La Inquisición - 1ra. Parte



Es común que los historiadores cuenten hoy con espanto las brutalidades y masacres de los tribunales de la inquisición. Aun los historiadores catolicos, buscando atenuar en lo posible el terrible registro de esa epoca, deben reconocer su espantosa "brutalidad". Uno de ellos, después de tratar de justificar sus hechos y de aducir erróneamente que "la intolerancia es la concominante de una fe fuerte," concluye reconociendo que: comparado con la persecución de la herejía en Europa de 1227 a 1492, la persecución de los cristianos por los romanos en los primeros tres siglos después de Cristo fue un procedimiento suave y humano. Con toda la tolerancia que se requiere de un historiador y que se permite a un cristiano, debemos colocar la inquisición entre las más oscuras manchas en el registro de la humanidad, pues revela una ferocidad desconocida en ninguna bestia."

No es el propósito de este estudio exponer en detalle la historia de la Inquisíción, sino resaltar las características mas generales que hicieron de ella, a lo largo de toda su historia, un terrible instrumento de tortura y muerte que durante muchos siglos en la Edad Media, hundió a millones en la desesperación, angustia y muerte. De esta manera podrá apreciarse mejor la justeza de la descripción tan sencilla pero significativa y dramática que aparece en el cuarto sello, en relación con este triste registro que dejó la iglesia cristiana bajo el período de mayor supremacía papal.

Las reacciones antipapales más fuertes que se dieron dentro del cristianismo, y que llevaron a Roma a instaurar la terrible institución de la inquisición, surgieron cuando el poder del papado "alcanzó su cenit" ya bien avanzada la Edad Media. Para ser más exacto, fue cuando "los papas legisladores" del Siglo XIII hicieron renacer el Derecho Romano que permitió la reconquísta del poder de Roma y dio "la base jurídica para el nuevo poder del. papado," que Europa vio resurgir "su antítesis,"11 es decir, los movimientos religiosos de protesta por la mundanalidad y apostasía de la Iglesia romana, y por sus aspiraciones imperíalistas de supremacía temporal y espiritual espiritual.

Como muchos de estos movimientos atacaban el lujo y la pomposidad material de la iglesia romana, contrastándolos con el ejemplo de Cristo y los apóstoles, Inocencio III y los demás papas que lo sucedieron manifestaron especial interés en la fundación y desarrollo de las dos órdenes mendicantes mAs famosas del medioevo: la de los dominicos y la de los franciscanos. Pero corno estas dos órdenes no tenían mucho éxito en su prédica contra los así llamados herejes12 -los Cataros o albigenses y valdenses en especial,- el papado les dio la misión de exterminarlos. Esto lo hicieron mediante un sistema policíaco de tribunales que los frailes y dominicos establecieron en casi toda Europa. Estas órdenes, cuyo legajo asesino mancha toda la historia de la iglesia del medioevo, pasaron a depender exclusivamente del papa.

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