¿Quién es el "Yo Soy"? Juan 8: 58

Respuesta Para Nelson Meza
CONSIDEREMOS otro claro texto del Nuevo Testamento, que sin sombra de duda proclama la preexistencia del Hijo de YHWH, y al cual los actuales ruselitas dan una interpretación muy particular, para eludir la divinidad de Yashua Ha Mashiaj. Se encuentra en Juan 8: 58, y dice: "Jesús les dijo:
De cierto, de cierto os digo: Antes que Abrahán fuese, yo soy.
Para evadir el sentido irreversible de la divinidad de Yashua, claramente explícita en las palabras "Yo Soy", los "testigos" recurren a un expediente reprobable. Sencillamente inventan un tiempo verbal inexistente en griego, al que denominan "tiempo perfecto indefinido", y le hacen al texto decir: "Antes que Abrahán viniese a existir, yo he sido". Sin la menor ceremonia eliminan la forma presente del verbo "ser", esto es, el "Yo soy".
En la traducción "jehovista" Interlinear Translation en inglés, edición 1969, en la página 467, hay una nota que de manera dogmática, declara que la expresión griega Egó eímí (Yo soy) usada en ese lugar, se debe traducir en el "tiempo perfecto indefinido", "Yo he sido", y no "Yo Era
es una afirmación atrevida sin el menor fundamento. Reproduzcamos el texto griego de Juan 8: 58:
Eípen aytoís ho Jesús Amén amén légo hymín.
Les dijo Jesús: De cierto, de cierto os digo:
prín A bradm genésthai Egó eimí.
Antes que Abrahán fuese, yo soy.

De paso, notemos el empleo de genésthai, que indica nacimiento, engendramiento, es atribuido a Abrahán. En cambio a Jesús se aplica eímí, que significa "ser existente".

Tres ejemplos Bíblicos
El gramático Dr. Robertson, declara que eimí es absoluto, lo que sencillamente quiere decir que no hay predicado expresado en él. Ese mismo empleo de eimí ocurre tres veces más en el mismo Evangelio de San Juan:
8:21. "Si no creéis que yo soy (Egó eimí), en
vuestros pecados moriréis".
1 13: 19. "Desde ahora os lo digo antes que suceda, para
que cuando suceda, creáis que yo soy (Egó eimí) ".
18: 1, 5. "Yashua... se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo:
Yo soy (Egó eimí) ".
Pruebe el lector de alterar esos tres textos, y de leerlos con la expresión "yo he sido", y verá que el cambio es un contrasentido.
En todos esos lugares (Juan 8: 58; 8: 24; 13: 19 y 18: 5), la expresión griega es la misma. También es la misma expresión usada por la versión griega de los LXX
o Septuaginta, en los textos de Deut. 32: 39, Isa. 43: 10 y otros. Todos esos textos están en tiempo presente; y más aún, indican un presente perdurable, sin fin; especialmente en Juan 13: 19, donde Jesús dice a sus discípulos algunas cosas antes que sucedan, para que cuando éstas ocurran, ellos creyeran que "yo soy" (Egó eimí).



YHWH se identifica con Yashua
YHWH es el único que conoce el fin "desde el principio" (Isa. 46: 10). De donde se llega a la conclusión de que cuando Yashua dijo: "Egó eimí", se estaba identificando con YHWH, estaba enunciando su deidad.

El idioma griego jamás admitiría la violencia de traducir esa expresión por "Yo he sido". La única traducción posible de Egó eimí es "Yo soy". Y siendo que Jehová es el único "Yo soy" (Exo. 3:14; Isa. 44: 6), se deduce que él y Yashua son "uno" en sustancía, poder y eternidad. Esto es lo
revela la Biblia, y debemos preferir creer en ella.

Los testigos de Jehová argumentan también que en Juan 8: 58, la frase "Yo soy" puede estar empleada en el llamado "presente histórico". Ese es otro error, porque aunque existe el tiempo verbal denominado "presente histórico", de ningún modo se puede aplicar a este texto. Sencillamente porque Jesús no estaba narrando. Estaba hablando, discutiendo, advirtiendo a sus oyentes. De acuerdo con la regla gramatical, el presente histórico se emplea sólo en las narraciones y no en el discurso común.

El "Yo soy" en la Septuaginta
Examinemos en la Septuaginta, o Versión de los LXX, la expresión "Yo soy", que se refiere a YHWH. En varios textos, como en Gén. 17: 1, Sal. 35: 3, Isa. 43: 10-13, Jer. 3:12, 23: 23 y otros, se usa la expresión Egó eimí. En la mayoría de los casos, sencillamente es la traducción del pronombre hebreo personal, primera persona singular, ani (yo). ¿Por qué? Porque en hebreo este pronombre personal tiene dos formas, la forma simple ani, y la llamada forma reforzada o enfática anoki.
En la gramática hebrea de J. Touzard, en francés, página 158, está la siguiente observación: "Las formas hebreas de los verbos incluyen el sujeto; y por esta razón, los pronombres personales separables (ani y anokí) no se emplean, sino cuando se quiere dar énfasis o realce al autor de la acción expresada por el verbo".
De ahí se deduce que en los mencionados pasajes bíblicos, el pronombre personal ani (yo) aparece separado, con el propósito de dar énfasis a la Persona, que en los textos mencionados es Jehová. Necesariamente la traducción de "Egó eimí" es correctísima, y significa "Yo soy".

Sentido exacto del "Yo soy"
J. H. Bernard, en la página 118 del tomo 2 dc su Critícal and Exegetical Commentary of St. John (Comentario
crítico y exegético de Juan), al comentar Juan 8: 58, dice:
"El 'Egó eímí' (Yo soy) usado por Yashua refleja la manera apropiada y peculiar en que YHWH habla de sí mismo en el Antiguo Testamento. En boca de Yashua, refiriéndose a su propia persona, esta expresión implica su divinidad, y es exactamente eso lo que Yashua quiere dar a entender".
No hay duda de que al decir "Yo soy", Yashua quiso decir a los judíos: "Yo soy YHWH"; porque así lo entendieron ellos. Y tan bien lo entendieron así, que quisieron apedrearlo, porque abiertamente Yashua se proclamaba YHWH. Y eso los judíos lo consideraban una blasfemia, pecado punible con la muerte, de acuerdo con su ley civil (Lev. 24: 16).
Ante este hecho innegable, los testigos de Jehová dicen que los judíos quisieron apedrear a Yashua, porque él los llamó hijos del diablo (Juan 8: 44). Si esto fuera cierto, ¿por qué no intentaron apedrearlo en otra ocasión en que los trató de "serpientes, generación de víboras" (Mat. 23:
33)? La respuesta es sencilla. Fue porque en esta ocasión no había base legal para apedrearlo. Por dura que fuera esa reprobación, no implicaba crimen de blasfemia.
Esta cuestión queda inapelablemente aclarada con las palabras de los mismos judíos, registradas en Juan 10: 33:
"Respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú siendo hombre, te haces Dios". Ante esto, no hay argumento que valga.
Pero los "testigos" no se dan por vencidos, y vienen con frivolidades que nada prueban. Analicemos algunas:
a) Dicen que cierta Traducción Americana vierte el texto en discusión, de esta manera: "Yo existía antes que Abrahán naciera". Esta traducción, de ningún modo favorece la teoría unitaria. El pasado imperfecto "existía", denota continuidad indefinida anterior al nacimiento de Abrahán. 


¿Cuánto tiempo antes de que surgiera Abrahán existía Yashua? 
De eso no hay medida.
b) Citan la versión de Stage, que reza: "Antes que Abrahán viniese a la existencia, Yo era". Tampoco esto abona la tesis arriana. Esta traducción confirma la preexistencia de Yashua de modo ilimitado.
c) También citan a Lamsa: "Antes que Abrahán naciera, Yo era". Eso no establece ninguna época en que Jesús hubiera sido creado; tan sólo afirma la preexistencia del Hijo de YHWH.
En suma, esas versiones dicen que Yashua ha existido desde un tiempo remoto, inmensurable. Allí Abrahán era sólo un punto de referencia, porque los judíos preguntaron a Yashua: '¿Aún no tienes cincuenta años, y has visto a Abrahán?" Si hubiera mencionado a Satanás, Yashua hubiera dicho: "Antes que Satanás fuese, yo soy"; y "yo ya existía", o "yo era" lo que al fin da lo mismo.
Los "testigos" alegan también que dos traductores hebreos admitieron la traducción "yo he sido". Esto nada prueba. El que dos traductores hayan vertido "yo he sido", cuando esa traducción es inadmisible; sumado a que los "jehovístas" inventaron un tiempo verbal inexistente en griego, no destruye el hecho de que la traducción correcta, única, irreversible, es: "Yo soy".

Un Elocuente Paralelo
Nótese este interesante paralelo. En Juan 8: 58 se lee:
"Antes que Abrahán fuese, yo soy" (Egó eimí). La Versión de los LXX vierte el Sal. 90: 2 así: "Antes que los montes viniesen a la existencia, desde la eternidad hasta la eternidad tú eres (eimí) YHWH".
Ahí está el mismo verbo, empleado en forma semejante. ¿Por qué los "testigos" no alegan que aquí también se debería traducir: "tú has sido YHWH"?
En su traducción Nuevo Mundo, en español, los "testigos" vierten la parte final de este texto: "tú eres Dios", y no "ti> has sido YHWH
1Exo. 3:14 consigna que Jehová respondió a Moisés:
"Yo soy el que soy... Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros".
En este texto en hebreo, está la palabra eheieh, compuesta del pronombre y del verbo "ser", y significa "Yo soy". Aquí también se nota que la traducción "Yo he sido" no cuadra. Los más autorizados diccionarios hebreos aplican esa expresión a YHWH, con el sentido "Yo soy", o "El que existe por sí mismo


Otro recurso Pobre
Los "testigos" inventaron otro recurso al decir que la Septuaginta vierte este texto de Exo. 3:14 por "ho ón"; es decir "el ser". Sin embargo, "ho ón" significa "el que es", o "el que está", o "el que existe". Hay algunos usos tales en el Nuevo Testamento, que confirman este significado, entre ellos los dos siguientes:
1. Juan 1: 18. "El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". (En griego: Mono genés huíos ho ón éis ton kólpon toú patrós). Este texto se refiere a Yashua como "el que existe", o "el que es", o "el que está" en el seno del Padre como YHWH e Hijo Unigénito.
Eso no favorece al unitarismo; al contrario, refuerza la deidad de Yashua. Porque la expresión ho ón (el que existe) es un título de la Deidad, como en Exo. 3:14; y puede perfectamente aplicarse a Yashua.
Por lo tanto, aunque la Septuaginta haya vertido ho ón por "el Ser", eso no destruye el hecho de que Yashua reclamó para sí idéntico título.
2. Juan 3: 13. "Sino el que descendió del cielo" (En griego: Eí mé ho ek toú ouranoú katabás) . Aquí está la forma ho ek, que significa "que procede", "el que viene" del cielo. Este texto también afirma el divino origen de Jesús, "el que descendió" del cielo.

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