La Inquisición - 6ta. Parte



También solía atarse al torturado a una rueda de carro para golpearlo a martillazos hasta quebrarle los huesos. Esta tortura que se extendió mucho por Europa, se conoce como el tormento de la rueda, y tuvo diferentes formas. Otras veces se decidía enviar a los condenados a las galeras, en donde se los ataba con cadenas a barcos en donde debían remar. Cuando los barcos se hundían, los convictos se ahogaban con ellos. Esta condena parece haberse aplicado para descongestionar las cárceles tan atestadas de la Inquisición.

Había también otras formas de tortura, que no viene al caso mencionar aquí. Los inquisidores declaraban y consignaban por escrito que si durante la tortura la persona moría o quedaba lisiada de por vida, no era culpa de ellos,sino del sospechoso por negarse a decir la verdad.

Las torturas que acaban de mencionarse eran de naturaleza física y psicológica, pues se alternaban con interrogatorios y amenazas de todo tipo. Pero había también un número considerable de torturas puramente psicológicas, y que consistían en obligar al convicto a vestir de por vida ropas de infamia entre las cuales se destacan las llamadas sanbenitos. Había hábitos de color negro o de barro, con "dibujos espeluznantes de espantosas llamas o de demonios empujando al impío hacia el infierno," "otros eran amarillos, con la cruz de San Andrés roja o azafranada bordada en la espalda y en el pecho."

Esto los condenaba al ostracismo, pues en la sociedad antigua nadie iba a querer relacionarse con semejantes familias por miedo a las represalias de la Inquísicíón. Al hacerlo así, los inquisidores no se percataban que semejante desprecio podía llevar a los condenados a sentirse más cerca de Aquel a quien también se vistió de ropas de burla, y recibió azotes terribles por amor de sus escogidos (Mt 27:26-3 1).

Aparte de todo esto, se exigía a muchos a comparecer de por vida regularmente en la iglesia, hacer peregrinaciones, recitar plegarias, ayunar, y otros ritos católicos afines, bajo un control y supervisión notables. De no hacerlo una vez, el convicto retractado podía ser considerado reincidente y llevado a la hoguera. Pero aún cuando el convicto cumpliese con estas sentencias, se veía a menudo arruinarse su carrera y sus negocios.

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