Babilonia Antiguo Testamento



En el Antiguo Testamento
La ciudad sobre el río Éufrates (80 km al S de la mod. Bagdad, Irak) que se convirtió en capital política y religiosa de la tierra de Babilonia y del imperio y la civilización que surgieron en torno a ella.

a. Nombre
El heb. Babel se traduce en las vss. cast. Babilonia (excepto en Gn. 10.10; 11.9, Babel) sobre la base del gr. Babylon. Estas son versiones del babilónico bab-ili; pl. bab-ilani, que a su vez es traducción del nombre sumerio más antiguo ka`-dingir-ra, ‘portal de dios’. Los egipcios escribían el nombre b-bi-r (bbr o bbl) y los Aqueménidas la forma babirsû del persa antiguo. Otros nombres comunes para la ciudad en los textos babilónicos son tin-tir (ki), ‘vida de los árboles’, explicado por ellos como “asiento de la vida”, y e-ki, ‘lugar de canales’. El Sesak de Jer. 25.26; 51.41 (cf. °vm) se considera generalmente como una versión de Babel en clave atbas, pero podría ser una inusual aparición de un antiguo nombre ses-ki.

b. Fundación
Según Gn. 10.10 Nimrod la fundó como ciudad capital, mientras que la tradición religiosa de Babilonia se la acredita al dios Marduk. (Fuera de esto, y aparte de la referencia a la edificación de la torre de Babel (el zigurat), no hay otra mención de su fundación.)

c. Historia
Según la tradición Sargón I de Agade (ca. 2400 a.C.) y su sucesor Sarkalisarri edificaron templos para los dioses Anunitum y Amal y restauraron la torre-templo. Es posible que la ciudad de Agade haya sido edificada sobre parte de los restos de la ciudad más antigua de Babilonia. En la época de Sulgi de Ur (ca. 2000 a.C.) Babilonia fue atacada y luego regida por gobernadores (patensi) designados desde Ur. Con el advenimiento de la primera dinastía amorrea de Babilonia bajo Sumu-abum los muros de la ciudad fueron restaurados y Hamurabi y sus sucesores ampliaron la ciudad, que floreció como capital de su reino hasta su destrucción por los hititas ca. 1595 a.C. Después de un período bajo dominación casita la ciudad se rebeló y fue atacada en varias oportunidades, especialmente por Tiglat-pileser I de Asiria ca. 1100 a.C. Babilonia intentó repetidamente obtener su independencia, y una vez un gobernante caldeo, Marduk-apla-iddina II (722–710, 703–702 a.C.), mandó emisarios para obtener la ayuda de Judá (2 R. 20.12–18). El relato de Isaías sobre el destino de la ciudad (Is. 13) tiene una redacción muy similar al relato que hace Sargón II de Asiria acerca de su saqueo del lugar. En un intento de eliminar a los principales rebeldes, algunos de los ciudadanos más conspicuos fueron deportados a Samaria, donde introdujeron el culto de las deidades babilónicas locales (2 R. 17.24–30). Senaquerib puso a su hijo como rey de la ciudad de Babilonia pero fue muerto por elamitas probabilónicos en el 694 a.C. En un intento de terminar con esta ola de nacionalismo babilónico Senaquerib saqueó la ciudad en el 689 a.C. y retiró las estatuas sagradas. Su hijo, Esar-hadón, procuró restaurar la ciudad sagrada, a la que transportó a Manasés como prisionero (2 Cr. 33.11). Hizo a Babilonia ciudad vasalla bajo un hijo, Samas-sum-ukín, el que, no obstante, se peleó con su hermano Asurbanipal de Asiria. En la guerra que siguió, de 652–648 a.C., Babilonia fue severamente dañada por fuego, y una vez más los asirios trataron de designar a un jefe local, Kandalanu, como gobernador
.
La decadencia del imperio asirio permitió a Nabopolasar, caldeo, recuperar la ciudad y fundar una nueva dinastía en 626 a.C. Su obra de restauración de la ciudad fue muy bien continuada por sus sucesores, especialmente su hijo, Nabucodonosor II, rey de Babilonia (2 R. 24.1), que se jactaba de la gran ciudad que había reedificado (Dn. 4.30). Fue a la ciudad de Babilonia que el victorioso ejército babilónico llevó a los cautivos judíos después de las guerras contra Judá. Entre ellos se encontraba Joaquín, cuya cautividad allí está confirmada por inscripciones encontradas en las ruinas de la misma ciudad de Babilonia. El botín obtenido del templo de Jerusalén, llevado a Babilonia juntamente con el rey Zedequías, que había perdido la vista (2 R. 25.7–13), fue almacenado en el templo principal de la ciudad, probablemente el del dios Marduk (2 Cr. 36.7).La ciudad fue posteriormente gobernada por Amel-Marduk (Evil-merodac) y es el lugar donde Daniel sirvió al último gobernante caldeo *Bel-sasar, corregente de Nabonido.

Tal como lo predijeron Isaías (14.1–23; 21.1–10; 46.1–2; 47.1–5) y Jeremías (50–51), la ciudad de Babilonia habría de caer a su vez, y quedaría transformada en un montón de ruinas. En octubre del 539 los persas bajo Ciro entraron en la ciudad y Belsasar fue muerto (Dn. 5.30). Los edificios principales fueron conservados y los templos y sus estatuas fueron restaurados por decreto real. No existen registros extrabíblicos del gobierno de la ciudad, que a continuación se convirtió en una capital persa subsidiaria, con un palacio aqueménida instalado allí. Los vasos del templo le fueron entregados a Sesbasar para ser devueltos a Jerusalén, y el descubrimiento del registro de este hecho, probablemente en el archivo oficial de la ciudad de Babilonia, durante el reinado de Darío I (Esd. 5.16ss) fue el motivo de un nuevo reintegro de exiliados reunidos en Babilonia por Esdras (8.1). La ciudad de Babilonia, como en la antigüedad, fue el centro de una cantidad de rebeliones, por Nidintu-Bel en 522 a.C., y Araka (521 a.C.), y por Bel-simanni y Samas-eriba en 482 a.C. Al sofocar a este último, Jerjes destruyó la ciudad (478 a.C.); aun cuando Alejandro hizo planes para restaurarla, murió allí antes de que las obras pudieran evidenciar mayor progreso, y con la fundación de Seleucia sobre el río Tigris como la capital de los gobernantes seléucidas después de la captura de Babilonia en el 312 a.C., la ciudad volvio a ser descuidada y a quedar en ruinas, si bien, según textos cuneiformes, el templo de Bel siguió existiendo por lo menos hasta el 75 d.C.

d. Exploración
Muchos viajeros a partir de Herodoto de Hali-carnaso ca. 460 a.C. (Historia 1. 178–188) han dejado relatos de sus visitas a la ciudad de Babilonia. Benjamín de Tudela (s. XII), Rauwolf (1574), Niebuhr (1764), C. J. Rich (1811–21), y Ker Porter (1818) están entre los que fueron seguidos por exploradores más científicos que hicieron sondeos y planos de las ruinas. El trabajo preliminar por Layard (1850) y Fresnel (1852) fue seguido por una excavación sistemática de la ciudad de más adentro por la Deutsche Orient-Gesellschaft bajo Koldewey (1899–1917) y más recientemente por Lenzen en 1956–8, y desde 1962 por los iraquíes (incluyendo la preservación y la restauración del templo de Ninmah).

Esta labor, combinada con pruebas aportadas por más de 10.000 tablillas inscriptas, recuperadas del sitio de excavación por los naturales del lugar en busca de ladrillos, hace posible reconstruir un cuadro bastante preciso de la ciudad en los días de Nabucodonosor. La profunda capa de escombros, las frecuentes destrucciones y reconstrucciones, juntamente con el cambio del curso del río Éufrates y una elevación de la capa freática, hacen que, con excepción de sólo unas cuantas partes de ella, la ciudad del período más primitivo no haya sido puesta al descubierto.

El sitio se encuentra cubierto actualmente por una cantidad de montículos ampliamente desparramados. El más grande, Qasr, cubre la ciudadela, Merkes, que es un barrio de la ciudad; hacia el N Bawil, el palacio septentrional o de verano de Nabucodonosor; Amran ibn Ali, el templo de Marduk; y Sahn, sitio del zigurat o torre-templo.

La ciudad estaba rodeada por un intrincado sistema de muros dobles, siendo el exterior de 27 km, fuerte, y lo suficientemente amplio como para que pudieran circular carros por él, apoyado con torres de defensa, y con ocho puertas. En el lado N las macizas puertas de Istar señalaban el camino de la procesión que conducía hacia el S, a la ciudadela de Esagila, el templo de Marduk, y el zigurat Etemenanki adyacente. Este camino pavimentado tenía unos 920 m de largo, con muros decorados con ladrillos esmaltados que mostraban 120 leones (símbolo de Istar) y 575 musrussu, e. d. dragones (Marduk) y toros (Bel) ubicados en hileras alternadas. Desde este camino otro corría hacia el O para cruzar el río Éufrates por un puente que vinculaba la ciudad nueva en la orilla occidental con la capital antigua. Los palacios principales a los que reyes sucesivos prodigaron atención están ahora representados por el complejo de edificios en la ciudadela, entre los cuales la sala del trono (52 x 17 m) puede haber estado en uso durante la época de Daniel. En el ángulo NE del palacio se encuentran los restos de bovedas que Koldewey piensa que serían los apoyos para los “jardines colgantes” construidos por Nabucodonosor para Amitis, su mujer de origen medo, como recuerdo de su tierra natal.

La torre-templo de la ciudad de Babilonia se hizo famosa como la torre de Babel.

Muchos detalles de los barrios de la ciudad y sus templos, de los que se conocen ya 53, han sido recuperados. Los nombres de dichos barrios se usaban a veces para designar toda la ciudad (Suana [JCS 23, 1970, pp. 63], Susán, Tuba, Tintir, Kullab). Las frecuentes destrucciones de la ciudad hicieron que poco del contenido de los templos quedara in situ. La posesión de la estatua de Marduk, alojada en Esagila, era símbolo de victoria, y fue llevada a la capital del conquistador.
La religión y la civilización eran fundamentalmente iguales a las de Asiria y el imperio babilónico.

Bibliografía. R. Koldewey, The Excavations at Babylon, 1914; E. Unger, Babylon, Die Heilige Stadt, 1931; art. “Babylon” en Reallexikon der Assyriologie, 1932, pp. 330–369; A. Parrot, Babylon and the Old Testament, 1958; O. E. Ravn, Herodotus’ Description of Babylon, 1932; I. J. Gelb, Journal of Inst. of Asian Studies 1, 1955.

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