Los Animales - Parte 3



Aun cuando la arqueología es rica en herramientas y otros objetos hechos con huesos de ovejas, no hay referencias bíblicas sino al uso de los cuernos de carneros como recipientes para aceite (1 S. 16.1) y como instrumentos musicales (Jos. 6.4, etc.).

En toda la Biblia la oveja tiene significación metafórica, y en el NT las únicas referencias que no son enteramente figuradas se refieren a su venta en el templo (Jn. 2.14, etc.). Las ovejas constituyeron siempre parte integrante del escenario bíblico, en el que el pastor conduce y protege sus ovejas y les construye rediles. Por lo tanto no debe sorprendernos el que la oveja se use invariablemente como figura del hombre: indefensa, fácilmente descarriable, que se deja llevar con facilidad, que es esencialmente sociable, incapaz de bastarse a sí misma o volver sola al redil, p. ej., Is. 53.6: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino. “La otra perspectiva, la del hombre restaurado, se menciona en el Sal. 23, escrito por David tomando como base su experiencia juvenil como pastor. El NT elabora la gran paradoja de Jn. 1.29, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo,” y Jn. 10.14, “Yo soy el buen pastor”, con Ap. 5.6, “estaba en pie un Cordero, como inmolado”.

El significado de la tarea de separar las ovejas de las cabras (Mt. 25.32) se aclara cuando se inspecciona un rebaño mixto; pueden parecerse mucho, y es preciso examinarlas muy de cerca para poder distinguirlas. Del pasaje altamente metafórico de Cnt. 4.2 basta decir que si bien la frase “todas con crías gemelas” es una traducción discutida, la ambición del pastor es que todas las ovejas hembras tengan corderos gemelos y que no pierda ninguno por aborto.

GANADO VACUNO. “Ganado” viene del verbo ganar, y al comienzo el ganado constituía la principal fuente de riqueza. Este uso se acerca al del heb. miqneh. Hoy el término se aplica fundamentalmente al ganado vacuno, salvaje o domesticado, e. d. a los integrantes de la familia del buey, pero las referencias bíblicas se limitan a los animales domésticos. Diez palabras heb. se aplican al ganado vacuno, que entre todas se mencionan más de 450 veces. Las siguientes son las más importantes: behema (sing. y colectivo) denota animales domésticos de gran tamaño y no sólo bovinos; sor, generalmente toro, aunque ocasionalmente hembra, es la palabra básica para un ejemplar individual; baqar es otro término colectivo para ganado cornudo adulto, trad. con frecuencia manada, mientras que beir es un término colectivo utilizado principalmente para bestias de carga, entre las que podrían estar incluidos los bueyes; par es toro (su forma femenina, para, se emplea con referencia a la vaca alazana de Nm 19); cegel y cegla (fem.) (de una raíz que significa “rodar”) se usan para animales jóvenes; meri, trad. “bestia gorda”, casi siempre se refiere a animales para sacrificios.

Se utilizan seis palabras gr.: damalis, la vaca (alazana); thremma, mosjos, y sitistos se refieren fundamentalmente a ganado engordado; tauros, buey; y bous, toro.

Todo el ganado vacuno doméstico deriva según se cree del uro o buey salvaje. Fue domesticado primeramente en la era neolítica, probablemente en varias partes distintas del mundo en forma independiente, y con posterioridad a las ovejas y las cabras. La razón principal de su domesticación fue la obtención de carne; luego las vacas se usaron para la obtención de la leche y los toros con fines de tiro, lo cual aumentó considerablemente las extensiones de tierra cultivable. Su tamaño, y la necesidad de contar con buen pastoreo, limitaban la posibilidad de criarlos, y se desarrollaban mejor en las regiones montañosas de la Galilea superior. Sin embargo, parece que se los criaba en muchas partes en cantidades pequeñas, y siempre con múltiples fines.

Tanto en el AT como en el NT hay reglamentaciones humanitarias relativas al buey. Se lo incluía en el descanso semanal (Ex. 23.12). El buey perdido debía ser conducido a lugar seguro (Ex. 23.4). Se permitía darle de beber al ganado en el día de reposo (Lc. 13.15). Dos veces Pablo cita la admonición mosaica (Dt. 25.4) de no poner bozal al buey mientras trilla (1 Co. 9.9; 1 Ti. 5.18). Estos y otros preceptos evidencian una preocupación por el bienestar de los animales, que aun hoy es desconocida en muchos países, y que no fue reconocida en occidente sino avanzado el ss. XIX.

La CABRA fue domesticada en la antigüedad – a partir de la CABRA MONTÉS (Capra aegagrus) – y resultó un animal útil para los patriarcas (Gn. 15.9), por cuanto aunque se la criaba juntamente con la oveja, tenía la ventaja de que podía alimentarse en terrenos más pobres. El relato de Jacob y Esaú (Gn. 27.9) recalca su valor como carne, pero normalmente sólo el cabrito se usaba como alimento. Las cabras proporcionaban leche, las pieles se usaban para hacer cueros y odres, y el pelo de algunos tipos se empleaba para hacer telas; pero las cabras también han provocado incontables daños en lugares donde se las ha introducido y donde no se las ha controlado debidamente. Esto es así especialmente en lo que respecta a las tierras montañosas del E del Mediterráneo, con veranos cálidos y húmedos y lluvias invernales.

Como cabría suponer, un animal tan importante tiene todo un conjunto de nombres heb. para el macho (safir, sacfir, tayis, la hembra (cez, scecira), el animal joven (gedi, gedi, izzim), etc. Además, dos sustantivos colectivos, son o sgon, ‘manada’, y seh o se, ‘miembro de la manada’, se encuentran con mayor frecuencia que cualquier otro nombre. A menos que se las especifique agregando los vocablos cez, ‘cabra’, o kebes, ‘oveja’, dichas palabras pueden referirse indistintamente a ovejas o cabras, o a una combinación de las dos. Por ello a menudo es difícil hablar de cifras relativas.

El CERDO doméstico de Palestina procede del Sus scrofa, el jabalí de Europa y el Asia occidental. A los hijos de Israel se les prohibió que comieran la carne del cerdo (hazir, Lv. 11.7; Dt. 14.8). Esto se debía a dos razones sanitarias. Primero, el puerco, como que frecuentemente se alimenta de carroña, puede entrar en contacto con residuos infectados y ser portador físico de la infección o contagiarse él mismo. Segundo, aloja la tenía que produce la triquinosis; la tenía pasa una etapa en la musculatura del cerdo y sólo puede transmitirse por ingestión. Luego las tenias invaden diversos tejidos en el hombre y hasta pueden causarle la muerte. El cocimiento adecuado mata la tenía, pero esto no siempre resulta factible cuando escasea la leña, de modo que únicamente la prohibición total resulta efectiva. Esta relación sólo llegó a comprenderse en el ss. XX.

Esta prohibición se transformó en una especie de repugnancia a nivel nacional para los judíos, y el cerdo llegó a simbolizar lo despreciable y odiado. Es así como en Pr. 11.22 se asocia a la mujer de dudosa moralidad con el cerdo, y el hijo pródigo llegó a su máxima abyección cuando tuvo que alimentar a los cerdos (joiros) de un gentil (Lc. 15.15). En la época del NT los hatos eran mantenidos por las comunidades gentiles locales (Mt. 8.30ss, etc.). El ruego de los demonios, de que fuesen enviados a un hato de cerdos que se encontraba en las cercanías, no podía resultar extraño a un judío, que consideraba los cerdos y los demonios como seres del mismo orden. Así también, en Mt. 7.6 Jesús advierte a sus seguidores que no deben echar perlas delante de los cerdos. El autor de 2 P. 2.22 considera a los falsos maestros como los que se volverán a su (cochina) naturaleza pagana.

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