Hablando Árabe En Chile


Durante casi seis siglos se impuso la riqueza cultural árabe desde los Pirineos a Indonesia. Los islamistas poblaron el castellano con unas cuatro mil palabras, modificadas por su sintaxis, dieron nombre a muchas cosas, lo hicieran más rico en sustantivos. Por eso, sin darnos cuenta, hoy hablamos su lengua. Un cargador o sembrador, un gañán, usa la lengua árabe cuando dice el nombre de limones, sandias y limas; aceitunas y achicorias; alcohol, jarras, garrafas y damajuanas; albóndigas, atunes, albacoras, arroz y romanas. Cualquier mujettefinada hablará de sus alhajas; de los ajuares, argollas y quilates; de jaquecas, alfombras, almohadas y divanes; el azabache, las muselinas y los naipes; del laúd y el rabel; de azulejos y marfiles. Contará de sus talcos, de sus tareas, de algunos fulanos burdos y de menganos macabros... Y en todo eso sólo habrá usado vocablos árabes, o algunos pocos de otras lenguas que ese pueblo arabizó y luego regalaría a Europa. Los más jóvenes, naturalmente, preferirán hablar de la arroba (arrobha); del Zorro y el pintoresco Bodoque; del chulo y el sheriff (el jerife); del barrio, el jarabe y el tambor. Ellos lanzarán 'carcajadas", producirán "algarabía", sin saber mucho, quizá, de ese imperio que llevó dicho arsenal de palabras a España. Ni menos que ese pueblo estuvo en Europa, pero no de visita; que nunca se fue; que habita hasta hoy en sus culturas.
Por eso, todo campesino chileno nos hablará entusiasmado de las fondas sin saber que nacieron como fundar campamentos levantados en los oasis, donde alojaban y comerciaban las sedientas caravanas de camellos, Y en el campo escucharemos decir berenjena, bujía, choza, almacén; azafrán y marmita; azotes y azúcar; escabeche y azotea... Todo en árabe, tan árabe como arrear o gritarles ¡arre! a las vacas; como pronunciar res, zorzal, maquila, racha, zarza, almacigo, zanja, de balde... Todo, sin moverse un milímetro del árabe El alcalde y el alcaide; el alfeñique y el mezquino; la aldea y los adobes; la noria y la romana; el algarrobo y la alfalfa; el alicate y la alpargata; el arsenal y el ataúd; la alcachofa y el alerce. El jefe de ese campesino también hablará algo de árabe al usar las palabras cifras, guarismos y alquileres; aduana, dársenas, aranceles, tarifas, albur. Y al pensar en la salud, posiblemente preguntará del Auge, porque quien escogió ese nombre claro debió ignorar que auch nos acerca más al cielo que a la Tierra. Auge o auch es el lugar más alto del cielo en astronomía. No un buen lugar de la Tierra, La explicación es simple: como sabemos poco de esa lengua, poco sabemos de la nuestra.

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