La verdad acerca de la MISA



¿Tiene el sacerdote el poder de convertir los elementos del pan y el vino, literalmente, en cuerpo y sangre de Cristo durante el rito de la misa? ¿Está la creencia católica de la transustanciación basada en las Escrituras? Si Cristo rompió el pan, ¿por qué los sacerdotes católicos sirven una hostia completa? ¿ Por qué es de forma redonda? Las letras místicas I. H. S., qué significan? ¿Era ese elaborado ritualismo parte del culto de la Iglesia primitiva?

En la noche que el Señor fue traicionado, leemos que «Jesús tomó el pan y bendijo y lo partió y dio a sus discípulos y dijo: Tomad, comed: este es mi cuerpo. Y tomando el vaso y hechas gracias, les dio diciendo: Bebed de él todos; porque esta es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados» (Mateo 26: 26-28). En este pasaje de las Escrituras, Jesús usó la expresión «este es mi cuerpo» refiriéndose al pan y refiriéndose al vino, dijo: «ésta es mi sangre». La Iglesia Católica Roma insiste que cuando el vino y la hostia son consagrados por el sacerdote, ¡se convierten en la verdadera carne y sangre de Cristo! Esto es conocido como la transustanciación. ¿ Pero pueden un pedazo de pan o una copa de vino convertirse verdaderamente en la carne y sangre del Señor? ¿Es esto lo que el Señor quiso decir?

A los que estudian todo lo que la Biblia dice acerca de este asunto, se les hace notorio que nuestro Señor habló de su cuerpo y de su sangre en un sentido simbólico. Simplemente quiso decir que aquellos elementos representaban simbólicamente su cuerpo y su sangre. Sabemos que estos elementos no se convirtieron en la propia sangre y cuerpo de Cristo cuando El los «bendijo» porque El (personalmente) estaba aún allí! Estaba sentado ante ellos antes, durante y después de que tomaron del pan y la copa. ¡No se cambió de una persona a un líquido ni se transformó en pan! Su carne estaba todavía sobre sus huesos y su sangre corría por sus venas. Como persona, no había desaparecido para reaparecer en forma de pan y de vino. No, cuando Jesús habló del pan y del vino como su cuerpo y su sangre, estaba usando un lenguaje simbólico. Este tipo de simbolismo es usado frecuentemente en la Biblia.

En cierta ocasión, tres de los amigos de David le oyeron expresar su gran deseo por beber agua del pozo de Belén. Con gran peligro, estos hombres atravesaron las avanzadas de los filisteos y le llevaron el agua. Cuando David se enteró de que estos hombres arriesgaron sus vidas de tal forma, rehusó beber del agua diciendo: «¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron con peligro de su vida?» (2.do de Samuel 23: 17). Nadie supone que David quería decir que el agua era materialmente sangre. No, él usó la expresión en forma figurada.

De la misma manera la Biblia menciona en forma figurada el acto de comer un cuerpo, beber sangre o de tener hambre y sed de justicia, etc. Todas estas frases son usadas como expresiones simbólicas. Jesús dijo una vez: «Yo soy la puerta» (Juan 10:9). Es evidente que nadie supone que el Señor se convirtiera, efectivamente, en una puerta. Es evidente que esta expresión es figurativa. En otra ocasión el Señor dijo: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos» (Juan 15:5). ¡Ciertamente que no quiso decir que se había convertido en una vid! Las Escrituras hablan de nuestro Señor como de una roca. «y esta roca era Cristo» (l. era de Corintios 10:4). Pero también aquí se hace evidente que el Señor no es ninguna roca. Sería paganismo de la peor especie levantar una roca y decir: «esto es Dios». No, estas referencias al Señor como una roca, una vid, una puerta, etc., etc., son figurativas, simbólicas. Cuando Jesús dijo: «Este es mi cuerpo..., ésta es mi sangre», lo hizo, también, de forma simbólica.

Aun así, por espacio de muchos siglos, el romanismo ha insistido en una interpretación literal de las palabras de nuestro Señor. Creen que después de la consagración del sacerdote, el pan y el vino dejan de ser pan y vino. Pero nuestro Señor aun después de haber bendecido el sacramento, lo llamó «fruto de la vid», no su sangre (Mateo 26: 29). Si los elementos de la comunión se convierten en el mismo cuerpo y sangre de Cristo, ¿cómo podríamos tomarlo «en su nombre... hasta su regreso»? Si el vino se convirtiese en sangre durante el rito misal -como se dice ser-, entonces el tomarlo sería prohibido por las Escrituras (Hechos 15:20, etc.).

Tal vez la prueba más obvia de que la teoría católica de la transustanciación es un fraude, radica en el hecho de que no hay cambio alguno en los elementos después de su supuesta transustanciación. El romanismo admite que no hay cambios visibles en los elementos de la comunión. Tienen el mismo sabor, color, olor, peso y dimensión; después de que han sido -supuestamente- convertidos en el cuerpo y sangre de Cristo. El pan continúa en forma de pan, sabe a pan y huele a pan. Pero en la mente del católico no es pan: es el cuerpo de Jesús. Y el vino parece vino, sabe a vino, huele a vino y, si se toma en exceso, emborracha como vino. Pero el católico devoto debe creer que es la sangre -sangre divina- de nuestro Señor Jesucristo. La idea es una gran contradicción.

A pesar de esto, al católico se le exige que crea estrictamente que los elementos se convierten en realidad en el cuerpo y sangre de Cristo. Si no aceptan este dogma, ¡les dicen que se perderán eternamente! Así lo proclamó el Concilio de Trento cuando definió como doctrina oficial la transustanciación y pronunció maldiciones sobre cualquiera que la negara.

Cuando el sacerdote, supuestamente cambia el pan y el vino en sangre y cuerpo dice las palabras latinas Hoc est corpus meus. En vista de que no hay cambio alguno podemos comprender de dónde se originó la expresión Hocus-Pocus

El catecismo del Concilio de Trento mandó a los sacerdotes que explicaran que no solamente los elementos de la misa contenían a Cristo de un modo completo Por consiguiente, cuando el sacerdote lo ofrece, se cree que está realmente sacrificando a Cristo de nuevo. Por esto se llama el «sacrificio de la misa» y la «Renovación del sacrificio de la cruz». Los libros de catecismo enseñan que la razón por la cual la misa es el mismo sacrificio que el del Calvario, es porque la víctima en cada caso es Jesucristo mismo} Esta creencia es naturalmente el resultado de la doctrina de que los elementos de la comunión se convierten en un «Cristo» literalmente. Esto llevó a otro grave error: en vez de considerar el sacrificio del Calvario completo -de una vez y para siempre-, ¡la Iglesia Católica tuvo que enseñar que cada misa es una continuación del mismo sacrificio!

Esto presentó un problema teológico. ¡Si cada sacrificio de la misa es un nuevo sacrificio de Cristo, entonces ,en vez de ser ofrecido Cristo una sola vez, lo ha sido millones de veces a través de los siglos desde que murió en el Calvario! ¿Pero enseñan las Escrituras que el sacrificio del Calvario debía ser repetido, o fue una obra completa de una vez por todas?

Notemos el testimonio bíblico de Hebreos 9: 25, 28; ..,. aquí hallamos una comparación del único sacrificio de Cristo con los numerosos sacrificios del Antiguo Testamento. Nuestro Señor no tuvo necesidad de ofrecerse muchas veces (como los sacerdotes hacían sacrificios continuos en la antigüedad). sino una vez para deshacer el pecado a través del sacrificio de sí mismo. «De manera que está establecido a los hombres que mueran una vez... Así Cristo fue ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; la segunda vez sin pecado, será visto de los que le esperan para salud.»

En el Antiguo Testamento se debían ofrecer constantes sacrificios porque éstos no eran perfectos. Sin embargo, cuando el sacrificio perfecto fue realizado por medio de la muerte de Jesucristo, no hubo más necesidad de repetidos sacrificios, por lo cual «somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una sola vez». Así que todo sacerdote se presenta cada día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados: «Pero éste [Jesús] habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre, está sentado... Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados». Hebreos 10: 10-14). Notemos aquí el fuerte contraste. Los sacerdotes del Antiguo Testamento tenían que «presentarse» a ofrecer muchos sacrificios. ¿Por qué? Porque ninguno de ellos era final, no era perfecto. Pero cuando Cristo presentó su sacrificio, se sentó. ¿Por qué? Porque el suyo fue final, fue perfecto, ¡fue de una vez por todas!

No hay un solo versículo en la Biblia que trate de dar la idea de que el sacrificio de Cristo tiene que continuarse. Las Escrituras continuamente indican todo lo contrario. El testimonio de la Biblia es que Cristo fue el sacrificio perfecto; porque El se dio una vez y este sacrificio agotó los pecados para siempre. Cristo no tiene que venir y ofrecerse de nuevo. Pero a los católicos se les enseña que El ha sido ofrecido en sus altares millones de veces desde que dijo: «¡Consumado es!» Ellos creen que cada misa es un nuevo sacrificio de Cristo. Para esta enseñanza se puede aplicar la siguiente Escritura: «Crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio» (Hebreos 6:6). Y esto lo hacen cerca de 100.000 veces al día alrededor del mundo en el ritual de la misa.

Después que el pan ha sido convertido en su- puesto «cuerpo de Cristo» por el sacerdote, es colocado en la patena, donde se exhibe para su adoración. Esta cajita redonda tiene un hueco interior en forma de cruz para guardar la pieza de pan «consagrada». Todo alrededor de este objeto, generalmente de plata llamada «sagrario», hay diseñados unos rayos solares. El católico debe postrarse ante este objeto y adorar a la pequeña hostia como a Dios. Este rito es muy similar a

los ritos de las tribus paganas en sus adoraciones a sus dioses. Este ritualismo idólatra es uno de los más graves errores a los cuales llevó la doctrina de la sustanciación.

La adopción de la idea de que los elementos de la santa cena se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, presentó otros problemas. Tertulio nos dice que los sacerdotes tenían mucho cuidado de que no cayeran pedazos al piso ¡porque el cuerpo de Jesús podía lastimarse! En la Edad Media hubo discusiones acerca de qué se debería hacer si una persona vomitaba después de recibir el sacramento o si un perro o un ratón llegaran -por casualidad- y se comieran el cuerpo de Dios. En el Concilio de Constanza se discutió que si un comulgante derramaba sangre (vino) sobre su barba, tanto la barba como el hombre debían ser quemados.

A fines del siglo XI, y para evitar que alguien derramara la sangre de Cristo, la Iglesia Católica empezó a retener la copa del pueblo. ¿Pero no fue posible que los primeros discípulos pudieran haber derramado la copa? ¡Nuestro Señor Jesucristo no retuvo la copa simplemente por esta razón! Finalmente, en 1415, el Concilio de Constanza negó oficialmente la copa a los legos. Hasta el día de hoy, miembros de las congregaciones católicas no beben de la copa. Solamente se le permite hacerlo al sacerdote. A los católicos se les dice que no tienen necesidad de beber de la copa puesto que la sangre está contenida en la hostia. Entonces ¿por qué 10 hace el sacerdote? ¿Por qué no come también él sólo la hostia? Y si el sacerdote puede beber vino en nombre de la congregación, entonces ¿por qué no puede comerse la hostia también por ellos?

Obviamente, la idea de que la congregación tome sólo parte de 10 que Jesús instituyó hacer, es contrario a la Biblia. Esta perversión de las claras instrucciones de la Palabra de Dios no puede venir más que del gran engañador, el diablo. Y una Iglesia que se inventa tales doctrinas no puede ser la Iglesia de la cual habla la Biblia como pura y sin mancha.

Todos estos errores mencionados fueron el resultado de la doctrina de la transustanciación, la idea de que los elementos del pan y el vino se convierten en sangre y cuerpo de Cristo. Pero ¿cómo y por qué comenzó esta doctrina en la Iglesia Católica? Parece evidente que el adoptar la transustanciación en la Iglesia Romana fue otro compromiso hecho con el paganismo, porque las religiones paganas tenían ideas muy similares a la teoría de la transustanciación. En el notable escrito de la Enciclopedia de Religiones y Etica, de Hasting, hay un gran número de páginas dedicadas a un artículo titulado “Comiéndose a Dios”. Estas páginas abundan en evidencias de los ritos de transustanciación pagana existentes entre las tribus y religiones de muchas naciones.

El historiador Durant nos dice que la creencia en la transustanciación, como se practica por la religión católica, es “una de las ceremonias más antiguas de las religiones primitivas” Un tipo de eucaristía era celebrado en Egipto, por ejemplo, en el cual un pedazo de pastel era consagrado por un sacerdote y se suponía que se convertía en el cuerpo de Osiris. Después se comía y se tomaba vino como parte del rito.

Los pasteles y la bebida Haoma de Mitra, lo mismo que la idea de la transustanciación, eran parte de la religión del mitraísmo y eran similares a los de la eucaristía católica de hoy. El que estas ideas eran creídas en la Roma pagana, se prueba por la Pregunta retórica de Cicerón acerca del pan de Ceres y el vino de Baco.

Aun en México y América Central, entre los que nunca habían oído de Cristo, existía la creencia de comerse el cuerpo de su divinidad. Cuando los misioneros católicos desembarcaron en México y centro América tuvieron una gran sorpresa cuando vieron un rito religioso que les recordaba la comunión.

Una imagen hecha de harina que después de ser consagrada por los sacerdotes era distribuida entre el pueblo, el cual comía de esta declarándolo como el cuerpo de su dios.

En una u otra forma, pues, la idea de comer el cuerpo de Dios se desarrolló en muchas tribus y religiones. Cuando roma conquistó el mundo, absorbió muchos de los ritos de los cultos paganos en su sistema religioso. Mas tarde, los dos sistema fueron consolidados. Lideres de la iglesia apostata disfrazaron los ritos paganos con nombres cristianos ¡ y esta mezcla engañosa ha confundido al mundo entero! Con el fin de convencer a los paganos y los que creían en Cristo como la iglesia apostata de roma adoptó la idea de comer y beber el cuerpo y sangre de su Dios. Y así la doctrina pagana de la transustanciación entro en la iglesia profesante.

Pero además de estas pruebas básicas de cómo los ritos paganos fueron mezclados en la Iglesia, hay muchos más detalles externos que lo evidencian.

La hostia que el sacerdote católico pone en la boca de los comulgantes tiene que ser redonda. Pero en la cena instituida por nuestro Señor, El tornó el pan y lo partió. ¡Ciertamente que el pan sin levadura no se puede

romper en pedazos redondos! Las Escrituras explican que el romper el pan representa el cuerpo de nuestro Señor, el cual fue destrozado por nosotros, por los crueles golpes y latigazos. Al ver que el empleo de una hostia redonda es ajeno a las Escrituras, preguntarnos lógicamente, por qué vino a ser usado en la Iglesia Católica de esta forma. Aquí nuevamente es aparente otra unión con

el paganismo. La hostia redonda no es nada más que un viejo símbolo del sol: «La hostia redonda cuya redondez es tan importante para el misterio romano -dice Hislop-, es solamente otro símbolo de Baal, o el dios-sol».

Estos pasteles redondos eran usados en los antiguos misterios en Egipto. Al escribir de estos ritos, Wilkinson dice: «El pastel delgado y redondo que aparece en todos los altares de Egipto...» Cuando los misterios llegaron a Roma bajo el nombre de mitraísmo, los iniciados recibían un pequeño pastel redondo de pan sin levadura que simbolizaba el disco solar.

Así podemos ver hasta qué punto llegó la Iglesia Romana para adoptar el paganismo, poniendo a un lado las órdenes de las Escrituras en relación con el pan quebrado y sustituyéndolo con la galleta redonda del símbolo solar del paganismo.

En 1854 se descubrió un antiguo templo en Egipto con inscripciones que muestran estos pasteles redondos en un altar. Arriba del altar hay una imagen del sol. Un símbolo similar del sol aparece encima del altar en un templo cerca de la población de Babain, en el alto Egipto, donde hay una representación del sol ante la cual dos sacerdotes están adorando.

Pero este uso de la imagen del sol encima del «altar» no se limitó a Egipto. Tan lejos de Egipto como está el Perú, en América del Sur, esta imagen era conocida y adorada Por más que los católicos reciban la hostia pensando que reciben a Cristo, su forma externa y los ritos que la acompañan proceden del cu1to a Baal. Ahora bien, cuando los israelitas del Antiguo Testamento se apartaron del Señor y adoraron a Baal, sabemos que levantaron imágenes del sol sobre sus altares. Pero durante el reinado de Josías, dichas imágenes fueron destruidas. «y derribaron delante de él los altares de los baales e hizo pedazos las imágenes del sol que estaban puestas encima...» (2.0 Crónicas 34:4). El disgusto de nuestro Dios contra tales imágenes solares usadas por su pueblo es evidente. ¿Por qué, pues, volver a las formas idolátricas que El aborrece al tratar de practicar los sagrados símbolos cristianos?

Aun hay más: el mismo tipo de imágenes solares que usaron los paganos, se hallan sobre el «altar» en la «Madre de las iglesias del catolicismo», la catedral de San Pedro, en Roma. Como lo indica la foto en la siguiente página, en el centro de la catedral, en forma de cruz, hay una gran cúpula de 95 pies de altura, la cual es sostenida por cuatro columnas, todas torcidas en forma de serpiente y cubiertas por ramas. Cerca de la cúspide de estas columnas, «encima» del altar más importante del catolicismo hay imágenes solares de igual forma a las usadas por los paganos en tiempos antiguos.

Luego, encima de la pared posterior de San Pedro -como lo indica la foto- hay otra imagen solar. Esta es una imagen del sol grande y elaborada, la cual desde el frente de la Iglesia aparece «encima» del altar mayor de la catedral. Es evidente que esto es babilónico, porque el gran templo de Babilonia también mostraba la imagen dorada del sol.

La imagen del sol en su diseño circular, encima del altar, ha sido usada repetidas veces en miles de iglesias y catedrales hasta hoy día, como puede verse en la ilustración de una iglesia en Italia. Este mismo tipo de ventana ha sido puesto encima de portones de cientos de iglesias en todo el mundo.

Pero esto también, como los otros usos del símbolo solar, no son más que la continuación del viejo simbolismo pagano. No sólo muchas iglesias exhiben este símbolo en sus entradas actualmente, sino que también lo hacían de igual manera en los viejos tiempos de Babilonia y Egipto. En Babilonia habían templos con imágenes del dios solar haciendo frente al sol del amanecer, los cuales eran puestos encima de la entrada. Un antiguo templo babilónico construido por el rey Gudea, por ejemplo, mostraba este emblema del dios solar sobre su entrada. Tomando este uso de los babilónicos, llegó a ser una costumbre para los edificadores egipcios el colocar un disco solar (algunas veces con alas, y otros emblemas) sobre la entrada de sus templos -en honor del dios sol- y para ahuyentar los espíritus malignos.

Otro símbolo del sol es un círculo con líneas cruzadas semejante a una rueda con rayos, las ruedas de una carroza. Los antiguos pensaban que el sol era una gran carroza manejada por el dios sol quien hacía su viaje a través de los cielos, todos los días y pasaba por debajo del mundo durante la noche. y así, el símbolo de la carroza solar o la rueda de la misma, llegó a ser asociado con el culto al sol. Aun cuando el pueblo de Dios mezcló la religión de Baal en su adoración, tenían «carrozas del sol», carrozas dedicadas al dios sol (2.do de Reyes 23:4-11). Pero regresando al símbolo solar de la carroza, su rueda, es interesante saber que el símbolo babilónico ha sido usado repetidamente por la Iglesia de Roma. Esta rueda solar, simbólica, puesta sobre la famosa estatua de «Pedro» en la catedral de San Pedro, representa a la misma usada en Babilonia.

Una tabla hallada en Babilonia (hoy expuesta en un museo inglés) muestra a uno de los reyes babilónicos restaurando el símbolo al dios-sol en el templo de Bel. Este símbolo solar es una cruz de ocho puntos, similar a una rueda; y la misma cruz de ocho puntos marca el pavimento de la plaza circular que está ante la Iglesia de San Pedro.

Alrededor del altar mayor de la Catedral de San Pedro (donde se dice a los católicos que se encuentra enterrado Pedro) hay un cuantioso número de imágenes solares en los diseños del piso. ¡Las pinturas románicas de María y los santos, siempre tienen el disco redondo alrededor de sus cabezas! Los sacerdotes católicos reciben la tonsura en sus cabezas, igual que los sacerdotes adoradores del sol en tiempos atrás. Las imágenes solares redondas se pueden ver encima de los altares de muchas catedrales católico-romanas y sobre las entradas de las mismas, de igual manera como se usaba entre los paganos. Todos estos usos del símbolo solar pueden parecer detalles insignificantes y casuales a primera vista, pero cuando vemos el cuadro completo, cada uno de ellos es una clave que nos ayuda para resolver el misterio acerca de la Babilonia de nuestros días.

El simbolismo solar es llevado al rito de la comunión católica no sólo en la forma redondeada de la hostia sino también con un dibujo de la cruz que ostenta la oblea. No podemos dejar de

damos cuenta de la similitud en apariencia entre las obleas redondas vistas en los dibujos de monumentos asirios. En esta escena, un hombre se arrodilla ante un rey-sacerdote debajo de una imagen solar. El segundo hombre, desde la derecha, trae una ofrenda de obleas redondas con la marca de una cruz. Es evidente que el simple hecho de que haya una cruz en la hostia católica, esto no la «cristianiza», pues la cruz era un símbolo religioso de algunas religiones, mucho antes de la Era Cristiana. Y hay pruebas de que los pasteles sagrados redondos de los misterios en Egipto eran marcados con este mismo símbolo

En la hostia redonda notamos las letras místicas I. H. S. inscritas en ella. Un estudio de estas letras nos provee con otra marca de identificación, otra clave al misterio, que demuestra la gran influencia del paganismo en la misa católica. Muchos suponen que estas letras son de origen cristiano. Se nos dice que las letras I. H. S. significan: Iesus Hominum Salvator, es decir: «Jesús, el Salvador del Hombre», o Inc Hoc Signo, las palabras que Constantino declaró haber visto en su visión.

Pero el significado de este anagrama puede ser tomado en otra forma reveladora del compromiso que Roma tomó con el paganismo. Durante los días de los emperadores romanos, existían muchos adoradores de Isis (la diosa egipcia representante de la diosa babilónica) en Roma. Al ver estas letras, el significado para ellos era Isis, Horus, Seb; en otras palabras, «La Madre, el Hijo y el Padre de los dioses», la Trinidad egipcia.

Es sólo una suposición pero el hecho innegable es que ese anagrama es de origen precristiano, pues era el del dios pagano Baccus; también aparecían en las monedas del maharajá de Cachemira.

Cuando nuestro Señor instituyó el memorial del pan y el vino, fue de noche. No lo hizo a la hora del desayuno ni del almuerzo. Y de igual manera, los primeros cristianos solían tomar la santa cena por la noche, siguiendo el ejemplo dado por Cristo mismo y por su prototipo, la pascua del Antiguo Testamento. Pero al suceder los días de la apostasía, la Cena del Señor se comenzó a celebrar durante las reuniones matinales.

¿Por qué y cómo se hizo este cambio? Como hemos visto, una de las principales ramas de los «misterios» de Roma era el mitraísmo. Esta religión practicaba ciertos ritos, similares a la comunión de los cristianos que eran observados a primeras horas de la mañana. La idea se asociaba con el sol, con el amanecer, al levantarse su dios-sol. Cuando vino la apostasía, como hemos visto, los líderes de la Iglesia hicieron muchos cambios de detalle en su deseo de mezclar ambas religiones en una sola. Y esta unión es evidente en el cambio de la Cena del Señor de la observancia nocturna a la mañana, para hacer aparentar los ritos de religiones una fe semejante a la cristiana. Las Iglesias Católico Romanas todavía tienen su misa de mañana. Y cuando llegó la Reforma protestante, los Reformadores continuaron la práctica de tomar la Santa «Cena» por la mañana, solamente que no tan temprano como lo acostumbra la Iglesia Católica Romana.

Otra doctrina tomada del paganismo (y que contribuyó a transferir la comunión de la noche a la mañana), fue la creencia de que el que participara debía ayunar antes de tomar la comunión. Naturalmente el amanecer sería una hora más propicia para satisfacer los requisitos del ayuno. Sin embargo, la idea de que una persona debe ayunar antes de recibir la comunión es muy contraria a la Biblia. ¡En que presenciaban las celebraciones en los antiguos cultos misteriosos».

Un notable escrito del catolicismo romano analiza la celebración mecánica hecha por el sacerdote durante la misa con estas palabras: «Hace la señal de la cruz, 16 veces; se voltea hacia la congregación, 6 veces; eleva sus ojos al cielo, 11 veces; besa el altar, 8 veces; dobla sus manos, 4 veces; se da golpes de pecho, 10 veces; agacha su cabeza, 21 veces; dobla una rodilla en reverencia, 8 veces; inclina sus hombros, 7 veces; bendice el altar con la señal de la cruz, 30 veces; pone sus manos debajo y sobre el altar, 29 veces; ora secretamente, 11 veces; ora en voz alta, 13 veces; toma el pan y el vino y lo convierte en el cuerpo y sangre de Cristo (?); cubre y descubre el cáliz, 10 veces; camina de un lado al otro, 20 veces; y por añadidura, efectúa otro gran número de acciones. Por encima de este complicado ritualismo, se notan el uso de las coloridas vestimentas, de los candelabros, campanas, incienso, música, cantos de duelo en latín y la vistosa exhibición por la cual es famosa la iglesia romana. ¡Qué tremendo contraste con el «simple memorial» de la Cena instituida por nuestro Señor! En esa cena, Jesús simplemente tomó el pan, dio gracias, lo rompió y lo dio a Sus discípulos. De igual manera, tomó la copa de la cual bebieron todos. ¡Ningún ritualismo elaborado! ¡Ningunas normas ni ceremonias! Ni aire de hechos misteriosos.

Pero no estando contentos con la simple y sincera cena memorial de Cristo, la Iglesia Romana trató de competir con los elaborados ritos paganos. De esta manera fue cómo y por qué el ritualismo vino a ser mezclado con la Cena del Señor, y esta mezcla produjo la ceremonia romana conocida como la Misa. ¡Pero la adopción de este ritualismo es una indicación muy clara de cuánto se ha rebajado la iglesia apóstata imitando a las religiones paganas!

Puesto que los ritos de los paganos eran en honor de los dioses o demonios que estaban detrás de este culto, como explica el apóstol Pablo en su carta a los corintios, no es extraño que escriba: «La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?.. Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican y no a Dios y no querría yo que vosotros fueseis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios: no podéis ser partícipes de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios». (l. Cor. 10: 16-21). En el siguiente capítulo, Pablo dio instrucciones a la iglesia de Corinto, acerca de la observación correcta de la Cena del Señor. Posiblemente en aquella temprana época del cristianismo había una tendencia entre aquellos cristianos de Corinto de mezclar la verdadera Cena del Señor con los falsos ritos del paganismo. La siguiente tabla muestra una comparación entre la comunión instituida por Cristo y la misa católica de hoy:

EN LA CENA DEL SEÑOR:

Se rompe el pan.

Se tomaba por la noche. Se tomaba después de la cena.

Instituida por Jesús.

El pan y vino representan el cuerpo y sangre de Cristo.

Se tomaba el pan y el vino.

Representa una obra terminada y un sacrificio perfecto.

Se daba una simple bendición en oración a Dios sobre los elementos.

Es una simple comida simbólica.



EN LA MISA CATOLICO ROMANA:

Se sirve el pan completo/redondo en obleas preparadas mecánicamente.

Se toma al amanecer. Se toma en ayunas.

Una mezcla de paganismo.

Se dice que el pan y el vino se convierten en cuerpo y sangre.

Sólo el pan puede ser tomado por la congregación.

Se piensa que cada misa es un nuevo sacrificio de Cristo.

Se cantan largas oraciones por los vivos y los muertos.

Se practicaban ritos elaborados, difíciles de aprender por el oficiante novel.

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