20 de agosto de 2009
El Hijo, la Mujer y el Dragón
Apocalipsis 12 resume, como ningún otro pasaje de la Escritura, la batalla cósmica entre Dios y las fuerzas del mal. Nos muestra el primer conflicto, en el mismo cielo, y luego revela el encuentro Final entre el dragón y el remanente. El pasaje identifica claramente a los protagonistas Dios, el Hijo, la mujer y el dragón y hace patente el hecho de que la victoria pertenece a quienes se identifican con la causa del Hijo y rechazan los planes malignos del dragón. Ellos triunfan sobre todo poder diabólico a través de la sangre inmaculada y expiatoria del Cordero.
Al interpretar Apocalipsis 12 usaremos la misma metodología que empleamos con las profecías apocalípticas de Daniel y con el sermón de Cristo en el monte de los Olivos. El contenido de Apocalipsis 12 provee una secuencia cronológica [93]de eventos históricos: la mujer que da a luz al Mesías, el ataque del dragón contra el Hijo, el Hijo llevado al cielo, el dragón ataca a la mujer, y el dragón transfiere su ira sobre el remanente de la mujer. La profecía nos hace retroceder hasta el nacimiento de Jesús y de allí pasa a su ascensión y a la era cristiana, llegando a su clímax con el ataque del dragón contra el pueblo remanente de Dios en el tiempo del Fin.
Los primeros seis versículos de Apocalipsis 12 introducen los temas que luego des-arrollan los versículos 7 16. El versículo 17 introduce un tema que se explora en los siguientes tres capítulos del libro. El siguiente cuadro muestra la forma como Juan organizó el contenido de esta profecía apocalíptica.
Contenido de Apocalipsis 12
Asunto Introducción Desarrollo
Ataque del dragón contra el hijo Apoc. 12:3-5 Apoc. 12:13-16
Ataque del dragón contra la mujer Apoc. 12:7-12 Apoc. 12:17
Ataque del dragón contra el remanente Apoc. 12:6 Apoc. 13,14
Los protagonistas
Cualquier batalla involucra a más de una persona, y en el caso del conflicto entre el bien y el mal, todo el universo se halla implicado. Apocalipsis 12 menciona a los prin-cipales personajes en esa confrontación, quiénes son ellos y cuáles son sus funciones particulares.
La mujer
El primer personaje introducido al comienzo de la profecía es una mujer bellamente vestida. La Escritura usa con bastante fre[94]cuencia el símbolo de una mujer para representar al pueblo de Dios (Isa. 54:1, 5; 2 Cor. 11:2). La frase "vestida del sol pare-ce regresar al lenguaje usado para describir a Dios cuando se aparecía a los seres humanos. Habacuc escribió: "Dios vendrá de Temán... su gloria cubrió los cielos... y el resplandor fue como la luz; rayos brillantes salían de su mano, y allí estaba escon-dido su poder" (Hab. 3:3, 4). Durante la transfiguración, el rostro de Jesús resplande-ció "como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz" (Mat. 17:2). A veces la Biblia describe a los siervos de Dios reflejando la luz o la gloria del sol. Dios dijo a David: "Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes" (2 Sam. 23:3, 4). El Señor comparó con el esplendor del sol a quienes en su trato con otros revelan la justicia de Dios.
Isaías profetizó el tiempo cuando la gloria del Señor, representada nuevamente por el resplandor del sol, sería reflejada por su pueblo para beneficio del mundo: "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amane-cerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento" (Isa. 60:1 3). En Apocalipsis 12:1 encontramos el cumplimiento de esa profecía bajo el símbolo de una mujer el pueblo de Dios , quien refleja al mundo la luz del Sol de justicia (Mal. 4:2; cf. Mat. 12:43). Dios describe a su pueblo en términos de su ideal para ellos.
El pasaje asocia otros dos símbolos con la mujer: la luna y una corona de 12 estrellas. Las 12 estrellas simbolizan el pueblo de Dios a quien la mujer representa (e.g., Gén. 37:9; Dan. 12:3). La imagen de la luna bajo sus pies es difícil de interpretar, pero podría representar la permanencia del reino mesiánico. La Escritura considera al sol y a la luna como símbolos de permanencia, y emplea a ambos para describir la dinastía de David en Salmos 89:35 37: "Una vez he jurado por mi santidad, y no men[95]tiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. Co-mo la luna será firme para siempre, y como un testigo Fiel en el cielo". El escritor bíblico coloca sabiamente la idea de permanencia al comienzo del capítulo en el cual el dragón amenaza la misma existencia de la mujer, el pueblo de Dios. Si examinamos los símbolos cósmicos el sol, la luna y las estrellas- como una unidad, podrían expre-sar la idea de que algo nuevo está a punto de ocurrir en la relación humano divina. En Génesis 1: 14, 15 Dios les señaló a los cuerpos celestes la función de identificar los cambios de las estaciones. Al encontrarlos agrupados nuevamente en Apocalipsis 12:1, el profeta puede estar diciendo que a través del nacimiento del Mesías está por comenzar una nueva era.
La mujer estaba embarazada y a punto de dar a luz. El Antiguo Testamento a veces describe al pueblo de Dios como una mujer embarazada retorciéndose de dolor y a punto de dar a luz un hijo. Dar a luz era un símbolo de salvación. Isaías escribió: "Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento [un gas]; ninguna libera-ción hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo" (Isa. 26:18). En con-traste con ese triste cuadro, la mujer de Apocalipsis 12:2 da a luz al Salvador del mun-do.
El dragón
Apocalipsis 12:3 introduce al dragón escarlata como el segundo protagonista en la lucha entre el bien y el mal. El símbolo de un dragón un animal semejante a la ser-piente que representa a los demonios o poderes malignos era común a través del Me-dio Oriente. Esta idea nos remonta al momento de la caída en Génesis 3, donde la serpiente aparece por primera vez en la Biblia. De hecho, Juan identifica claramente al dragón de su libro con esa "serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás", que sigue descarriando al mundo (Apoc. 12:9). Aquí nos confrontamos con el archienemi-go de Dios. Apocalipsis considera el color rojo como el color de la muerte (Apoc. 6:4), que refleja la naturaleza extremadamente violenta del dragón (Apoc. 12:7, 12). Pero [96] siendo que el rojo también es símbolo del pecado (cf. Isa. 1:18), uno podría sugerir además que sirve para definir la naturaleza moral y espiritual del dragón como totalmente corrompida por el pecado y el mal.
El símbolo demoníaco tiene siete cabezas coronadas, que son identificadas en Apoca-lipsis 17:9, 10 como los reinos principales que usa para lograr sus propósitos y oprimir al pueblo de Dios (véase Apoc. 13:2). También tiene 10 cuernos, símbolos de un reino dividido o una diversidad de poderes políticos (Dan. 7:24). No encontramos coronas en los cuernos, porque al momento en que ocurrían los eventos descritos en el pasaje el Imperio Romano aún no se había fragmentado. El simbo1ismo de los 10 cuernos se refiere también a la totalidad de las naciones que se unirán al dragón contra el rema-nente (Apoc. 17:12, 13).
Con su larga cola el dragón arrastró a la tercera parte de las estrellas hacia la tierra: una alusión a los ángeles que acompañaron a Satanás cuando Dios lo echó del cielo. Isaías 14:12 14 describe la caída de Lucifer más tarde conocido como Satanás y Judas 6 indica que otros ángeles se hallaban con él: "los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada". Respecto a esos poderes, Isaías escribió: "Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra. Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días" (Isa. 24:21, 22). Los ángeles caídos juntamente con Lucifer luchan contra Miguel y sus ángeles (Apoc. 12:7).
El Hijo
La promesa de salvación que Dios les dio a Adán y Eva en el Edén, encuentra ahora su cumplimiento al nacer la simiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la ser-piente (Gén. 3:15). Su nacimiento, su ministerio y su muerte, resurrección y ascensión al cielo son )os eventos más importantes en la guerra entre el bien y el mal. Sin ellos nuestro planeta no conocería más que la miseria, [97] la opresión, el pecado y la muer-te eterna para todos. Aunque nacido de mujer (Gál. 4:4), su destino era sentarse en el trono de Dios y gobernar al mundo con "vara [cetro] de hierro" (Apoc.. 12:5). En la Biblia, la vara señala comúnmente al palo que usa el pastor para guiar a las ovejas o para protegerlas de los ataques de animales salvajes. Tanto la Escritura como muchos textos antiguos del Medio Oriente llamaron "pastores" a los reyes y esperaban que ellos protegieran y guiaran al pueblo bajo su mandato. Cristo tiene una "vara de hie-rro" en el sentido de que su Juicio descansa sobre la verdad y la Justicia inconmovi-bles.
La controversia
Mientras que la relación entre la mujer y el Hijo es de amor, la que hay entre el dragón y la mujer y su Hijo es antagónica, puesto que dicho animal se propone destruir al Hijo y luego a la mujer.
Ataque contra el Hijo
El dragón esperó que naciera el Hijo de la mujer a fin de devorarlo (Apoc. 12:4). Sa-tanás trató de lograr su propósito valiéndose del rey Herodes un representante de sus siete cabezas (el Imperio Romano) , quien trató de matar al niño Jesús (Mat. 2:13, 16). Pero el deseo del dragón de devorar al Hijo continuó a través del ministerio de Cristo mediante las tentaciones y conflictos que el dragón lanzó contra él (Heb. 4:15), Sin embargo, Cristo siempre salió victorioso y finalmente regresó al cielo. Apocalipsis no dice nada aquí sobre la muerte de Cristo en la cruz, aunque los versículos 7 12 des-arrollan ese tema.
El resumen del conflicto entre Cristo y el dragón (Apoc. 12:4, 5) se expande en los versículos 7 12 en términos de lo que ocurrió en la cruz. El lenguaje usado en esos versículos sugiere que la batalla descrita aquí ocurrió cuando Miguel venció a Lucifer y sus ángeles y los expulsó del cielo. Sin embargo, el himno registrado en los versícu-los 10-12 implica que fue la batalla que ocurrió en la cruz, donde Cristo venció nue-vamente a Satanás [98] haciendo posible la salvación para el pueblo de Dios sobre la tierra. La idea de que en la cruz Cristo venció a los poderes del mal es común en el Nuevo Testamento (e.g., Col. 2:15; Heb. 2:14), y Cristo mismo declaró que su muerte echaría a Satanás fuera del cielo (Luc. 10:18; Juan 12:31).
Aquí Juan emplea el lenguaje y las imágenes de la batalla original en el cielo para describir la guerra espiritual que tomó lugar en la cruz entre Cristo y Satanás. Isaías 14:12 describe a un ser celestial Lucifer , cayendo del cielo después de intentar hacerse como Dios. En Apocalipsis 12: 10 Juan usa la misma expresión, sugiriendo que tenía ese pasaje en mente. La Escritura indica que aún después de la expulsión de Satanás del cielo todavía tenía acceso limitado a él, y que usó esa oportunidad para acusar a los siervos de Dios (Job 1:6; Zac. 3:1). Apocalipsis 12:7 12 sugiere que in-cluso ese acceso limitado se terminó en la cruz. Juan señala que Cristo siempre ha vencido a las fuerzas de¡ mal, que nosotros también podemos vencerlas por medio de la sangre del Cordero, y que el dragón tiene actualmente un tiempo limitado de activi-dad antes de su destrucción ¡mal. Aunque la referencia primaria del pasaje es hacia el conflicto en la cruz, al describirla en términos de la guerra original en el cielo Juan provee información significativa acerca del origen de la guerra entre el bien y el mal.
Ataque contra la mujer
Tal como se indicó anteriormente, el versículo 6 resume la experiencia de la mujer y luego la desarrolla en los versículos 13 16. Una vez derrotado por Cristo el instru-mento de la obra redentora de Dios , el dragón persiguió a la mujer: la agencia de Dios para la proclamación de la obra salvadora de Cristo. La secuencia es importante ya que provee información cronológica útil en la interpretación de esta profecía apocalíp-tica. Va desde el nacimiento, ministerio y victoria de Cristo sobre Satanás en la cruz, hasta la persecución de la iglesia. Encontramos en esa cronología una referencia al período profético de los 1260 días/años o "un tiempo, tiempos, y la mitad de un tiem-po" (vers. 6, 14). En [99] Daniel 7:23 25 tenemos una profecía acerca del ataque co-ntra el pueblo de Dios y también los límites de tiempo de ella: 1260 años. El Antiguo Testamento describe al cuarto reino bajo el símbolo de una extraña bestia que repre-sentaba a la Roma pagana y eclesiástica. En Apocalipsis 12 encontramos al dragón usando esos dos poderes para atacar a Jesús y a la iglesia, y durante el mismo período profético. Siendo que ambas visiones siguen el mismo patrón, debemos interpretarlas de la misma forma.
Al describir la experiencia de la mujer, el pasaje no enfatiza tanto la severidad de los ataques del dragón, sino el cuidado providencial de Dios para ella. Sabemos que ella sufrió y que muchos murieron por la persecución (Dan. 7), pero Juan está interesado en mostrar que, a pesar de todo eso, Dios todavía cuidaba de su iglesia. Él le preparó un lugar en el desierto, hizo posible que ella escapara hacia ese sitio, y suplió sus necesidades durante 1260 años (Apoc. 12:6, 13, 14). El lenguaje usado para describir la protección divina de la iglesia parece provenir del éxodo de Israel de Egipto. En el desierto Dios proveyó para los israelitas (Deut. 8:15-18), los protegió (Deut. 32: 10, 11), y estableció una profunda relación de amor con ellos (Ose. 11:l). Una vez más él lleva a su pueblo al desierto sobre "alas de águilas" (Éxo. 19:4), y nuevamente la tierra lo ayuda al tragar el río de persecución que el dragón envía contra él (Éxo. 15:12). El lenguaje usado aquí expresa la idea de que aunque la mujer enfrentaría la ira del dra-gón, Dios la protegería y sustentaría. Sin embargo, el conflicto sería tan feroz que diezmaría a la iglesia. Aunque al final sólo quedará un remanente, el dragón está de-terminado a exterminarlo (Apoc. 12:17).
Ataque contra el remanente
La visión introduce después un nuevo capítulo en la lucha entre el dragón y Cristo. Incapaz de destruir a la iglesia, el dragón se lanza contra lo que ha quedado, el rema-nente de la simiente de la mujer. La existencia de tal remanente demuestra que nuestro planeta no ha caído bajo el control total del dragón, y que [100] todavía hay algunos que quieren ver a la raza humana totalmente restaurada a la armonía de la que goza el resto del universo de Dios. Ellos quieren ver erradicados de nuestro planeta el pecado, el mal, el sufrimiento y la muerte, y ansían experimentar en cambio el reinado amoro-so de un Dios justo y misericordioso. Este remanente aparece en la arena del conflicto cósmico en un momento histórico particular, es decir, poco después del ataque de 1260 años del dragón contra la mujer.
La Biblia considera el concepto del remanente como un elemento indispensable en la historia de la salvación. A lo largo del conflicto entre Dios y las fuerzas del mal el enemigo nunca logra exterminar al pueblo de Dios porque el Señor siempre preserva un remanente a fin de llevar a cabo sus intenciones divinas y cumplir su voluntad salvífica. El Antiguo Testamento presenta tres tipos de remanentes: histórico, fiel y escatológico.¡
El remanente histórico consiste en un grupo de individuos que han sobrevivido a una experiencia de amenaza de su vida, que pudo haber resultado en la extinción total del grupo mayor al que pertenecían. Por ejemplo, quienes escaparon de la destrucción del reino del norte o Israel son llamados remanente en la Escritura: un grupo impotente de sobrevivientes (Amós 5:3). Sin embargo tienen el potencia¡ de convertirse en una bendición para las naciones (Miq. 5:7, 8). Quienes regresaron a Jerusalén después del exilio representan los judíos que habían escapado... de la cautividad" o los que queda-ron de la cautividad, allí en la provincia (Neh. 1:2, 3). El Señor preservó al remanente histórico no necesariamente porque todos ellos fueran fieles, sino a causa de su plan para la raza humana. De hecho, el remanente histórico consistía en una mezcla de individuos fieles e infieles.
El remanente fiel se caracteriza por su compromiso con el Señor, y Dios los usa de manera especial para lograr su propósito dentro de la historia. Cuando Elías pensó que él era único remanente Fiel que quedaba, Dios le dijo que había reservado 7 mil israe-litas 11 cuyas rodillas no se doblaron ante Baal" (I Rey. 19:14, 18). Ellos permanecie-ron fieles al Señor bajo las circunstancias más difíciles [101] y amenazadoras de su vida. Con respecto a la relación entre el remanente fiel y el histórico, Dios intentó transformar al remanente histórico en un remanente Fiel por medio de un proceso de limpieza y separación. Ezequiel escribió:
"Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones. Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas y guar-den mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor" (Eze. 11:17 21).
Debiéramos notar varias cosas en este pasaje. Primero, el Señor se dirigió al remanen-te histórico esparcido por los países vecinos y prometió traerlos de vuelta a su tierra. Segundo, quienes regresaban habían estado adorando a los ídolos. Tercero, el Señor prometió transformarlos al darles un corazón indiviso. Cuarto, quienes permitieran que Dios los transformara se caracterizarían por la obediencia a las leyes de Dios. Quinto, un grupo dentro del remanente histórico se resistiría al poder transformador de Dios, y continuaría adorando a los ídolos. Sexto, Dios tendría que remover de su re-manente a quienes persistieran en la idolatría. En consecuencia, el remanente histórico se convertiría en un remanente Fiel. La limpieza del remanente histórico ocurriría mediante juicio y fuego (Isa. 4:2 4).
El remanente escatológico
se compone de todos aquellos que han pasado por la purificación y el juicio y han salido victoriosos después del día del Señor. El remanente de Israel irá a las naciones "que no oyeron de mí; ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones" (Isa. 66:19, 20). De acuerdo con Zacarías 14:16, "todos los que sobrevivieron de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a [102] Jehová de los ejércitos, y a celebrar la Fiesta de los tabernáculos". El profeta continúa anunciando el juicio divino contra las naciones que no se unen al remanente escatológico de Dios (vers. 17). El remanente escatológico está compuesto de aquellos israelitas que permanecieron fieles al Señor durante el proceso divino de purificación con aquellos de las naciones que escogieron servir al Señor.
El remanente del tiempo del fin de Apocalipsis 12:17 es una entidad histórica, porque comprende lo que ha quedado después de los ataques del dragón contra la mujer por 1260 años. La Escritura describe al remanente en términos del ideal de Dios para ellos. El remanente es riel en que tiene un mensaje particular de Dios para proclamar al mundo a fin de reunir a los fieles de todas las naciones (Apoc. 14:6 12). 2 No es una entidad imprecisa sino que es fácilmente identificable. Juan nos da una lista de características claves que definen e identifican al remanente. Dos de ellas aparecen en Apocalipsis 12:17. La primera es que guardan los mandamientos de Dios. El libro de Apocalipsis tiene gran interés en los mandamientos de Dios, particularmente en los de la primera tabla, que tratan acerca de él y de su adoración.
Apocalipsis también presenta una seria advertencia contra los que adoran a la bestia, a la imagen de la bestia y al dragón (Apoc. 10 1l). Un ángel llama a la humanidad a "adora[r]d a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (vers. 7). Es interesante observar "que el lenguaje de esta afirmación central está basado en las expresiones del cuarto mandamiento en Éxodo 20:11. Allí se declara: 'Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay...' Este lenguaje se ve reflejado en Apocalipsis 14:7... En el punto central y decisivo de la descripción de Apocalipsis de la crisis final hay una alusión directa a Éxodo 20. La atención al mandamiento del sábado es, por lo tanto, la respuesta ideal al llamamiento final de Dios a adorar..." 3 Quienes guardan los mandamientos de Dios incluyendo el mandamiento del séptimo día o sábado forman el remanente. [103] El remanente tiene el "testimonio de Jesucristo". La frase puede entenderse como una referencia al testimonio fiel que el remanente da acerca de Jesús; pero el verbo "tienen" favorece la idea de un testimonio que Jesús dio, es decir, lo que él enseñó de parte de Dios en persona y comunicó a través de los profetas. Para la interpretación de esa frase es decisivo Apocalipsis 19: 10, que iguala el "testimonio de Jesucristo" con el "espíritu de profecía": otra manera de referirse al don profético (cf. Apoc. 22:8, 9). 4 Podemos concluir que "el testimonio de Jesús la testificación de Cristo se refiere al don de profecía, que también está presente en la iglesia remanente. Dios promete que a través del Espíritu de profecía el Espíritu Santo él volverá a manifestarse de tina manera especial en la iglesia remanente para guardarlos y guiarlos en los últimos días, cuando Satanás hará esfuerzos especiales para destruirlos".
El remanente escatológico histórico y fiel participa actualmente en una misión alrede-dor del mundo para reunir al pueblo de Dios por medio de los mensajes de los tres ángeles (Apoc. 14:612). Esto conducirá a un remanente escatológico formado del remanente histórico purificado y quienes acepten la invitación de Dios de salir de la Babilonia espiritual. El remanente un grupo visible está libre de miembros infieles. Satanás no será capaz de vencer al pueblo remanente de Dios. Los poderes del mal "pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles" (Apoc. 17:14). [104]
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