en la piel de los antiguos protagonistas, como si el hecho se repitiese ahora (el día del Purim los niños pisotean el nombre de Amán, por ejemplo). En tiempos de Cristo las fiestas son: Rosh Hazaña (creación del mundo), Pascua (liberación de Egipto), Pentecostés (el don de la ley), Sucoth o Cabañas (las bendiciones de Dios), Hanuka (consagración o purificación del templo tras la victoria de Judas Macabeo) y Purim (fiesta de Ester).

Y cada semana, el sábado. El sábado da al judío la experiencia de la vida eterna. "La esencia del mundo por venir es el sábado eterno, y, en el tiempo, el séptimo día, es una imagen de la eternidad".

La sinagoga

Es generalmente una sala sencilla, rectangular, sin más ornamento que la estrella de David y el candelabro de los siete brazos (toda otra representación está prohibida). Un arca contiene los rollos sagrados (Sefer Torah). Hay pupitre orientado hacia el Templo, y un estrado donde se extienden los rollos para la lectura. Los asistentes se sientan en bancos, mirando en dirección a Jerusalén, al Templo. Delante del arca arde siempre una lámpara. En tiempos de Jesús casi cada pueblo tiene su sinagoga. En la ciudad de Jerusalén se calculaban entre 394 y 480. Sirven de escuela al mismo tiempo que de lugar de culto. Se celebran oficios los sábados y las fiestas. Pero no es un santuario, ya que el único lugar sagrado en Israel ha sido y es, incluso después de su destrucción, el templo de Jerusalén.

El rabino no es un sacerdote profesional, sino un hombre que ha estudiado la ley, y que se responsabiliza de la marcha del culto. Pero cualquier miembro o huésped autorizado puede leer y comentar la palabra divina; para ello se pondrá sobre los hombros el tallith o chal de oración. El niño Jesús asistía con José a estos servicios, con la cabeza cubierta, y los escuchaba en una lengua que no comprendía muy bien. María quedaba atrás, en la tribuna de las mujeres. El niño aprende a participar diciendo amén" en los momentos oportunos. "La sinagoga es, a la vez, el lugar real donde los niños, sus camaradas, se maravillan o bien se aburren, atentos o turbulentos, mascullando restos de plegarias en una lengua que conocen poco, o alborotando como hacen los escolares, cuando no pueden seguir bien. Pero es también el lugar de transfiguración donde toda palabra tiene su resonancia, toda mímica su necesidad, toda hora su significación. Casa de edificadores de tiempos, casa del mundo de la oración, casa en donde la atmósfera está densa por todo el peso de la vida, exaltante de todas sus alegrías, y cargada de todos sus secretos".

El aprendizaje del oficio

"José, que es carpintero por tradición familiar, le instruye en el mismo oficio. Si obra así, no es solamente por la preocupación que tienen los padres por asegurar el porvenir de sus hijos, y por la satisfacción que experimentan al verse reemplazados por ellos en la carrera que han seguido. Es, igualmente, en virtud de razones religiosas.

Para los judíos de la época bíblica, y para los que, en nuestros días, son fieles a su tradición, el trabajo manual es sagrado. En primer lugar porque todo trabajo lo es: “Aquel que gana su vida con su trabajo es más grande que el que se encierra ociosamente en su piedad”, dicen los rabinos.

Y precisan más: 'El artesano en su trabajo no tiene necesidad de levantarse ante el más grande doctor'. Incluso los rabinos o los sacerdotes, deben ejercer un oficio además de su ministerio: 'Procúrate un oficio al lado del estudio' dice el comentario rabínico del Eclesiastés; y el Talmud confirma que, jerárquicamente, el trabajo es superior a la práctica religiosa misma: 'Más grande es aquel que se hace útil por el trabajo, que aquel que conoce a Dios'. El trabajo de que se trata no es un trabajo intelectual abstracto: 'El más bello trabajo es el trabajo de la tierra, aunque sea mucho menos ganancioso -declara aún el Talmud, debe ser preferido a cualquier otro. Los doctores de Israel, anteriores a Jesús, o contemporáneos a su vida, lo mismo que sus sucesores, han aplicado estas ordenanzas. Hillel fue leñador, el Rabí Yehudí panadero, el Rabí Yohanan zapatero, hasta Saúl de Tarso, apóstol del cristianismo, que será fabricante de tiendas (Hechos de los Apóstoles, XVIII, 3). No es suficiente ejercer un oficio, es necesario transmitirle (sic) a sus hijos. El Talmud, aún aquí, se muestra formal: 'Del mismo modo que se está obligado a alimentar a sus hijos, se está obligado a enseñarles una profesión manual". Y yendo más lejos y más fuerte: 'Quien no enseña una profesión manual a su hijo -dice, es como si hiciese de él un bandido' "(7).
José debió tomar a Jesús como aprendiz desde muy pequeño. La palabra griega [tékton] (8), traducida por carpintero", significa más vagamente "artesano" (el trabajo en madera es muy escaso y rudimentario en los pueblos de la Palestina de Cristo) y se aplica al que realiza los pequeños trabajos de construcción y reparación vigas, cercados, puertas, arados, etc.

El viaje a Jerusalén

A los doce años Jesús se aproxima a la bar-mitswa, que se practica a los doce o trece años y que es la integración completa del joven judío en la comunidad espiritual de Israel. Una vez cumplida esta solemnidad, desde el punto de vista religioso Jesús será ya un adulto, y podrá ser contado entre los diez hombres que hace falta estén presentes para poder realizar el culto en la sinagoga.

Ese día Jesús revestirá por primera vez el tallith, y en la sinagoga recitará públicamente un pasaje de la Torah. A partir de entonces podrá comentarla desde el púlpito.

Desde ese momento Jesús es responsable ante la ley, y por lo tanto está sujeto a la observancia de todos los preceptos. De ahí el hecho de que vaya a Jerusalén para la celebración de la pascua.

Jesús en el Templo

Cuando Jesús visita el Templo por primera vez, todavía está en reconstrucción. La pascua atrae a cientos de miles de judíos de todo el mundo, que plantan sus tiendas alrededor.

Si la muchedumbre y el esplendor del Templo pudieron impresionar al niño, su admiración sin duda se tornó en disgusto al ver el comercio de los mercaderes de animales para los sacrificios y ofrendas, así como la usura de los cambistas. Cuando Jesús inicie su ministerio público, la primera vez que vuelva a Jerusalén, los expulsará de allí.

Quizá también le ocasionaría pena ver el cordón de soldados romanos rodeando el Templo y controlando la entrada del público. Es fácil imaginar los sarcasmos, burlas e ironías irreverentes de estos paganos frente al fervor de los ingenuos fieles.

Hasta este día, la única relación que había tenido Jesús con el Templo había sido la de las fogatas que se encendían en cada colina cada luna nueva. El sabía que eran eslabones de una cadena, que empezaba en el Templo de Jerusalén, en el monte de los Olivos. Ahora estaba Jesús en el "centro de las luces", el lugar que el pueblo de Israel había escogido para sentir más de cerca la presencia de Dios. Lugar que Jesús ve envilecido por los mercaderes, profanado por los romanos y honrado por los judíos que han perdido el sentido de las ceremonias que practican. Este choque le impresionará para siempre.

Entre los doctores

Estos doctores sólo podían ser fariseos, ya que los saduceos no admiten ningún comentario de la revelación ni ninguna tradición. A Jesús quizá le llamó la atención las conversaciones y los comentarios de este grupo y se acercó a oír... Había un lugar especialmente dedicado a explicaciones: la Sinagoga del Templo o Sala de las Piedras Talladas, así como el pórtico que daba a dicha sala.

En sus días, dos escuelas se oponen: la de Hillel, abierta y humana y la de Shammai, rigorista y estricta. Atmósfera de fervor, pero al mismo tiempo de minuciosa exégesis, de formalismo frío, de discusiones interminable sobre palabras. Allí descubre Jesús la importancia y La necesidad de "ocuparse de las cosas de su Padre"... esas cosas a las que dedicará por entero su vida, ya que e el objetivo único de su existencia terrena.

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