II. Religión
A partir del 3º milenio a.C. se compilaron listas de nombres de deidades con sus títulos, epítetos, y templos. Si bien en la versión final de la biblioteca de Ninive en el ss. VII a.C. ellas alcanzaban una cifra superior a los 2.500, muchas pueden relacionarse con deidades sumerias anteriores, asimiladas por los semitas después de la época de la 1 dinastia babilónica (ca. 1800 a.C.), de modo que el número real de deidades adoradas en cualquier período determinado era considerablemente inferior.
a. El panteón
Los dioses principales eran Anu (sumerio An) el dios celestial, con su templo pripcipal E.anna en Uruk ( Erec). Se trataba del Él semítico, y su mujer Innana, o Innín, fue posteriormente confundida con Istar. Tendencias sincretistas similares pueden descubrirse con Enlil, el dios del aire, cuyos atributos fueron posteriormente asumidos por Bel (Baal) o Marduk ( Merodac). Su esposa, llamada Ninlil o Ninhursag, fue posteriormente equiparada también con Istar. La tercera deidad de la tríada suprema era Ea (sum. Enki), ‘señor de las aguas profundas’, dios de la sabiduría y, por ello, particularmente favorable para con la humanidad, por la que intercedía y a la que reveló los medios para conocer el pensamiento de los dioses valiéndose de la adivinación. Su templo É.abzu estaba en Eridu, y su mujer llevaba los nombres de Dam-gal, Nin-mah, o Damkina, la gran esposa de la tierra y el cielo.
Entre las otras deidades principales se encontraba la Istar semítica, al principio quizá una deidad masculina (cf. ár. >Athtar). Pero luego, al asumir los poderes de Innana por el mismo procedimiento del sincretismo, Istar se convirtió supremamente en la diosa del amor y en la heroína de la guerra.Se consideraba que era hija de Sin. Sin, el dios luna babilónico (sum. su
Adad, de origen semita occidental, era el dios de las tormentas, el Addu o Hadad cananeo-arameo. Nergal y su mujer Ereskigal gobernaban el mundo inferior, y por lo tanto era el señor de las plagas (Irra), las fiebres, y las dolencias. Con el surgimiento de los amorreos el culto de Marduk (sum. amar.utu, ‘el toro joven del sol’ [?]), el hijo mayor de Enki, adquirió preponderancia en la ciudad de Babilonia. El poema épico de la creación (enuma elisû) es una pieza relativa a la creación del universo y del orden restaurado por Marduk, cuyos 50 títulos se mencionan. Nabu ( Nebo), dios de la ciencia y de la escritura, tenía su templo (É.zida) en muchas ciudades, incluyendo Nínive, Cala, y Borsippa. Muchas deidades eran de importancia en ciertas localidades. Así Asur (an.sûar) se convirtió en el dios nacional de Asiria. Amurru (mar.tu, ‘el oeste’), que se equipara con Anu, Sin, y Adad, era una deidad semítica occidental como lo era Dagón ( Tamuz). Dummuzi era un dios de la vegetación cuya muerte, pero no su resurrección, forma el tema de un mito de Istar. Ninurta era el dios babilónico y asirio de la guerra y la caza (que tal vez se refleje en el Nimrod bíblico).
El mundo superior estaba poblado por dioses Igigu, y el inferior por Annunaku. Todo el reino espiritual y material estaba regulado por leyes (me) divinas, de las que se conocen más de cien, que van desde “deidad” hasta “victoria” y “un instrumento musical”, e. d. rasgos y complejos culturales. Los dioses eran inmortales pero tenían poder limitado. Los mitos, en los que figuran pocas deidades principales, ilustran su carácter antropomórfico y la concepción de que todo objeto (p. ej. una piedra) está imbuido de “vida”. Los espíritus y los demonios abundan. Los sumerios procuraron resolver por diversos modos teológicos los problemas inherentes en su sistema politeísta. Así los mitos se relacionan principalmente con cuestiones tales como el origen del universo, la fundación y el gobierno del mundo, y la creación del hombre y la búsqueda de la inmortalidad, como en el poema épico del diluvio, y la relación del hombre con el mundo espiritual.
b. El sacerdocio
Había muchas clases de servidores de los templos, con el rey o gobernante como pontífice supremo en ciertas fiestas solemnes. En épocas sumerias primitivas toda la economía estaba centrada en el templo, donde el oficial principal (enu) era “el señor del feudo”. En el culto a Sin, la sumo sacerdotisa (entu) era generalmente una princesa real. Los sumos sacerdotes (mau) tenían muchos sacerdotes (sûangu), varones de cuerpo sano y con frecuencia casados, como ayudantes. El encargado de la liturgia (urigallu) era asistido por una hueste de oficiales menores que tenían acceso al templo (ereb béiti). En el ceremonial los cantores, los salmistas, los endechadores, y los músicos ocupaban un lugar importante.
En el acercamiento del hombre al dios, muchos especialistas podían representar un papel. El exorcista (asipu) podía sacar el espíritu malo o el hechizo con encantamientos o rituales detallados en los textos (surpu; maqlu) que comprendían sustituciones simbólicas (kuppuru), la purificación por sacerdotes-masûmasûuo por medio de los que purificaban con agua (ramku). Hay muchos documentos que describen la acción a emprender contra los espíritus malos (utukki limnuti), contra los demonios del destino (namtaru), los demonios que acosaban a las mujeres (lamastu), o los tabúes. La extensa literatura médica del período primitivo estaba íntimamente ligada a la religión, como lo estaba la astronomía o la astrología de la dinastía “caldea” posterior. Esta última estaba basada en una equiparación de las deidades con planetas o estrellas (p. ej. Nabu = Mercurio), o con partes de los cielos (“La vía de Anu” = estrellas fijas). Otros se ocupaban de determinar la voluntad de los dioses por medio de augurios con hígados (el sacerdote-baru o “vidente), o interrogando mediante oráculos (sailu), u ofreciendo oraciones. Muchas mujeres, incluyendo prostitutas de los santuarios, estaban vinculadas a los templos (H. A. Hoffner, Orient and Occident, 1973, pp. 213–222) y en Ur se han encontrado santuarios locales donde oraban los viajeros (Iraq 22, 1960).
El servicio normal (dullu) incluía el acto de dar a los dioses algo para comer y beber. Se vestían y ornamentaban las estatuas, y se colocaban cerca figuras votivas de los fieles. Los sacrificios que se colocaban en los altares se asignaban posteriormente, en total o en parte, a los sacerdotes. A los dioses se les asignaban sus propias sillas, carros, y barcos para uso en las procesiones.
c. Fiestas
La mayoría de las ciudades y templos tenía sus propias fiestas y días sagrados. En las de Babilonia, Erec y Ur, como en Asur, Nínive, y Cala la fiesta del año nuevo (akitu) era la más destacada, y se celebraba en la primavera, pero no exclusivamente, y con diversas prácticas en diferentes centros y períodos. En la ciudad de Babilonia las ceremonias duraban dos semanas, con numerosos ritos que incluían una procesión de dioses al templo de Marduk, la humillación y restauración del rey que luego “tomaba la mano de Bel” para conducirlo en procesión a la casa-akitu fuera de la ciudad, donde se llevaba a cabo una representación de la asamblea de los dioses, el debate y la lucha de la creación (en combate ritual [?]) y la fijación de los destinos para el año a iniciarse. A esto seguían a veces un “casamiento sacro” (el rey y la sacerdotisa representando al dios) y días de regocijo general. En esta época, como también en otros momentos del año, se recitaba el poema épico de la creación.
Las fiestas reales incluían la coronación del rey (existen textos de Ur-Nammu, Nabopolasar, etc.), la celebración de las victorias y la inaguración de alguna ciudad o templo. Las fiestas personales incluían la celebración del nacimiento, del casamiento y la instalación de niñas en la función de sacerdotisas.
d. Literatura
La literatura babilónica ya está muy perfeccionada en las tablillas de Abu Salabikh (ca. 2800–2500 2800–2500 a.C.), con pruebas evidentes de que los escribas semitas copiaban textos sumerios primitivos y empleaban técnicas literarias (colofones, etc.) enseñadas habitualmente en escuelas. En el curso de su larga historia (hasta el 100 d.C.) esta literatura tuvo mucha influencia en todo el antiguo Cercano Oriente, y se han encontrado copias en Anatolia ( Hititas), Siria ( Ebla, Ugarit), Palestina (Meguido, Hazor, etc.), Egipto ( Amarna), y posteriormente incluso en Grecia. Se llevaron originales o copias,, o se hicieron especialmente, para las bibliotecas reales de Asiria en Asur, Nínive, y Cala.
Abarcan unos 50 poemas épicos acerca de héroes y mitos antiguos en acádico (algunos traducidos del sumerio, y relativos a la creación, el diluvio y el establecimiento de la civilización). La “literatura sapiencial” incluye composiciones acerca del “hombre y su dios”, el “Job” babilónico (ludlul bel nemeqi), teodiceas, discusiones, diálogos, instrucciones prácticas, proverbios, parábolas, fábulas y cuentos populares, ensayos breves, y cantos de amor. Se las encuentra también como parte del programa escolar, además de la serie de manuales necesarios para un escriba capacitado (listas de signos, silabarios, paradigmas gramaticales, libros de frases, diccionarios, y numerosas listas, p. ej. de nombres de personas y lugares).
La literatura “religiosa” incluye salmos, himnos, y oraciones (a los dioses y a algunos reyes), rituales, encantamientos, como también catálogos de dicha literatura, buena parte de la cual sigue perdida. La literatura “científica” cubre la medicina (prognosis, diagnosis, recetas, vade mecum, cirugía, y veterinaria), la química (principalmente la preparación de perfumes y la fabricación de vidrio), la geología (listas de piedras con color y dureza), la alquimia, la botánica (listas de plantas y drogas), y la zoología (listas de fauna). La matemática (incluyendo la geometría y el álgebra) está representada por problemas y textos prácticos y se relacionaba íntimamente también con la astronomía a través de sus tablas, textos de procedimientos, efemérides, metas anuales, almanaques y diarios. Los textos incluyen predicciones para meses intercalados a fin de mantener el calendario.
En el imperio babilónico la crónica histórica estaba altamente perfeccionada; extractos tomados de ella se incluyeron en toda una serie de textos literarios (poemas épicos, “profecías dinásticas”, y diarios astronómicos). Las colecciones de leyes (pero no códigos legales) a partir del 2º milenio a.C. (p. ej. Esnunna, Hamurabi) son muy conocidas y pueden compararse con la práctica en más de un cuarto de millón de textos (legales, económicos y administrativos), además de cartas, entre ca. 3000 y 300 a.C. A partir del ss. IV a.C. las novedades incluyen los horóscopos, el zodíaco, y textos escritos en letras griegas sobre tablillas de arcilla, entre otros materiales de escritura.
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