El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX




En el museo Holocausto en Washington. Está muy bien equipado, con mucho material en fotos, videos con películas que fueron tomadas en directo, y materiales de diversa índole. Es tanto el material en cuadros, materiales y videos que han sido elaborados a partir de los discursos mismos de Hitler, así como de las reacciones progresivas de los EE.UU., Inglaterra y los demás países, que requeriría una tarde entera para poder ver lo esencial. Más de seis millones y medio de judíos fueron exterminados de la manera más cruenta, de los cuales cerca de un millón y medio fueron niños. La tragedia fue tal que el genocidio de los niños solamente, equivalió a la masacre diaria de todos los niños de una escuela normal, durante ocho años.

Ese siglo “idiotizado” ya pasó a la historia, y con él también un milenio cristiano más. Muchos tratan de hacer una síntesis de lo que ocurrió durante ese siglo. A la luz de las profecías bíblicas, nosotros hemos recibido como legado protestante un análisis de lo que sucedió en la primera parte del S. XIX, incluyendo la última parte del XVIII. Pero, ¿nos hemos sentado a evaluar también, siempre a la luz de las profecías bíblicas, lo que ocurrió durante el S. XX?

Ese museo sobre el “holocausto” presenta por etapas, uno de los cuadros más horrorosos que conoció la historia de nuestro mundo. Un aspecto, sin embargo, me indignó. Haciendo una síntesis del odio contra los judíos a lo largo de la historia, una de las películas menciona que cierta tradición cristiana heredó de los romanos la enemistad contra esa raza, acusándolos de haber entregado a muerte al Hijo de Dios. Pero no menciona para nada a la Iglesia Católica, ni tampoco a la Inquisición. En su lugar, menciona a Lutero que pretendió, al principio, ganar a los judíos mediante métodos persuasivos y no por la violencia. Sin embargo, al ver que ese método no los ganaba tampoco, terminó odiando a los judíos de una manera tal que declaró que sus libros y sinagogas debían ser quemados...

Después del “holocausto”, seguía el reporte, muchas iglesias cristianas han estado reconsiderando su posición con respecto al judaísmo, y consideran que el odio contra los judíos no tiene fundamento en el Nuevo Testamento. La Iglesia Evangélica, incluso, ha terminado rechazando esa enseñanza negativa de Lutero con respecto a los judíos. Jesús fue judío, celebró la Pascua al instituir la Santa Cena, sus discípulos también fueron judíos, y muchos de ellos murieron en manos de los romanos como también lo fueron los demás judíos de su raza.

Sumado a esto, el museo pone a los sacerdotes católicos también como víctimas junto con los judíos, del nazismo alemán. En esencia, la Iglesia Católica Romana queda limpia de todo ese drama del S. XX, y ensuciado el protestantismo. ¿A qué se deberá semejante distorsión de la historia? ¿Cómo es posible que un museo tan bien documentado y serio, pueda exonerar, en parte con el silencio, y en parte con la inclusión de algunos sacerdotes, a la Iglesia Católica de ese terrible drama?

Hubo sacerdotes heroicos que defendieron a los judíos, e incluso murieron por ellos. Pero fueron casos aislados y lo hicieron, en ocasiones, contraviniendo las claras directivas que recibieron de Roma. Asimismo hubo protestantes, inclusive un hermano adventista que salvó cerca de 1000 judíos, arriesgando su vida y siendo perseguido por la Gestapo, por lo que se ganó después de la guerra varias medallas (recomiendo leer su libro, Flee the captor). Nuevamente, ¿por qué ese museo limpia directa e indirectamente a la Iglesia Católica sobre algo en lo que estuvo implicada en forma tan notable? [No alcancé a ver las películas de la última parte del museo, titulada “The Final Solution (1940-1945), porque fui a ver antes otro museo sobre el espionaje en la historia humana, en especial en el último siglo. Deduzco, sin embargo, que esa última parte del museo Holocausto no tendrá nada diferente a lo que ví con respecto al involucramiento de la Iglesia Católica].

Sobre las presuntas razones por tal silencio histórico en un museo tal, quiero ofrecer las siguientes sugerencias. La Iglesia Católica está muy bien organizada para intervenir en todo el mundo buscando limpiar su triste pasado. A diferencia de los protestantes que no tienen problemas en admitir sus errores por no creerse infalibles (hasta consideran positivo el ser capaces de arrepentirse), la Iglesia Católica se cree infalible. Es por esa razón que se esfuerzan tanto por cubrir su imagen. La fortaleza del romanismo católico está en la creencia en que su Magisterio, a diferencia de las demás iglesias, es infalible. Si se muestra lo contrario, la fe del católico se va a la deriva.

Cuando uno ve los museos de la Inquisición en Lima y Cartagena, por ejemplo, se indigna también viendo una tremenda apología de la Iglesia Católica en relación con esos crímenes y genocidios del pasado. Lo mismo vemos en los museos de Europa, en donde se busca, por regla general, ignorar a la Iglesia Católica Romana por sus crímenes del pasado, y en su lugar referirse a la mentalidad de la Edad Media. De esa manera se busca evitar herir cualquier sentimiento religioso.

Actualmente, el Vaticano está ponderando a los pocos sacerdotes que arriesgaron su vida para proteger a los judíos, y buscando desligarse de todo enlace con el nazismo. Es probable que, ante un museo de tanta importancia que visitan miles cada día, los católicos hayan ofrecido datos bien precisos de opresión nazi contra ciertos sacerdotes para crear otra vez la imagen de víctimas (despertar compasión, rasgar vestiduras, etc), y desvincularse del genocidio nazi. A su vez, los organizadores del museo parecen intentar evitar todo mal sentimiento entre religiones diferentes, y buscan aminorar como pueden la actitud antisemita histórica del cristianismo contra los judíos. Debemos recordar que estamos en la época en donde se manifiesta “una falsa caridad” que “ha cegado” a muchos con respecto al papado, ya que toda vez que se disculpe a alguien de hechos históricos, se deja la puerta abierta para que se los vuelva a cometer.

Hay otro aspecto también a tener en cuenta. El museo del Holocausto se abrió por primera vez en 1993. Para ese entonces estaba recién comenzando a despertarse el interés por revisar la historia de la 2da. Guerra Mundial, gracias a la apertura de los archivos secretos de la mayoría de los países involucrados en esa guerra. Todos, menos el Vaticano, abrieron sus archivos de la guerra en torno a la última década del siglo que pasó. El Vaticano terminó siendo categórico en su negativa, pese a las insistentes demandas de quienes están interesados en tener todos los datos para un estudio objetivo de la historia.

Algunas cosas obviamente filtradas han liberado del Vaticano, sin embargo, con respecto a la 2da. Guerra Mundial, y algo más se soltó con la autorización que dieron bajo juramento de confianza a John Cornwell, un periodista católico inglés, para trabajar en esos archivos. Pero la mayor parte permanece escondida en el típico secretismo del papado. Es probable que los organizadores del museo sobre el Holocausto no hayan tenido toda la información de la que se dispone hoy. Aún así, creo que se conocía ya lo suficiente del papel del Vaticano para comienzos de los 90, como para no desvincular totalmente a la Iglesia Católica de la escena.

En este estudio que emprendemos ahora sobre la relación del Vaticano con los grandes genocidios del S. XX, nos proponemos dar una mirada retrospectiva a la historia, a la luz de los hechos y de las creencias que estuvieron subyacentes en esa historia. Todo esto para mostrar, al mismo tiempo, cómo las fuerzas del mal estuvieron listas para dar el golpe decisivo ya en la primera parte del S. XX, y cómo Dios intervino para evitar que el mundo desembocase ya también, en el mismo fin.

Había mucha tierra que conquistar todavía para el evangelio. Los intentos para recuperar la supremacía política perdida por parte del papado fracasaron, a costo de tantos millones de vidas. Pero esos intentos nos muestran que, en donde tiene la oportunidad, el pontificado romano revela el mismo veneno de la serpiente que siempre tuvo. Babilonia no puede ser curada, porque no quiere ni querrá ser curada (Jer 51:9-10). Es el centro y nido de toda corrupción y mentira, “la obra maestra de Satanás”. El mismo espíritu genocida que marcó su historia a lo largo de los siglos durante la Edad Media, y que rebrotó repentinamente en el S. XX, brotará en el acto otra vez, si las condiciones que las motivaron políticamente en lo pasado, vuelven a repetirse.

En general, podemos anticipar ya en nuestro estudio, que el Vaticano apoyó a Hitler, así como a Mussolini y las demás dictaduras del S. XX. En cuanto al genocidio judío, hay testimonios inequívocos de haberse lavado las manos. Es más, muchos sacerdotes participaron actívamente en el homicidio no sólo contra los judíos, sino también contra los ortodoxos y los comunistas, con pleno conocimiento del papado. Para ello encontraban siempre la luz verde de Roma o, a veces, un silencio cómplice que ha llevado a muchos a acusar al papado de pecado de omisión. Otros, analizando las encíclicas papales desde fines del S. XIX hasta fines del XX, creen que se trató de un pecado de comisión.

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