OFRENDA POR EL PECADO

Hemos estudiado el atrio, la corte del santuario. Hemos estudiado el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. ¿Alguno de ustedes sabe dónde se encuentra hoy en día el arca del testimonio? Bueno, en el libro de Apocalipsis en el capítulo 11:19 se nos dice, y el templo de Dios fue abierto en el cielo y el arca de Su pacto se veía en el templo. También en el cielo y cuando estudiemos el santuario celestial, hay un arca del pacto en el Lugar Santísimo donde se encuentra la ley de Dios. El arca del testimonio se veía en el templo en el cielo.

Yo no me refiero a la que está allá en el cielo, el gran original, del cual el arca aquí en la tierra era una copia. Yo me refiero a aquella arca del pacto, construida en el desierto, de oro puro el propiciatorio y los ángeles, los querubines, de madera de acacia recubierta con oro por dentro y por fuera. Recuerden que la madera simboliza la humanidad de Cristo. Y el oro representa su divinidad. En lo que está en el Lugar Santísimo el oro recubre la madera, mostrando así que en el Lugar Santísimo Cristo funciona como Dios, y al mismo tiempo como representante del ser humano.

Sin embargo, en la corte, eran de bronce y no de oro. El oro es dentro del Lugar Santo y del Lugar Santísimo que representan el santuario celestial. La corte o el atrio representa la tierra, y la obra de Cristo hecha aquí en esta tierra. Y ahí eran de bronce, representando el sufrimiento. El bronce nos habla del sufrimiento de Cristo. Tanto el altar como el lavacro eran de bronce.

Pero esa arca de oro tan valiosa, de oro puro finísimo, la caja recubierta de oro por fuera y por dentro, y la tapa de oro puro, macizo, y los querubines de oro puro, macizo, hecho todo de una sola pieza. ¿Dónde está hoy en día? No, no, yo me refiero a aquella arca. ¿Qué se hizo? ¿Se destruyó? ¿Se quemó? ¿Dónde está?


Hay un libro, que aunque no es inspirado por Dios, es un libro histórico que nos cuenta la historia del pueblo de Israel, y fue escrito entre el periodo del regreso del cautiverio, después de Malaquías y la venida de Cristo. Durante esos 400 años cuando no hubo profeta en Israel. Ese libro cuenta la historia del pueblo de Israel.

Y se llama el libro de los Macabeos. I y II de Macabeos. Aunque no está inspirado, tiene datos históricos y menciona un dato interesante con respecto al arca. Ustedes lo pueden leer en un Biblia católica. Allí se encuentran los libros de Macabeos. Nosotros no los consideramos parte del Cánon. Pero, la historia dice así en II de Macabeos 2:1-8, allí se nos cuenta que cuando Nabucodonosor estaba por invadir la ciudad de Jerusalén, y las tropas de Nabucodonosor se acercaban, ustedes pueden leer en Daniel 1, se nos dice que Nabucodonosor entró en el templo, y dice el versículo 2, y el Señor entregó en manos de Nabucodonosor a Joacim rey de Judá y parte de los utensilios de la casa de Dios.

Noten que dice parte de los utensilios del templo. No todos. Y Nabucodonosor los trajo a tierra de Sinar y los colocó en la casa del tesoro de su Dios. Esos fueron los mismos utensilios de oro, los vasos de oro que se usaban para las libaciones y los utensilios que se utilizaban en el tabernáculo, que el rey Belsasar, nieto de Nabucodonosor, sacó aquella noche fatídica, los vasos de oro del templo, donde se ofrecían las libaciones, el vino sin fermentar para las ofrendas, que vamos a estudiar en un momento, y él los llenó de vino fermentado y bebieron vino en los vasos de oro tomados del templo, y fue cuando apareció la mano en la pared y escribió, pesado fuiste en balanza. Esa noche murió el rey Belsasar porque se rebeló contra Dios y se burló del santuario y del tabernáculo de Dios y profanó esos utensilios sagrados bebiendo vino en ellos.

Parte de los utensilios, dice la Biblia, fueron llevados a Babilonia. Pero hay uno que Dios no permitió que fuese tocado por manos inícuas. Hay uno que Dios, por la santidad que ese mueble representaba y porque en él estaba la santa ley de Dios, grabada por el Espíritu Santo, que descendió en el monte Sinaí, Dios no permitió que eso fuese llevado al templo del dios pagano ni que fuese profanado.

En 2 Macabeos 2:1-8 se nos dice, que antes que las tropas de Nabucodonosor se acercasen a la ciudad, un ángel se le apareció a Jeremías. Ya el Señor le había rebelado a Jeremías, y él lo había profetizado, y está en su libro, que el templo iba a ser tomado y destruido, porque el pueblo creía que porque el templo estaba en la ciudad de Jerusalén, la ciudad de Jerusalén iba a ser protegida. Y como estaba el templo, y el arca del pacto dentro del templo, entonces nada les podía pasar a ellos.

Lo pueden leer ustedes en libro de Jeremías, donde dice que el pueblo decía, templo de Jehová, templo de Jehová, nada nos pasará porque está el templo de Jehová en nosotros. Y Dios les dijo, cuando ustedes se apartan de la ley de Jehová para no cumplirla, no importa que esté el templo de Jehová. Nadie será preservado de la destrucción, cuando no se santifica la ley en los corazones. Cuando no se cumple la ley.

Entonces, como Dios le había mostrado a Jeremías que el templo iba a ser destruido, y él lo había profetizado, un ángel del Señor se le apareció a Jeremías y le dio instrucciones que debía buscar personas santificadas de entre los que todavía quedaban fieles a Jehová. De los levitas que no se habían contaminado. Y Jeremías escogió esas personas santas y les rebeló lo que el ángel le había mostrado. El ángel le había dicho, que debía tomar el arca del pacto y en forma secreta, sin decir nada a nadie, debía ser retirada del templo, y debía ser protegida y guardada. Los levitas se prepararon, para no morir al tocar el arca, y entonces entraron y la cubrieron, como era el trabajo de ellos, sólo que ya hacía siglos que nadie veía el arca, mas que el Sumo Sacerdote cuando entraba una vez al año. Antes, el pueblo veía el vulto cubierto cuando era trasladada de un lugar para otro. Aunque no veían el arca, veían el vulto cubierto. Y lo llevaban a veces en el campamento, para protección. El arca iba adelante encabezando la procesión cuando el pueblo marchaba. Se abría la procesión con el arca del pacto. Y encima del arca iba la nube. Y cuando el tabernáculo se establecía, la nube se paraba allí. Armaban el tabernáculo, y entonces la gloria que estaba dentro de la nube se metía dentro del tabernáculo. Pero siempre iba arriba del arca del pacto, la nube de la presencia de Dios.

Pues cuando se construyó el templo de Salomón, ya nunca más se volvió a sacar el arca. Una vez que se metió allí, estuvo por siglos metida allí adentro. Pero esta vez iba a salir. Y esa gente escogida, santa, por Jeremías, con solemnidad entraron, después que el mismo Jeremías cubrió el arca, porque el Sumo Sacerdote no pudo hacerlo, porque estaba en la apostasía. Y entonces el profeta del Señor cubrió el arca y los levitas que eran fieles entraron y con solemnidad, una noche, sin que nadie los viese, cuando las tropas de Nabucodonosor venían en camino hacia Jerusalén, el ángel le reveló, este es el momento de hacerlo. Sacaron el arca, la llevaron fuera de la ciudad. Fueron a un lugar desierto y deshabitado.

Y en una cueva de una montaña, en un monte, entraron y colocaron con solemnidad esa arca del pacto. Y luego, por instrucciones de Dios mismo, levantaron una pared de piedra frente al arca, dejando el hueco de la cueva adentro y entonces taparon la cueva hasta el techo, hasta arriba, con piedra. Y encima de la piedra le pusieron tierra, para dar la impresión que la cueva llegaba hasta allí. Que allí acababa, que no había nada más detrás. Para que si alguno alguna vez descubría la cueva y entraba, pues llegase a la pared y pensase que hasta ahí llegaba. Y no se le ocurriese profanar el arca del pacto. Y luego, la entrada de la cueva fue cubierta. Y volvieron a edificar una pared de piedra y la cubrieron con tierra, para que diese la impresión que era simplemente montaña y que no había nada, ninguna cueva en ese lugar. Y el arca quedó entonces cubierta y escondida detrás de dos paredes de piedra.El libro de Macabeos no es inspirado, pero cuenta la historia..

Imagínense lo que sería hermanos, que se descubriese en una de las montañas de Judea, en una cueva, claro por siglos ha estado allí, en el corazón de la tierra. ¿Cómo? Si. Imagínense que en 1947 hermanos, descubrieron unas cuevas allá en Palestina, en Judea, y hermanos, del corazón de la tierra salieron los rollos de las santas Escrituras que habían estado escondidos allí, por más de 2.200 años! Desde el 200 antes de Cristo, estaban escondidos esos rollos, y los descubrieron ahora, en 1947. Un muchachito beduino, que cuidaba las cabras, estaba allí, y un día una de las cabras se le subió a un monte por allá arriba. Y el muchachito salió corriendo a buscar la cabra. Y resulta que por allá vio como una cueva. Y entonces, desde un monte al otro, comenzó a practicar puntería con piedras, para ver si le embocaba a la cueva que estaba en frente.

Donde fueron encontrados los rollos del Mar Muerto. En la cueva, la primera, que se le llama la cueva 1, porque fue la primera que vio el muchachito. Resulta que después se descubrieron un montón de cuevas más. Pero la cueva número 1, está al frente, y se ve desde donde el muchachito tiró la piedra. Las varias piedras, hasta que una piedra le dio puntería y entró. Y él escuchó como el ruido de algo que se quebraba adentro. Y le quedó la curiosidad. Bajó del montecito donde estaba, y subió entonces la montaña y se metió en la cueva. Pero le dio miedo entrar solo. Así que se buscó un amigo de él, que también era pastor de cabras, y entre los dos entraron a la cueva. Y cuando entraron, descubrieron una vasija de barro más de un metro de alto. Estaba quebrada y adentro había un rollo que se veía muy antiguo. Y ese fue el comienzo del descubrimiento de los rollos del Mar Muerto. El Antiguo Testamento practicamente completo fue descubierto. Y los ojos humanos y manos humanas no habían tocado esas páginas por más de 2.200 años. Y hermanos, cuando eso salió a la luz, imagínense, que los rollos más antiguos de las Escrituras del Antiguo Testamento que nosotros teníamos, que el mundo conocía, eran los de los Masoretas. Que venían del siglo octavo o novenos después de Cristo. O sea que eso retrocedió en la historia más de 1.000 años antes. Al tiempo 200 años antes de Cristo, y hermanos los rollos que se descubrieron allí están en Israel. Se hizo un Museo para guardarlos. Se llama el Museo del Libro. Y ahí están esos rollos guardados. Son protegidos en una cámara a prueba de destrucción, de bombas. En una cámara donde está controlado el ambiente, para que sea la misma temperatura, para que no se destruyan esos rollos. Y ahí uno los puede ver detrás de un vidrio. Están allí. Y uno puede leer las mismas palabras que están escritas en la Biblia hoy en día, y puede ver que la Palabra de Dios no fue cambiada ni alterada. ¡En 2.200 años! Todavía se lee exactamente lo mismo que estaba escrito en esos libros hermanos. Algo maravilloso.
Ahora como esas cuevas se dieron a la luz, quien sabe si Dios no permite que se haga un descubrimiento tremendo y maravilloso, que podría atraer la atención del mundo entero hacia el santo Sábado. Imagínense que se descubran las tablas de la ley escritas por el dedo de Dios. Sería tremendo, ¿verdad? Y el mundo entero conocerá la santidad de la ley de Dios. Suficiente para las tablas de piedra.



Vamos ahora a otra parte del estudio del santuario, que tiene que ver con lo que se hacía en el santuario. Pero ahora vamos a ver algo con respecto a las ofrendas y sacrificios que se ofrecían en el santuario.

Esa es la parte importante que nos enseña acerca del plan de Dios para la redención del hombre. Así como el santuario representa a Cristo, también los sacrificios que se hacían en el santuario, representaban a Cristo. Las fiestas representaban el plan de salvación. Y esas las veremos más adelante.


En el santuario había un servicio diario hecho por los sacerdotes. Mañana y tarde se ofrecía holocausto sobre el altar. Pero aparte de eso, existía el servicio individual para el pecador que venía al santuario. Y ese era durante todo el día, desde la hora del sacrificio matutino hasta la hora del sacrificio vespertino. En medio de los dos sacrificios estaba el servicio en favor del pecador que venía. Que venía con su ofrenda y su sacrificio por haber pecado, y entonces el sacerdote atendía, o los sacerdotes, porque eran muchos los que ministraban, porque eran muchos los que venían al tabernáculo y así ofrecían los sacrificios.

Y luego, aparte del servicio diario de los sacerdotes, que se ofrecía por la mañana y por la tarde en el altar, de prender las lámparas, de aderezar, de poner el aceite, todo lo que se hacía en el santuario cada día, entonces estaba lo que se hacía los días especiales de fiesta. Las siete fiestas anuales. Y luego, estaba lo que hacía el Sumo Sacerdote en el gran día de expiación una vez al año. El día décimo del séptimo mes. Y que todo eso, es muy importante de comprenderlo, y las siete fiestas anuales es una profecía del plan de salvación. Y se cumplió al pie de la letra hasta en las fechas exactas que señalaba la profecía.

Ahora vamos a ver un poquito acerca de las ofrendas y sacrificios que se ofrecían encima del altar. Alguien podría preguntarse, ¿por qué tanto derramamiento de sangre? ¿Por qué tantos animales eran muertos? Piensen ustedes cada día se ofrecía un animal sobre el altar por la mañana y otro por la tarde. El Sábado la ofrenda era doble. Dos animales por la mañana y dos animales por la tarde. En los días de fiesta a veces se ofrecían siete animales sobre el altar. Por siete días seguidos siete animales cada día, aparte de los sacrificios matutinos y vespertinos. Y luego, tantos animalitos inocentes que eran traidos por el pecador cada día, esos sumaban miles de miles de animales cada año. Una cantidad impresionante. Era un servicio sangriento. El santuario siempre tenía sangre corriendo, todo el tiempo. Todo el tiempo se veía la muerte. Cada vez que uno se acercaba al santuario, había un animalito siendo muerto. Todo el tiempo había animales gimiendo, asustados, porque sabían lo que se les venía. Todo el tiempo había animales siendo degollados en el estertor de la muerte. Todo el tiempo había animales inertes. Todo el tiempo había pecadores con las manos ensangrentadas, porque como vamos a ver ahora, era el mismo pecador el que tenía que degollar la víctima. Y tenían una cantidad tremenda de fuentes donde se recogía la sangre. Y luego el pecador tenía que cortar el animal. En pedazos. Y el mismo pecador, el que ofrecía la ofrenda, tenía que separar la grosura. Limpiar la ofrenda de toda grasa. De toda grosura. Todo el tiempo había sangre corriendo. Y alguien dice, ¿por qué tanto sufrimiento de animales inocentes?

¿Por qué tanto derramamiento de sangre? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué Dios dio esas instrucciones? El mismo Dios que dijo, no matarás. El mismo Dios que no quiere la muerte, ni aún de ninguno de sus seres creados. Dio ordenes de matar tanto animal y derramar tanta sangre. ¿Por qué?

Oh mi hermano, el Señor quería enseñar una lección tremenda a su pueblo. Él quería mostrar lo terrible y horrendo que es el pecado. Él quería grabar en la mente de todo adorador la tremenda realidad que el pecado lleva a muerte. El apóstol Pablo dice en Hebreos, sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. La paga del pecado es ¿qué? Muerte. Y todos esos animales, tanto dolor y sufrimiento de víctimas inocentes, nos recuerdan el sufrimiento de la víctima de Dios. El Cordero que Dios que quita el pecado del mundo. El Cordero sin mancha ni contaminación, sin defecto, que fue entregado, para pagar por los pecados de los seres humanos. Ningún judío, ningún hebreo jamás, podía olvidarse la escena de tener con su propia mano que degollar ese animal, esa víctima inocente. Y ver la sangre brotar a borbotones y llenar la fuente. Eso le mostraba cuan terrible y horrendo es el pecado a los ojos de Dios.

Por eso, tanto sacrificio y tanta ofrenda. Por eso dice el apóstol Pablo, fue instituido hasta el tiempo de reformar las cosas. Hasta que viniese el verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y Él vendría a hacer cesar el sacrificio y la ofrenda. Con la muerte de Cristo en la cruz del Calvario, cesaron los sacrificios y las ofrendas. Oh, los incrédulos judíos, siguieron por algún tiempo más sacrificando. Pero el día en que Jesús murió, y Él murió a la hora del sacrificio de la tarde, a las tres de la tarde, cumpliendo hasta en la hora exacta el tipo que había sido prefigurado.

A la hora que se mataba la víctima sobre el altar el sacerdote había atado al corderito. El cordero estaba atado a los cuernos del altar. Y entonces, en el momento mismo en que el sacerdote tomó el cordero en su mano, y lo colocó sobre el altar para degollarlo, tenía el cuchillo en la mano como Abrahám, listo a bajarlo sobre la garganta del inocente animal. Y en ese mismo momento cuando el sacerdote levantó el cuchillo, cumpliendo el tipo, exactamente el antitipo, en el momento en que el cordero estaba a punto de ser degollado, un terremoto sacudió la tierra. El sacerdote tenía el cuchillo en la mano y del susto dejó caer el cuchillo y salió corriendo por el terremoto. Y el corderito se escapó. Ya no hacía falta sacrificar un animal, porque ese terremoto, dice la Biblia, que sucedió cuando la tierra tembló por la muerte de Cristo. En el momento exacto que Jesús expiró era el momento del sacrificio del cordero. El tipo se encontró con el antitipo. Y dice la Escritura que se razgó el velo del templo de arriba abajo. Ese velo que estaba hecho, tejido de una tela gruesa, de color azul, púrpura y carmesí, mezclado con lino torcido y con hebras de oro, era como una alfombra de grueso. Eso nadie lo podía romper, ni aún tratando. Ni de abajo hacia arriba. ¡Cómo con las manos se iba a romper! Dice la Escritura, en Mat. 27, que se razgó de arriba abajo. Y quedó descubierto el Lugar Santísimo. El fin del santuario terrenal.
Claro, los judíos que no aceptaron que Cristo era el antitipo, luego seguramente lo cocieron. Quien sabe que habrán hecho. Y siguieron ofreciendo sacrificios en el templo, que ya no tenían ningún significado, que ya no tenían ningún simbolismo, ni ninguna necesidad. Y desgraciadamente el templo perdió su importancia y cayó en manos de los romanos y fue destruido en el año 70. Así terminó el tabernáculo terrenal. Pero entró en vigencia el tabernáculo celestial.

Vamos a ver entonces el simbolismo de esos sacrificios. Así como había siete fiestas anuales, había siete sábados ceremoniales. También había siete tipos de sacrificios. El siete es el número de la perfección. El número de Dios. Y sólo el siete puede representar a Cristo, que es perfecto. Por eso son siete los sacrificios.

Había en primer lugar sacrificio por el pecado. Luego, o se le llama también ofrenda por el pecado. Ofrenda o sacrificio por el pecado. Por cierto, debemos hacer la diferencia entre dos tipos de ofrendas. Habían sacrificios y ofrendas. Sacrificios eran ofrendas , en las cuales estaba la vida de la víctima de por medio.
Las ofrendas eran de comidas y bebidas. Que las vamos a ver en esta tarde también. Pero no había en esas ofrendas derramamiento de sangre. Entonces, tenemos las ofrendas por el pecado, número uno.
Número dos, los holocaustos. También se le llaman ofrendas encendidas, a los holocaustos.
En tercer lugar había ofrendas de libaciones. Libaciones son bebidas. Era siempre de vino sin fermentar. Jugo de uva fresco.
Luego había ofrendas de paz.
Luego había ofrendas de comidas. ¿Cuántas van? Cinco.
Luego existía la ofrenda o el sacrificio de la becerra. Una becerra roja. Y ese se ofrecía, no en el santuario, sino fuera del campamento. Ese lo vamos a ver también .
Y en último lugar estaban las ofrendas por el pecado,
ofrendas de holocaustos,
ofrendas encendidas,
ofrendas de libaciones,
ofrendas de comidas,
ofrendas de la becerra,
ofrendas de paz,
y nos queda la ofrenda de las transgresiones.
Algunos confunden estas dos o dicen que son la misma. La ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión. Pero vamos a ver que no son la misma, sino que son dos distintas. Y requerían dos cosas distintas. Por eso a algunos no les da la lista de siete. Y otros ponen juntas las ofrendas de comidas y bebidas y entonces dicen que el total son cinco. Pero en realidad son siete.

Muy bien, vamos a la primera de todas. La que yo considero una de las más importantes. La ofrenda por el pecado. De todos los tipos que se ofrecían y que había en el santuario, este era el tipo mediante el cual el adorador individual venía más cerca de la presencia de Dios y del santuario. En la ofrenda por el pecado. No hay ninguna otra parte del santuario que traiga al adorador tan cerca del santuario y de Dios, como cuando ofrece su ofrenda por el pecado. Cuando de rodillas confiesa su pecado y se aferra de la promesa divina del perdón. Hermanos, eso tiene una lección para nosotros. Nunca estará más cerca de Dios el pecador, que cuando arrepentido, viene al pie de la cruz. Cuando el Espíritu Santo hace la obra, y esa persona recibe a Cristo en su corazón y permite que Jesús entre en su vida. Yo moro con el corazón contrito y humillado. La Palabra de Dios nos dice, si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Allí es donde el pecador arrepentido toca el borde del manto para ser sano. Ahí es donde estira su mano y toca a Dios. Por la fe. Así como la mujer tocó el manto de Jesús y fue sanada. Hay poder en la sangre de Jesús para sanar. Hay poder para limpiar. Hay poder para transformar al más vil pecador.

El pecado es la transgresión a la ley de Dios. Por eso se nos dice, que el que era culpable de haber transgredido uno de los mandamientos de Dios, debía traer una ofrenda por el pecado. Vamos a buscar esas ofrendas o estos sacrificios en Levíticos 4. Aquí se nos presenta la ofrenda por el pecado. Y dice así, vamos a leer los versículos 2 en adelante, habla a los hijos de Israel y diles, cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehová, sobre cosas que no se han de hacer e hiciere alguna de ellas. Aquí estamos hablando de transgresión a la ley de Dios. Cuando hiciere algo en contra de los mandamientos de Dios. De cosas que no se han de hacer. Y aquí incluye no solamente al pueblo, sino también al sacerdote. Versículo 3, si el sacerdote ungido pecare según el pecado del pueblo, ofrecerá a Jehová por su pecado que habrá cometido, un becerro sin defecto para expiación. Traerá el becerro a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová, y pondrá su mano sobre la cabeza del becerro y lo degollará delante de Jehová. Y el sacerdote ungido tomará de la sangre del becerro y la traerá al tabernáculo de reunión.

¿Dónde tiene que sacrificar el becerro? ¿Dónde lo degüella? En la puerta del tabernáculo. Coloca su mano sobre la cabeza del animal, confiesa su pecado sobre la cabeza del animal, y entonces lo degüella en la puerta del tabernáculo. Pero la sangre, toma parte de la sangre, dice el versículo 5, tomará de la sangre del becerro y la traerá al tabernáculo. Y mojará el sacerdote su dedo en la sangre y rociará de aquella sangre siete veces delante de Jehová, hacia el velo del santuario. El animal se degüella en el atrio, junto al altar. Pero la sangre se lleva dentro del tabernáculo de reunión, frente al velo. O sea en el Lugar Santo. Y siete veces mojando el dedo, en donde estaba la sangre, metía el dedo y salpicaba. Una. Metía el dedo y salpicaba. Dos. Siete veces tenía que salpicar la sangre delante del velo. Y el sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová, y echará el resto de la sangre del becerro al pie del altar del holocausto que está a la puerta del tabernáculo de reunión.

Tomaba la sangre y entraba con la sangre al Lugar Santo. Y entonces con el dedo salpicaba siete veces y luego mojaba los cuatro cuernos del altar. Y llevaba el recipiente donde estaba la sangre, fuera otra vez, junto al altar del holocausto, que está allí a la entrada, ¿no es cierto? Aquí está el altar del holocausto. Junto a la puerta, noten, en este caso leímos del sacerdote, pero en los versículos que sigue, nos explica que tanto el sacerdote tenía que hacerlo si pecaba, como cualquier persona del pueblo tenía que venir, y junto a la puerta tenía que poner sus manos encima de la cabeza. Y en este caso el que lo degollaba era el sacerdote. Porque él era el que había pecado. Pero en el caso del pecador, como vamos a leer en un momento, él mismo era el que tenía que degollar el animal. El sacerdote era el que recogía la sangre.

Ahora, el pecador no podía entrar aquí con la sangre. El que entraba al santuario con la sangre era el sacerdote. El pecador degollaba el animal, pero el sacerdote llevaba la sangre adentro y la salpicaba y mojaba los cuernos del altar. Esa era la ofrenda por el pecado. El pecador degollaba el mismo animal con su propia mano. Eso lo pueden leer en el versículo 29. Dice, aquí ya está hablando de cualquiera, ustedes pueden leer todo el capítulo y estudiarlo . Ahí va explicando los distintos niveles de las personas del pueblo y el tipo de ofrenda que tenían que ofrecer. El sacerdote era el que tenía que ofrecer la ofrenda más cara. Tenía que ofrecer un becerro.
Si el pecador era sacerdote, porque él tenía un cargo sagrado, donde la influencia de su mala acción podía causar que otros tropezasen y cayesen, entonces tenía que traer dice aquí, un becerro. Un becerro. Mientras que si era uno del pueblo común, podía traer un cabrito o un cordero. Costaba menos. E incluso si era muy pobre, podía traer una paloma, una tórtola. Y si no tenía ningún tipo de animal, podía ir y cazar un pajarito y traerlo. Una de las palomitas. Nadie tenía que decir, yo no puedo ofrecer una ofrenda porque no tengo. Dios hacía provisión para que todo el que hubiese pecado, pudiese traer la ofrenda.
Ahora, el asunto era grave, si era por ejemplo todo el pueblo el que hubiese pecado. Hay pecados que son colectivos. Eso lo dice el versículo 13, si toda la congregación de Israel hubiere errado, y el yerro estuviere oculto a los ojos del pueblo y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables, luego que llegue a ser conocido el pecado que cometieren, la congregación ofrecerá un becerro por expiación y lo traerán delante del tabernáculo de reunión. Y los ancianos de la congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehová, y en presencia de Jehová lo degollarán al becerro y el sacerdote ungido meterá de la sangre del becerro en el tabernáculo de reunión. Y mojará el sacerdote su dedo en la misma sangre y rociará siete veces delante de Jehová hacia el velo, y también pondrá de aquella sangre sobre los cuernos del altar. Y derramará el resto de la sangre al pie del altar del holocausto que está en la puerta del tabernáculo de reunión. Aquí se derramaba al pie la sangre que sobraba.

Ahora vean, si todo el pueblo pecaba, ¿qué tenían que ofrecer? Un becerro. Y si pecaba un sacerdote ¿qué ofrecía? Eso muestra hermanos, que ante los ojos de Dios, un sacerdote que peca es tan grave como si el pueblo entero pecase. Porque él es responsable por todo el pueblo. Él representa al pueblo. Por eso los sacerdotes tenían que ser santos para Jehová. Pero podían pecar también. Podían caer cuando se apartaban de Cristo.

También aquí explica el tipo de sacrificio que tenía que traer un jefe, un dirigente. El más caro era el sacrificio por todo el pueblo, cuando era un pecado colectivo, que era igual que el pecado de un sacerdote. Pero luego si pecaba un anciano, versículo 22, y cuando pecare un jefe e hiciere por yerro contra alguno de los mandamientos de Jehová su Dios, sobre las cosas que no se han de hacer y pecare, luego que conociere su pecado que cometió, presentará por su ofrenda un macho cabrío.

El macho cabrío ya no es un becerro, pero es un animal adulto. Es más caro que un cabrito. Y otra vez el sacerdote tenía que hacer lo mismo. Versículo 27, llega ahora al común del pueblo. Los ancianos, cada uno debía ofrecer su ofrenda según su posición. Quiere decir hermanos, que cuando un anciano, un dirigente de la causa de Dios peca, es grave también. Y es más grave aún que si peca un común del pueblo. Y luego dice, si alguna persona del pueblo, versículo 27, pecare por yerro haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová, en cosas que no se han de hacer y delinquiere, luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra sin defecto por su pecado que cometió.

Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación y la degollará en el lugar del holocausto. ¿Quién tenía que degollar la ofrenda? El mismo pecador dice aquí. Luego, con su dedo el sacerdote tomará de la sangre y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto y derramará el resto de la sangre al pie del altar. Y luego dice, y le quitará toda su grosura de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio de paz y el sacerdote la hará arder sobre el altar. ¿Quién le quita la grosura hermanos? El mismo pecador tiene que quitarle la grasa al animal. Y se la entrega al sacerdote. Y el sacerdote entonces la hace arder sobre el altar en olor grato a Jehová, así hará el sacerdote expiación por él y será perdonado. Y si por su ofrenda por el pecado trajere cordero, hembra sin defecto traerá y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de expiación, la degollará por expiación, en el lugar donde se degüella el holocausto, y después con su dedo el sacerdote tomará de la sangre, la pondrá en los cuernos, derramará el resto de la sangre al pie del altar, y le quitará el pecador toda la grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio, y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová. Le hará el sacerdote expiación por su pecado que habrá cometido y será perdonado.

Ahora noten, con la sangre se hacía la expiación. La muerte representaba el sacrificio. La paga del pecado. Pero la sangre era llevada dentro del santuario para hacer expiación. El pecador transfería su pecado a la víctima inocente. Al poner sus manos sobre el animal, confesaba sus pecados. Y entonces, simbólicamente sus pecados pasaban del pecador arrepentido encima del animalito. Y ahora el animalito era un pecador. Nada había hecho. Pobrecito el animal inocente. Pero el animal tenía que morir. Porque la paga del pecado ¿es qué? Muerte. La vida del animal era tomada en lugar de la vida del pecador. Simbolizando así la muerte del Cordero de Dios que ofrecería su vida en lugar de los pecados del mundo.

Ahora, la sangre del animal no tenía poder para remover el pecado. Eso lo dice el apóstol Pablo en Heb. 10:4. No era en realidad la sangre del animal que podía limpiar el pecado. Heb. 10:4 nos dice, el texto bíblico que leímos, porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no pueden quitar los pecados. ¿Tenía poder para quitar el pecado esa sangre? No. Esa sangre representaba la sangre de Cristo. Y en esa sangre el pecador penitente revelaba su fe en el sacrificio del Hijo de Dios.

Cada ofrenda por el pecado tenía que ser sin defecto. ¿Notaron eso? Las tres veces que lo leímos menciona sin defecto. Tipificando así la vida perfecta de Cristo, sin defecto. En algunas ofrendas por el pecado, la sangre no era llevada dentro del santuario. Sino que se tocaba los cuernos del altar. Pero en el caso donde la sangre no era llevada dentro del santuario y rociada, entonces el sacerdote tenía que comer una porción de la carne de esa ofrenda. Tomen en cuenta eso, que es muy importante. Porque cuando el sacerdote asimilaba la carne en su cuerpo, al comerla, de la ofrenda por el pecado, esa carne llegaba a ser ahora carne de su propio cuerpo.
Y cuando él hacía la obra en el santuario, entonces tipificaba a Cristo que cargó sobre Su cuerpo los pecados de todos nosotros. Así que aún el sacerdote al comer de la carne, representaba así a Cristo, que llevó en Su cuerpo los pecados de todos nosotros. Así nos dice 1 Pedro 2:24, quien llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo, sobre el madero. Para que nosotros estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, por cuya herida fuisteis sanados. Él llevaba en Su cuerpo los pecados. Y luego. El día de expiación hermanos, él tenía que hacer expiación por los pecados que él llevaba sobre sí, y tenía que hacer limpieza del santuario, por los pecados que habían quedado en el santuario.
Cuando entremos a explicar el día de expiación, al ver la fiesta, esto es muy importante que lo comprendamos y nos sirve de base ahora. Porque vamos a entender qué es lo que se hacía en el día de expiación. Quedaba un registro de los pecados confesados en el santuario, en la sangre que quedaba allí y ensuciaba durante todo el año el santuario. ¡Imagínense! Tanta sangre derramada. Y cada vez que se ofrecía un sacrificio, había que llevar la sangre dentro del santuario y rociarla siete veces. El santuario no se limpiaba todos los días. La sangre se iba acumulando allí. Imagínense cómo estaría de sucio, de sangre, el santuario, ya sangre seca, durante todo el año de rociarla dentro del Lugar Santo frente al velo. Por eso se necesitaba que una vez al año se hiciese limpieza del santuario. Y la sangre que no se llevaba dentro del santuario, era derramada al pie del altar. Pero el sacerdote comía parte de ese sacrificio, y entonces llevaba los pecados sobre sí. El día de expiación se va a hacer expiación por el sacerdote y los pecados que lleva sobre él y expiación por el santuario. Se va a purificar al sacerdote de los pecados que él lleva, y se va a purificar el santuario de los pecados que estaban en él. Eso lo vamos a ver cuando veamos el día de expiación.
Lo pueden leer eso en Lev. 6:30, el sacerdote tenía que comer la sangre de la ofrenda por el pecado. Era muy clara la orden. Lev. 6:30, mas no se comerá ninguna ofrenda de cuya sangre se metiere en el tabernáculo de reunión para hacer expiación en el santuario. En el fuego será quemada. Solamente se comía de las ofrendas cuya sangre no se llevaba dentro del santuario. Pero la sangre, la ofrenda cuya sangre se llevaba en el santuario no se podía comer eso. Violar este mandato significaba ignorar la importancia del tipo que ese mandato tipificaba. Y vamos a entender eso en el día de expiación. Cuando lo estudiemos.

Es algo hermoso, llegar a comprender lo que eso significa. No lo vamos a tocar en este momento. Todo eso tiene su simbolismo, que el pecado queda registrado en los libros del cielo, hermanos. Y luego, Jesús hace la purificación del santuario, según indicaba la profecía. Como eso se hacía una vez al año, yo quiero que ustedes comprendan que un año en la economía hebrea, representaba el plan de salvación. En todo ese año, se representaba el plan de salvación. Comenzando con la Pascua, que representaba la muerte de Cristo, las siete fiestas anuales llevaban al pueblo de Israel en una representación de todo el plan de salvación. Hasta llegar a la purificación del santuario al final de ese año, que representaba el juicio final que hará el Señor Jesús antes de regresar a esta tierra. Pero todo eso lo explicaremos más adelante.
Muy bien, en toda ofrenda por el pecado, había dos cosas que eran esenciales para que la ofrenda fuese aceptada. Primero, el pecador debía reconocer su propia pecaminosidad delante de Dios. Cuando se hubiere dado cuenta del pecado cometido. O sea, el pecador tenía que reconocer que había pecado. Para que su ofrenda fuese acepta. Y en segundo lugar, tenía que desear el perdón lo suficiente como para traer la ofrenda. Si él reconocía que había pecado, pero no traía la ofrenda, no podía ser perdonado. Por lo tanto tenía que desear el perdón para poder recibirlo. Para hacer el sacrificio mediante el cual lo obtenía. Pero también tenía que tener fe en que ese sacrificio representaba al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Porque no era posible que la sangre de animales limpiase el pecado de los seres humanos. Eso era solamente un símbolo de la sangre de Cristo. Que puede limpiar el pecado.

¿Qué representaba el remover la grasa? Acabamos de leer que el pecador con sus propias manos tenía que separar toda la grasa. Y luego entregarla al sacerdote. Le quitará toda la grosura de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio de paz, estoy leyendo el versículo 31 de Lev. 4, y el sacerdote la hará arder sobre el altar, en olor grato a Jehová, así hará el sacerdote expiación por él y será perdonado. Con sus propias manos. El pecador quitaba toda la grosura de los distintos órganos del animal. Esto es en la ofrenda de paz y en la ofrenda por el pecado. Se la daba al sacerdote. Él la quemaba encima del altar de bronce. Esto puede parecer muy raro al principio, cuando uno lo lee. El mismo pecador tenía que cojer el cuchillo y quitarle toda la grasa y darla al sacerdote para que él la queme encima del altar. Pero cuando recordamos lo que representa la grasa, vamos a entender por que el pecador tenía que hacer eso. Era un rito muy importante y muy significativo.

¿Qué significa la grasa? Salmo 37:20, mas los impíos perecerán, los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros serán consumidos, se disiparán como el humo. La grasa representa el pecado. Y todo aquel que siga siendo pecador y no retire el pecado de su vida, será quemado como la grasa. Ahí hay un versículo, pueden leer también Isa. 43:23-24, no me trajisteis a mi los animales de tus holocaustos ni a mi me honraste con tu sacrificio, no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso, no compraste para mi caña aromática por dinero ni me saciaste con la grosura de tu sacrificio, sino pusiste sobre mi la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. ¿Qué representa la grasa? Los pecados, dice allí. La grasa es símbolo del pecado. Así que seguramente fue en esto lo que estaba pensando David cuando cayó en pecado, y cuando él vio la necesidad de quitar la grosura de su vida. Pensaba David en este servicio del santuario, cuando él viendo la prosperidad de los impíos, se sentía envidioso de ellos. Hasta, dice él, que entré dentro del santuario. ¿Recuerdan el texto? Eso está en Salmo 73, donde él habla de los impíos. Y dice allí, bueno, no vamos a leer todo el capítulo, pero él dice, versículo 3, yo tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos. Yo vi que a los malos les iba bien. Y le tuve envidia. ¿Por qué? ¿Por que Dios permite que sean prosperados? ¿Por qué tienen soberbia y nada les pasa? A los pobres y humildes de espíritu les caen calamidades, y a los malos, parece que todo les va bien. Hablan altanerías, hacen lo que ellos quieren y todo les va bien. Y entonces, dice en el versículo 16, cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mi, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ahí es donde él se dio cuenta del fin de los pecadores.

Cuando entró en el santuario. ¿Por qué? Cuando él entró en el santuario vio que la grasa era quemada totalmente sobre el altar. Y la grasa representa a los impíos. A los pecadores. Y representa al pecado. Y él dijo, ahora entendí. Yo les tenía envidia, porque hacían lo que querían. Pero el asunto es el fin de ellos. Van a ser quemados, totalmente destruidos, y no quedará rastro alguno de ellos. Eso representa la grasa. El pecado. No podemos imaginar a él mirando allí en la puerta del altar, al pecador confesando su pecado, luego matando el animal, y entonces separando toda la grasa, y entregándosela al sacerdote. Y el sacerdote, subía por las escaleras del altar, y la ponía allí sobre el holocausto, para ser quemada. Y al final, no quedaba nada sino cenizas. Nada más. En esas cenizas, él vio el fin de todos los que se separan de Dios. De todos los que se apartan del camino del Señor. Esto, hermanos, nos debe enseñar a nosotros, una gran lección. Para que la ofrenda sea acepta delante de Dios, para que podamos ser perdonados, no es solamente confesar el pecado y pasarlo al animalito y luego degollarlo. Hay que separar el pecado. No alcanza con solo confesarlo. Hay que abandonarlo. El pecado tiene que ser separado de nuestra vida. Tiene que ser sacado. Y tiene que ser dado ¿a quién? ¿A quién se le da la grasa? Al sacerdote. ¿Que representa a quién? A Cristo. Él es el único que puede tomar el pecado. Él es el único que sabe qué hacer con el pecado. Y Él lo quemará hasta que no quede nada.
Cuando el sacerdote toma el pecado y lo quema sobre el altar, entonces puede devolverle al pecador la justicia perdida. El pecado queda quemado en el fuego del altar. Jesús también hace lo mismo con el pecado. Ahora, cuando un individuo era muy pobre para ofrecer una cabra o un corderito, entonces podía traer dos palomas. Y si era muy pobre para traer dos palomas, podía casar dos palominos, dos tortolitas. De las que andan sueltas. Y podía traerlas para ofrenda por el pecado.

¿Qué más decimos de la ofrenda por el pecado? Entenderemos un poquito más de esta ofrenda, cuando entendamos el día de expiación. Porque aquí no termina. La sangre era llevada adentro o la ofrenda era comida. Pero cuando entendamos el día de expiación, veremos el fin del pecado.

Ahora, ¿por qué la sangre era derramada al pie del altar? En todos esos sacrificios de animales que se ofrecían, la sangre se derramaba al pie del altar. Allí en la corte, en el atrio del santuario. Cuando nosotros recordamos cuan específico era Dios sobre que todo estuviese totalmente limpio en el santuario. El sacerdote tenía que lavarse las manos para entrar. Tenía que lavarse los pies. Tenía que haber una limpieza total en el santuario. Si Dios era tan específico y particular con respecto a la limpieza, ¿por qué entonces no hacía que la sangre fuese derramada en otro lugar, para no ensuciar el santuario?

Vean ustedes por ejemplo, lo que dice con respecto a la limpieza en Deut. 23:14, dice así, porque Jehová tu Dios que anda en medio de ti en tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti, por tanto tu campamento ha de ser santo para que Él no vea en ti cosa inmunda y se vuelva en pos de ti. Todo el campamento tenía que estar limpio. Tenía que ser santo. Si Dios era tan específico con respecto a eso, y les pedía que mantengan no solo el santuario limpio, sino todo el campamento limpio, ¿por qué es entonces que Dios daba ordenes de derramar la sangre al pie del altar? ¿No creen ustedes que para mantener limpio el santuario, Dios debiera haber dicho que esa sangre sea quitada del campamento y quedase limpio así? ¿Por qué tenía que ser derramada en la tierra al pie del altar? Esto tiene también una gran lección para nosotros.

El primer pecado que se cometió en esta tierra, afectó también la tierra. Maldita será la tierra por tu causa. Eso le dijo Dios a Adán. Cuando el primer asesinato se cometió en esta tierra, dijo Dios a Caín, la sangre de tu hermano clama a Mi ¿desde dónde ? Desde la tierra. Sin embargo, también le dijo Dios a Caín, maldito seas sobre la tierra y la tierra no te dará su fruto, aunque la labres y la trabajes, esta no te dará el fruto. La tierra te será estéril por tu pecado. Eso muestra que el pecado también contamina la tierra. Con el curso del tiempo, con tantos pecados cometidos, la tierra también estaba contaminada por el pecado. Y no hay nada que pueda remover el pecado de la tierra, donde se acumula, sino la sangre de Cristo. Por eso la sangre debía ser derramada al pie del altar. Porque la sangre contamina la tierra. El pecado no solamente contamina al hombre, sino contamina la tierra. La tierra es maldita por causa del pecado. Quiere decir que Dios era muy específico en esto, para no romper el simbolismo.

Vean por ejemplo, en Num. 35:33. Dice aquí, y no contaminaréis la tierra donde estuviéreis, porque esta sangre mancillará la tierra. Y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó. No contaminéis pues la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito, porque Jehová habito en medio de los hijos de Israel. La tierra era contaminada por el pecado. No solamente el pecador era contaminado, sino también la tierra. Y aquí dice que la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó. Eso a veces no se entiende. Parece muy duro. Para limpiar el pecado de la tierra que fue contaminada por el pecado, solo la sangre del que la derramó podía expiarla. Hacer expiación por la tierra, que cosa más rara. Con la misma sangre del pecador hermanos. Eso simboliza, que la maldición del pecado se amontona, y cada vez pesa más sobre esta tierra.

Isa. 24:5-6. Se destruyó, cayó la tierra, se enfermó, cayó el mundo, enfermaron los altos pueblos de la tierra y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho y quebrantaron el pacto sempieterno. La tierra se contaminó por el pecado de los moradores, hermanos. Esto es algo tremendo. Solamente uno de esta humanidad, de la misma familia del que había contaminado la tierra, que había derramado la sangre, podía hacer expiación por esa tierra. Lo pueden leer ahí en el libro de Números. Uno de la familia del que había derramado la sangre y contaminado la tierra, podía hacer expiación por la tierra. Por eso Cristo, hermanos, tuvo que hacerse uno con la familia humana. Por eso Él tuvo que tomar la naturaleza humana y llegar a ser nuestro hermano mayor. Por eso tomó la naturaleza pecaminosa del hombre, para poder limpiar y hacer expiación por la tierra. Para sacar la maldición que trae el pecado sobre esta tierra, tanto como sobre el pecador. Él redimió a toda la tierra con Su sangre. No solamente a los habitantes, sino también a este planeta. La muerte de Cristo en el Calvario, compró la redención de la tierra y de todos los habitantes que hay en ella.

Efe. 1:14. El Espíritu Santo que os selló para la redención, es las arras de nuestra herencia, hasta la redención de la posesión adquirida para la alabanza de su gloria. Él adquirió la posesión por Su sangre en la cruz. El pecado contamina esta tierra. Y cada ofrenda del pecado, después que se había hecho expiación por el pecado con la sangre, el resto de la sangre era derramado sobre la tierra al pie del altar de bronce, a la entrada de la corte, un tipo de la preciosa sangre de Cristo, que sería derramada al pie de la cruz, para limpiar aún la tierra y todos los habitantes del pecado. Que hermoso tipo, la ofrenda por el pecado. Y son siete y vamos en la primera. Pero hermanos, cada ofrenda tiene un simbolismo especial. Aun las ofrendas de alimentos. Se ofrecían espigas de trigo. Y tiene un simbolismo precioso hermanos. Tenían que ser espigas verdes. No podían ser espigas maduras. ¿Por qué? La espiga tenía que ser golpeada antes de ofrecerla. Hermanos, es algo maravilloso que nos habla de Cristo. Así como Cristo, en preparación para el sacrificio, fue golpeado, el grano en preparación para el sacrificio, también tenía que ser golpeado.

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