Fe en acción



¿Por qué Santiago dice que “el 
hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe”? (Santiago 2:24)

Por lo general, se ha creído que Santiago 2:14-26 corrige el énfasis paulino exclusivo en la justificación por la fe. La mayoría de los estudiosos actuales están en desacuerdo con esa declaración, y yo coincido. Para entender el argumento de Santiago, tenemos que recordar el contexto general y el propósito de su carta. En segundo lugar, debemos entender que diferentes escritores bíblicos a veces pueden usar la misma terminología con un sentido diferente o énfasis particular. Esto también lo determina el contexto. Sería bueno que lea Santiago 2:14-26 antes de continuar.

1. La principal preocupación de Santiago: El mensaje de Santiago es de naturaleza sumamente práctica; habla de los sufrimientos y pruebas de la comunidad de creyentes y de la opresión potencial y real de la estratificación social. Está interesado en el impacto social de la fe cristiana. Rechaza un tratamiento preferencial basado en las riquezas o el estatus social (Sant. 2:1-7) y condena la explotación social y el abuso de los pobres (Sant. 5:1-6). Para Santiago, la fe cristiana no puede desentenderse de la sociedad, mientras defiende al mismo tiempo su relevancia. El mensaje teológico de Santiago está embebido de preocupación por una religión que sea parte de la misma trama social. Esto significa que todo lo que dice Santiago en esta sección, debe ser relacionado con esa gran preocupación.

2. Fe y obras: El pasaje en consideración tiene que ser leído en su contexto. Hay que determinar cómo utiliza Santiago la palabra “fe”, lo que no es difícil de hacer. No la utiliza de la manera salvífica tradicional sino como conocimiento y convicción interior. En otras palabras, esta no es la fe primordial que ponemos en Jesús, sino las convicciones religiosas que no determinan la conducta. Esto queda más claro cuando escribe: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (vers. 19). La fe es estar persuadido de que nuestras convicciones son correctas; los demonios pueden tener este tipo de conocimiento. Esta clase de fe es inútil en la vida cristiana si nos lleva a una actitud de indiferencia hacia las necesidades de los demás (vers. 14-16, 20). Santiago sostiene que la fe sin obras es muerta (vers. 17).
En efecto, aducir que la fe existe sin obras es similar a sostener que el cuerpo podría existir de manera independiente del espíritu. Uno no puede existir sin el otro. La fe y las obras constituyen una unidad indivisible en la vida cristiana (vers. 26); las obras hacen visible nuestra fe (vers. 18) y son la evidencia de la presencia de la fe en el creyente.

3. Fe y justificación: Bajo la influencia de Pablo, se entiende por lo general a la justificación como la absolución de los pecadores arrepentidos ante el tribunal divino, al comienzo de la vida cristiana, independientemente de las obras.
Santiago no está negando esa creencia, pero tampoco se está refiriendo a ese tema en particular. Escribe a los miembros de iglesia, a individuos que ya habían sido justificados por fe en Cristo. El problema de ellos es que la fe no está teniendo efecto en su forma de vivir la vida cristiana. A ellos, Santiago les dice: “El hombre es justificado por las obras y no solo por la fe”.
El elemento más importante en este versículo es la frase “es justificado”. Como por el contexto vemos que la presencia de fe es vista o demostrada por medio de obras, la frase “es justificado” probablemente signifique “mostrar, demostrar lo que significa ser justo”. El verbo posee un significado demostrativo, es decir, los creyentes muestran/demuestran que han sido justificados no solo al afirmar que tienen fe, sino más específicamente por lo que hacen. Esta fue la experiencia de Abraham y Rahab, que demostraron su justicia por obras (vers. 21, 25). Estas no son las obras de la ley por medio de las cuales algunos, según Pablo, buscaban ser justificados. Santiago está hablando de lo que Pablo denomina “buenas obras”. Ambos estarían de acuerdo en que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efe. 2:10).
El mensaje de Santiago es repetido en Apocalipsis 3:15-18, y nos desafía a permitir que nuestra fe, por medio del poder del Espíritu, se exprese en la verdadera conducta cristiana y en un sincero interés por los pobres y oprimidos. Después de todo, “¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras?” (Sant. 2:14).

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