25 de mayo de 2009
"Lepra" En La Biblia Confusiones con el término
La lepra, conocida por la ciencia médica contemporánea como "la enfermedad de Hansen", es una infección crónica en la piel causada por la "Mycobacterium leprae" ("Hansen Bacillus"). Posiblemente se originó en la India (c. 600 a.C.), y de ahí pasó a Egipto y a Europa (c. 400 a.C.).
La primera referencia a esta enfermedad en las tierras bíblicas se incluye en las citas que hace Oribaseos -un prominente y cuidadoso médico bizantino (326-403 d.C.)- de fuentes antiguas. La enfermedad se identifica con el nombre de "elephantiasis" y puede, de acuerdo con la descripción, relacionarse con la deficiencia de salud conocida en la actualidad como lepra.
Posiblemente la enfermedad llegó a los países del Mediterráneo luego de las campañas militares de Alejandro el Grande por la India (326 a.C.).
El término griego "lepra" lo utiliza el famoso médico griego Hipócrates (460-377 a.C.) para identificar una serie de enfermedades de la piel que no pueden diagnosticarse con precisión. Estas enfermedades eran desagradables y repugnantes; además, describían la condición en que se encontraban algunas personas que sufrían de alguna afección severa en la piel.
Lepra en el Antiguo Testamento
El término hebreo que tradicionalmente se ha traducido por lepra es "zarath" y aparece en ocho pasajes del Antiguo Testamento. El análisis de esos pasajes pone de manifiesto la naturaleza médica del término y, además, destaca el componente religioso de la expresión.
"Zarath" identifica una afección de la piel que no puede relacionarse con alguna enfermedad específica; es un término general que describe una gran variedad de enfermedades de la piel. Algunos médicos y estudiosos piensan que las enfermedades descritas por el término "zarath" en Levíticos 13 son: la erisipela adyacente a una úlcera (v.18), la infección que sigue a una quemadura (v.24), la tiña o soriasis del cuero cabelludo o la barba (v.29) y la dermatitis pustular (v.36). Es importante señalar que el mismo término hebreo también describe la decoloración de la lana, el cuero y el lino (13.47-59); y se aplica a la decoloración de las paredes de las casas (14.33-57). Además, la referencia a la posibilidad de sanidad en siete días (Lev 13.4), indica que no se trata de la enfermedad de Hansen, que requiere un período extenso para el diagnóstico, el tratamiento y la recuperación.
El contexto teológico y literario de Lev 13-14 es el de la regulación legal de un estado físico que puede afectar de manera adversa la vida religiosa de la comunidad. El propósito es religioso, aunque, sin duda, el estado físico de la persona debía tomarse en consideración. "Zarath", en el Antiguo Testamento, no se refiere a la enfermedad que la ciencia médica contemporánea ha identificado como lepra, sino a una afección de la piel visiblemente desagradable que tenía implicaciones rituales y religiosas muy importantes.
"Lepra" y "lepros" en el Nuevo Testamento
El término griego que la Septuaginta (LXX) utilizó para traducir el hebreo "zarath" fue "lepra", y los escritores del Nuevo Testamento utilizaron esa misma voz griega en el proceso de redacción de sus relatos.
Los términos "lepra" (traducido como lepra en castellano) y "lepros" (leproso) aparecen solo en los evangelios. En los relatos evangélicos, los escritores entienden el término "lepra" como la traducción del hebreo "zarath"; es decir, la afección a la cual se alude identifica una serie de enfermedades de la piel que tenían una muy importante implicación religiosa. La palabra griega "lepra", en el NT, describe un estado físico y una situación de pureza ritual; no representa la enfermedad conocida el día de hoy como lepra o mal de Hansen; además, se aplica únicamente a enfermedades humanas, no a lo inanimado. El sacerdote era el responsable de diagnosticar la enfermedad, luego de un examen cuidadoso del paciente y de corroborar la presencia de porciones despigmentadas de la piel.
"Zarath" y "lepra"
"Zarath" se tradujo por "lepra" en la LXX, y el NT continuó la tradición de identificar la enfermedad física que tenía implicaciones religiosas con el mismo término griego. Aunque en el mundo griego la enfermedad conocida el día de hoy como lepra se identificaba como "elephantiasis", la LXX y el NT decidieron que el mal al que aludían no era "elephantiasis" sino "lepra", es decir, la enfermedad física y ritual que se describe en Lev 13-14.
A través de los siglos, el término "lepra" se ha relacionado con una serie de enfermedades de la piel de apariencia desagradable; particularmente las que tenían implicaciones religiosas. "Elephantiasis", por su parte, aludía a la enfermedad conocida el día de hoy como el mal de Hansen, producida por una bacteria.
La confusión terminológica llegó a su punto culminante en la traducción de "elephantiasis" al árabe: el término utilizado fue "juzam", que describe, más bien, la afección física y religiosa de "zarath", que a su vez se había traducido como "lepra" en griego. De esa forma se confundió el mal de Hansen ("elephantiasis") con las enfermedades de la piel con implicaciones religiosas descritas en la Biblia ("lepra"). Esa confusión de términos por fin se aclaró en el Congreso Internacional de Berlín en el 1905.
De acuerdo con el texto de la LXX, la traducción latina conocida como la Vulgata identifica la enfermedad a la cual alude Lev 13-14 como lepra. Posteriormente, la traducción de Casiodoro de Reina y la revisión de Cipriano de Valera tradujeron el hebreo "zarath" y el griego "lepra" por el castellano lepra. De esa traducción al castellano ha resultado que en el mundo hispanoparlante se confunde el mal de Hansen con la enfermedad físico-religiosa descrita en la Biblia. Esa confusión de términos y de ideas en las traducciones de las Escrituras ha provocado rechazo social y desprecio espiritual de muchas personas a través de la historia. El mal de Hansen -confundido con la "lepra"- ha sido considerado como un indicador del juicio de Dios contra la persona que la padece, aumentando desmedidamente su dolor y las implicaciones emocionales y espirituales de su enfermedad.
Recomendaciones
La traducciones contemporáneas de la Biblia al castellano continúan la tradición (¡y la confusión!), al traducir "zarath" y "lepra" con el término castellano lepra (RVR-60, DHH, Biblia de Jerusalén, Biblia Latinoamericana, el Libro del Pueblo de Dios). Por esa razón, en Lev 14.34 se alude a la "lepra" de las casas; es decir, la palabra "zarath", que identifica las enfermedades de la piel, también se utiliza para describir ciertos problemas con las paredes de un edificio.
En la Biblia de estudio, Nuevo Testamento y Salmos, en una nota a Mt 8.2-3, se explica la naturaleza de la enfermedad identificada en el texto bíblico como lepra: "enfermedad repugnante de la piel; la persona enferma era considerada ritualmente impura y, por tanto, sanarla significaba también 'limpiarla', o dejarla ritualmente limpia".
Entre las recomendaciones en el manejo de este problema lingüístico y teológico, podemos incluir las siguientes:
1. Evitar el uso de un término que sugiera o perpetúe la confusión que existe en castellano: por ej., términos prestados del castellano que incluyan el componente de "lepra" en su grafía; una alternativa es "enfermedades crónicas de la piel".
2. Incluir una nota explicativa, similar a la que se encuentra en el Nuevo Testamento y Salmos, edición de estudio, que ponga de manifiesto las diferencias entre la enfermedad descrita en la Biblia como "lepra" y la enfermedad de Hansen (comúnmente conocida como lepra el día de hoy).
3. Se debe destacar, por un lado, que la enfermedad descrita en Lev y en el resto de la Biblia ("zarath" y "lepra") son afecciones de la piel que tienen implicaciones religiosas; por el otro, que lo que hace a las personas recibir el juicio de Dios son las actitudes y acciones que revelen injusticia, no la condición de su salud.
4. Una forma de ayudar al lector a comprender mejor las regulaciones legales en torno a la enfermedad descrita en Lev 13-14 es incluir títulos de secciones que identifiquen las diversas enfermedades aludidas en el pasaje; véanse, por ej., las divisiones incluidas en La Biblia de Jerusalén; además, véanse las recomendaciones de Contessee y Ellington en torno a la traducción de Lev 13-14.
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