Babilonia Parte 4


g. La dominación asiria (745–626 a.C.)
En la época de Nabu-nasir (Nabonasar), aproximadamente, cuyo reinado (747–735 a.C.) marcó el comienzo de una nueva era, comenzó una prolongada lucha de Babilonia para independizarse de Asiria. Tiglat-pileser III de Asiria se proclamó “Rey de Sumer y Acad”, tomó las manos de Bel (= Marduk) y de este modo reclamó el trono en la ciudad de Babilonia en el 745 a.C., usando su otro nombre Pul(u) (1 Cr. 5.26). Quince años después tuvo que llevar el ejército asirio para luchar contra el rebelde Ukin-zer de Bit-Amuk-kani. Lo derrotó en Sapia y deportó muchos prisioneros. Un jeque rival, Marduk-apla-iddina II, del distrito del S de Bit-Yakín, le pagaba tributo a Tiglat-pileser en esta época (Iraq 17, 1953, pp. 44–50). Sin embargo, la preocupación con el sitio de Samaria por Salmanasar V y Sargón II en 726–722 dio a Marduk-apla-iddina ( Merodac-baladán) su oportunidad para intrigar. Durante diez años (721–710 a.C.) mantuvo el trono en la ciudad de Babilonia, hasta que el ejército asirio atacó Der, derrotó a Humbanigas de Elam, y ocupó la ciudad. El ejército asirio se corrió hacia el S, pero Merodac-baladán fue mantenido como gobernante local. Dice mucho en favor de la diplomacia de Sargón el que lo haya retenido como súbdito leal durante el resto de su reinado.

Al morir Sargón en 705 a.C., empero, Merodac-baladán volvió a intrigar contra sus amos, y es probable que haya sido él, más bien que Ezequías, el que inició las tratativas para una alianza contra Asiria (2 R. 20.12–19; Is. 39). La oposición de Isaías estaba bien fundada, porque los babilonios mismos pusieron a su propio conciudadano Marduk-zakir-sum en el trono en el 703 a.C. Esto liberó la mano de Merodac-baladán y se hizo proclamar rey de la ciudad de Babilonia, aun cuando vivió en la ciudad más acogedora de Borsippa. Senaquerib marchó contra él, derrotó a los rebeldes y a sus aliados elamitas en batallas libradas en Cuta y en Kis, y entró en Babilonia, donde puso en el trono al proasirio Bel-ibni. Bit-Yakín fue saqueada, pero Merodac-baladán ya había huido a Elam, donde murió antes de que Senaquerib pudiera reunir una fuerza naval punitiva en el 694 a.C.

Por un tiempo Esar-hadón, hijo de Senaquerib, tuvo responsabilidades especiales como virrey en la ciudad de Babilonia, y cuando llegó al trono en 681 hizo mucho para reparar los templos de la ciudad y restablecer sus fortunas. Puede haber sido en relación con esto que temporariamente deportó allí a Manasés (2 Cr. 33.11). En razón de que los elamitas siguieron instigando a las tribus babilónicas, Esar-hadón dirigió una campaña contra los “territorios del mar” en el 678 a.C. e instaló a Naid-Marduk como jefe. En mayo de 672 Esar-hadón hizo que todos sus vasallos jurasen apoyar a su hijo Asurbanipal como príncipe heredero de Asiria, y a su hijo Samas-sum-ukín como príncipe heredero de Babilonia (Iraq 20, 1958). A su muerte en el 669 este arreglo entró en vigor y dio buen resultado bajo la influencia de la reina madre. No obstante, para el 652 a.C. el hermano gemelo en la ciudad de Babilonia se declaró en rebelión abierta contra el gobierno central, y su muerte siguió al saqueo de la ciudad en el 648. Asurbanipal atacó Elam también y capturó Susa, de donde fueron llevados prisioneros, juntamente con rebeldes babilonios, para ser ubicados en Samaria (Esd. 4.2). Kandalanu fue designado virrey de Babilonia (648–627 a.C.), mientras que Asurbanipal mantuvo el control directo del centro religioso de Nipur. Estas preocupaciones en el S desviaron la atención de Asiria del O, y las ciudades-estados en Palestina pudieron dar pasos tendientes a obtener la independencia bajo Josías. El final del reinado de Asurbanipal es oscuro, pero puede haber ocurrido poco después de la muerte de Kandalanu. En el interregno que siguió, las tribus locales se reunieron para apoyar al caldeo Nabopolasar contra el asirio Sin-sar-iskún.

h. El período neobabilónico (caldeo) (626–539 a.C.)
Nabopolasar, gobernador de los “territorios del mar” cerca del golfo Pérsico, era caldeo (kaldu, de donde Caldea), ocupó el trono en la ciudad de Babilonia el 22 de noviembre del 626, y de inmediato hizo la paz con Elam. Al año siguiente derrotó a los asirios en Sallat, y para el 623 Der se había librado de su yugo. La Crónica babilónica, la fuente principal y fidedigna para este período, guarda silencio sobre los años 623–616 a.C., época para la cual Nabopolasar había echado a los asirios hacia los ríos Éufrates y Tigris. En el 614 los medos se unieron a los babilonios para atacar Asur, y los mismos aliados, tal vez con apoyo escita, capturaron Nínive en el verano del 612 a.C., tras lo cual los babilonios persiguieron a los refugiados hacia el O. Las campañas babilónicas en Siria fueron seguidas del asalto a Harán en el 609 y de incursiones contra las tribus serranas septentrionales en 609–606 a.C. Nabopolasar, ya anciano, confió el ejército babilónico al príncipe heredero Nabucodonosor, quien luchó contra los egipcios en Kumuhi y Quramati (Éufrates superior).

En mayo-junio de 605 a.C. Nabucodonosor hizo un ataque sorpresivo a Carquemis, saqueó la ciudad, y aniquiló al ejército egipcio en Hamat. Por ello los babilonios se dedicaron a saquear toda la Siria hasta la frontera con Egipto, pero no parecen haber invadido la zona montañosa de Judá (2 R. 24.7; Jos., Ant. 10.6; cf. Dn. 1.1). Joacim, vasallo de Necao II, se sometió a Nabucodonosor, quien se llevó rehenes, incluido Daniel, a Babilonia. Mientras estaba en Palestina, Nabucodonosor tuvo conocimiento de la muerte de su padre (15 de agosto de 605 a.C.) y de inmediato cruzó el desierto para “tomar las manos de Bel”, y de este modo reclamar el trono, el 6 de setiembre de 605 a.C.

En el 604 a.C. Nabucodonosor recibió el tributo de “todos los reyes del territorio hatti (siropalestino)”, entre los que debe haber estado Joacim. Ascalón, empero, se negó y fue saqueada, hecho que tuvo profunda repercusión sobre Judá (Jer. 47.5–7). Una carta aramea pidiendo auxilio al faraón para defenderse del ejército babilónico que avanzaba puede referirse a dicha época (cf. DOTT, pp. 251–255). En el 601 los babilonios lucharon contra los egipcios, y ambas partes sufrieron grandes pérdidas; los babilonios no volvieron a salir durante el año siguiente, con el fin de reacondicionar su ejército. Probablemente fue como resultado de esto que Joacim, desoyendo a Jeremías (Jer. 27.9–11), transfirió su lealtad a Necao II después de haber estado sometido a Babilonia durante tres años (2 R. 24.1).

Como preparación para realizar futuras campañas el ejército babilónico atacó a las tribus árabes en 599/8 (Jer. 49.28–33). En el mes de Quisleu de su séptimo año (dic. de 598) Nabucodonosor sacó su ejército una vez más y, según la Crónica babilónica, “sitió la ciudad de Juda, capturándola en el segundo día de Adar. Capturó a su rey, designó un gobernante elegido por él y, habiendo tomado muchos despojos de la ciudad, lo mandó todo a Babilonia” (MB 21946). La caída de Jerusalén el 16 de marzo de 597, la captura de Joaquín, la designación de Matanías-Sedequías, y el comienzo del exilio judío están, por lo tanto, registrados como en el AT (2 R. 24.10–17; 2 Cr. 36.8–10).

Al año siguiente Nabucodonosor parece haber marchado contra Elam (cf. Jer. 49.34–38). La Crónica babilónica está trunca a partir del 595 a.C., pero Jeremías (52.3ss; 2 R. 25.7) registra otras operaciones babilónicas contra Judá cuando se rebeló Sedequías. Jerusalén fue destruida en 587 a.C. y otra deportación tuvo lugar en 581 (2 R. 25.8–21), con lo cual Judá quedó como provincia dependiente bajo Gedalías (w. 22–26). Hay un texto babilónico que ofrece un vistazo de una invasión a Egipto en 568–7 a.C. (Jer. 46). El exiliado Joaquín, a quien se menciona en tablillas para raciones encontradas en Babilonia (fechadas 595–570 a.C.), fue tratado favorablemente por el sucedor de Nabucodonosor, Amel-Marduk ( Evil-merodac, 562–560 a.C.; 2 R. 25.27). Este rey fue asesinado por el yerno de Nabucodonosor, Neriglisar ( Nergal-sarezer, 560–556 a.C.), que hizo campañas en Cilicia con el objeto de detener el naciente poderío de Lidia. Su hijo, Labasi-Marduk, reino sólo 9 meses hasta que Nabonido tomó el trono e inmediatamente marchó a Cilicia, donde, según Herodoto, medió entre Lidia y Media. Está última luego amenazó la Babilonia imperial, de la que Nabonido fue expulsado debido a que el pueblo no quiso aceptar sus reformas. Hizo campañas en Siria y el N de Arabia, donde vivió en Tema por diez años mientras su hijo Belsasar actuaba como corregente en la ciudad de Babilonia. Alrededor del 544, cuando su pueblo y los reyes de Arabia, Egipto, y los medos adoptaron una actitud favorable, Nabonido regresó a su capital (AS 8, 1958), pero para esa época el país estaba debilitado y dividido.

i. Los Aqueménidas (539–332 a.C.)
Ciro, que se había apoderado de Media, Persia, y Lidia, entró en la ciudad de Babilonia el 16 de octubre de 539 a.C., después que la hubo capturado su general Gobrias. El curso del río Eufrates había sido desviado en Opis para permitir que los invasores penetraran las defensas a lo largo del río seco. Belsasar fue muerto (Dn. 5.30) y Nabonido fue exiliado a Carmania. El criterio de considerar a Darío el medo como Ciro (según Dn. 6.28) o como Gubaru no deja de ser una posibilidad.

El reinado de Ciro en la ciudad de Babilonia (539–530 a.C.) fue justo y favorable para con los judíos, cuyo retorno del exilio alentó (Esd. 1.1–11; cf. Is. 44.24–28; 45.13; Mi. 5). Por un lapso breve su hijo Cambises actuó como corregente hasta que murió su padre peleando en las montañas del NE. Invadió Egipto, pero su muerte (522 a.C.) provocó una insurreccion, y los que pretendían el trono se apoderaron del mismo (AJSL 58, 1941, pp. 341ss), hasta que en dic. de 522 Darío I restableció la ley y el orden. Durante su reinado (522–486 a.C.) permitió a los judíos que reedificasen el templo en Jerusalén bajo Zorobabel (Esd. 4.5; Hag. 1.1; Zac. 1.1).

En adelante la tierra de Babilonia fue gobernada por reyes de Persia; Jerjes ( Asuero, 486–470 a.C.), Artajerjes I (464–423 a.C.) y Darío II (423–408 a.C.), quien podría ser el “Darío el persa” nombrado así en Neh. 12.22, para distinguirlo de “Darío el medo”.

Después de la captura de Babilonia, la que planeaba reedificar, Alejandro III (Magno) gobernó la ciudad (331–323 a.C.) y fue seguido por una línea helenística; Felipe Arrideo (323–316 a.C.) y Alejandro IV (316–312 a.C.). El país pasó luego a manos de los Seléucidas (312–64 a.C.) y luego a los partos (arsácidas) y sasanios hasta su conquista por los árabes en el 641 d.C.

Desde el período neobabilónico en adelante hubo una cantidad de asentamientos judíos en Babilonia, que mantenían vínculos con Judea (Hch. 2.9), y después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. tuvieron influencia en relación con la diaspora.

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