Algunos lectores podrán encontrar aburrido este breve análisis de la evolución de las enseñanzas de Mahoma hacia la violencia. Por favor no se den por vencidos, si lo hacen se perderán la segunda parte de este estudio donde comparo el Corán con la Biblia y muestro una respuesta cristiana al problema del terrorismo. Usted verá que el tiempo dispensado en la lectura de este trabajo será bien usado. He tratado de simplificar el tema, la lectura del Corán puede ser tediosa, porque la estructura de las frases es arcaica, tanto como la Biblia (versión inglesa King James). Pero es importante hacer el esfuerzo de entender el desarrollo de las enseñanzas de Mahoma hacia la guerra, porque esto nos ayuda a entender porqué algunos musulmanes han usado y lo siguen haciendo hoy día, los conflictos armados para avanzar la causa de Alá a través del mundo. Las referencias del Corán son dadas como Sura, que significa capítulo, seguido por el número de los versos.
Etapa Uno: No a la represalia
Cuando Mahoma empezó a predicar el Islam en el 610 DC en La Meca, sus compañeros tribales (Koreish) se hicieron hostiles hacia él pues Mahoma condenaba la idolatría. Los capítulos (Sura) del Corán que están escritos durante los trece primeros años que Mahoma vivió en La Meca, no contienen instrucciones acerca de pelear, a pesar de la severa persecución sufrida a su pequeño grupo de seguidores. ¿Por qué? Simplemente porque sus seguidores entendieron que no tenían ninguna oportunidad de ganar en un conflicto físico. Esta fue una sabia estratagema de supervivencia, evitando luchas violentas. Pocos versos servirán para ilustrar esta enseñanza.
En Sura 73:10 Mahoma urge a sus seguidores a ser pacientes para con aquellos que niegan la verdad: “Y tengan paciencia con lo que ellos dicen, y déjenlos con noble dignidad. Y permítanme a mí tratar con ellos, quienes niegan la verdad y sopórtenlos un poquito más.” En Sura 52:45-48 el profeta amonesta a dejar a los incrédulos solos y esperar pacientemente que el Señor los castigue: “Déjenlos solos hasta que les llegue su día, donde desmayarán de terror... Para aquellos que hacen lo incorrecto hay un castigo a su lado... Ahora esperen con paciencia el mandato del Señor.”
Etapa Dos: El combate defensivo es permitido
El 15 de julio del año 622, la creciente oposición de la tribu Korish (quienes los doblaban en número) forzó a Mahoma y sus seguidores a huir de La Meca a la ciudad de Medina que está situada a unos 350 kilómetros al norte. Esta es una fecha importante conocida como la Hégira, porque marca el comienzo del calendario musulmán. En Medina, Mahoma fue reconocido como un profeta y fue capaz de consolidar su poder. Sus seguidores saqueaban las caravanas que salían de La Meca con destino a Medina. Esta práctica eventualmente llevó a varias batallas entre las tribus Koreish de La Meca y los seguidores de Mahoma. El profeta obtuvo su primera victoria en la batalla de Badr en el año 624 con un ejército de 305 personas, principalmente ciudadanos de Medina. Vencieron a la tribu Koreish la cual los superaba en número; también conquistó varias tribus judías y cristianas y ordenó personalmente la matanza de 600 judíos en un solo día. Fue en este tiempo que Mahoma instruyó a los suyos a defenderse a sí mismos por medios de la lucha y los asesinatos.
Un ejemplo de estas órdenes se encuentra en Sura 22:39-41 donde el permiso es dado para involucrarse en combates defensivos: “A todos aquellos con los cuales estamos en guerra, permiso es dado de combatir porque ellos están equivocados y ciertamente Dios es más poderoso para ayudarnos.” Otra vez en Sura 22:58 se prometen ahora recompensas a aquellos que mueren en la Jihad: “A todos aquellos que dejan su hogar por la causa de Dios, él les otorgará una enorme provisión.” La promesa del Paraíso a todos aquellos que mueren por Alá ha inspirado un sin número de musulmanes a convertirse en mártires por su fe, inspirando hombres y mujeres musulmanes a convertirse en bombas suicidas por la causa de Alá.
Etapa Tres: Combates defensivos son ordenados
Pocos meses después de permitirles pelear en defensa propia, Mahoma instruyó a sus fieles a hacer de la guerra religiosa una obligación. Al principio los enemigos fueron los adoradores idólatras de la tribu de Koreish en La Meca, pero más tarde fueron incluidos los judíos y los cristianos, quienes no aceptaban a Mahoma como profeta. Esta enseñanza se encuentra en numerosos versos del Corán. Richard Bailey lista 32 pasajes, metódica e increíblemente comentados. Por un tema de síntesis haré sólo referencia a cuatro de ellos. En Sura 2:190 se dan instrucciones que la persecución se detenga solo cuando el Islam sea establecido: “Pelea en la causa de Alá a quienes te pelean, pero no transgredas los límites; por aquellos que no son transgresores y que Dios ama. Y persigue a tus enemigos dondequiera que se hallen y échalos de donde ellos te echaron a ti, porque tumulto y opresión son peores que la muerte”.
En Sura 2:216 los musulmanes son ordenados a pelear por la causa de Alá, aunque no les guste, porque Alá sabe lo que es mejor para ellos: “Deberás pelear, aunque no te guste. Porque es posible que algo que no te guste sea bueno para ti, y que algo que amas no sea bueno para ti. Pero Dios sabe lo que es bueno y malo para ti (Sura 2:216).” Declaraciones como esta hacen bastante claro para devotos musulmanes el hecho que pelear para avanzar la causa de Alá es una obligación divina que difícilmente puede ser ignorada.
En Sura 8:12,13 los musulmanes son instruidos a cortar el cuello y dedos de aquellos que se oponen a Dios y a nunca darle la espalda a los incrédulos: “Recuerda que Dios inspiró a los ángeles con el mensaje: “Estoy contigo para fortalecer a los creyentes. Infundiré terror en el corazón de los incrédulos. Córtales el cuello y los dedos, porque están contendiendo contra Dios y su apóstol, Dios es estricto en el castigo... ¡Oye tu que crees! Cuando te encuentres con los incrédulos, nunca les des la espalda. Si alguien les da la espalda - a menos que sea una estratagema de guerra o una retirada de la tropa - aquella persona acarrea para sí la ira de Dios, y su domicilio será el infierno - el refugio del mal. No será alguien quien los mate sino Dios.
La instrucción es clara, cuando haya combate no habrá lugar para una segunda intención. Los soldados musulmanes deben terminar el trabajo tanto sea cortando el cuello de sus enemigos o los dedos. El intento de estas amputaciones era inutilizar a sus víctimas para un futuro eventual combate.
En Sura 61:4,11-13 se enseña que Dios ama a aquellos que pelean por su causa con determinación. Él les dará la victoria, perdón de los pecados y admisión a los placeres del paraíso: “Verdaderamente Dios ama a quienes pelean por su causa, como si fueran una sólida estructura... aquellos que creen en Dios y su apóstol y que se esfuerzan para hacer todo lo posible por la causa de Dios, con sus propiedades y sus vidas. Eso será lo mejor para ti. ¡O si lo supieras! Él perdonará tus pecados, y te admitirá en los jardines (Paraíso) debajo del cual los ríos fluyen, y hay hermosas mansiones en los jardines de la eternidad. Esa es la meta suprema. Dios otorga su amorosa ayuda para obtener una rápida victoria y después dar deliciosas cosas a los creyentes.
Uno de los beneficios de pelear por la causa de Alá es el permiso de tomar las mujeres capturadas como concubinas, además de varias esposas legítimas. Sura 33:50 dice: “¡O profeta! Él ha hecho legal el tomar las mujeres de los prisioneros de guerra.” La noción de que Dios asignaría las mujeres capturadas como concubinas a los musulmanes que combatieran por la causa de Alá, difícilmente refleja altas normas morales en el Islam. La poligamia y la esclavitud de la mujer han destruido la dignidad de las mujeres y de los hogares. En esta área la superioridad de Cristianismo es claramente evidente.
Enseñar que morir peleando por la causa de Alá exonera de los pecados y garantiza la entrada al Paraíso, el Corán ha alentado a musulmanes a pelear hasta la muerte por la causa. Hoy está inspirando jóvenes palestinos a convertirse en hombres bomba. Para ellos la muerte como mártir es la más segura y rápida forma de tener una vida mejor, de comodidad, prosperidad y placeres en el Paraíso. Los hombres bomba se ven a sí mismos cumpliendo las enseñanzas del Corán mientras que sirven a sus comunidades y adquieren entrada en el Paraíso. En Sura 55:52-58 se describe el Paraíso como “un lugar donde habrá frutas de todo tipo... Se reclinarán en alfombras las cuales están confeccionadas con precioso material. El fruto del jardín estará cerca (y fácil de alcanzar)... En él habrá doncellas, castas a las cuales nunca nadie ha tocado... como rubíes y coral.” Los elementos sensuales contaminan aun la visión islámica del Paraíso. A los creyentes se les promete no sólo jardines hermosos, abundante comida, fuentes de aguas frescas, sino también hermosas vírgenes. Setenta y dos vírgenes serán creadas para el regocijo de los más sobresalientes creyentes. Un momento de placer será prolongado por mil años. Este Paraíso orientado al placer es radicalmente diferente a la bíblica perspectiva del mundo venidero cuando este planeta sea restaurado a la perfección original y que será la morada de los redimidos, quienes estarán ocupados en actividades productivas y a una elevada adoración a Dios.
Etapa Cuatro: Guerra ofensiva es ordenada contra los paganos, los cristianos y los judíos.
La fase final de las enseñanzas que Mahoma desarrolló después de la conquista de La Meca en el año 630. La mayoría de los habitantes de la ciudad se hicieron musulmanes. En ese momento Mahoma tomó control de la ciudad y limpió la Ka´aba (lugar sagrado) de los 360 ídolos que tenía.
A este punto se hizo evidente que ni judíos ni cristianos aceptarían a Mahoma como su profeta, así pasaron a engrosar la lista de enemigos a ser conquistados. De este modo la guerra no fue más un combate defensivo, sino una activa Jihad contra los incrédulos. Este es el mandato final del Corán, el cual está en vigencia hoy y ha inspirado los recientes actos de terrorismo.
Varios textos ordenan la guerra contra los paganos, los judíos y los cristianos. Entre ellos la Sura 9:5 sobresale por su clara indicación de matar infieles: “Cuando los meses sagrados hayan pasado, entonces pelea y mata paganos dondequiera que se hallen, sítialos y espera por ellos usando toda estrategia (de guerra). Pero si de repente ellos se arrepintieran y empezaran a orar regularmente y practicar caridad (transformarse en musulmán), entonces despéjales el camino.” La mejor manera para la gente de salvar sus vidas, fue renunciando a su religión y adoptando el Islam como su fe. En algunos casos los pueblos conquistados podían salvar sus vidas pagando un pesado impuesto y convirtiéndose sumisamente a las reglas musulmanas. En el mismo capítulo, Sura 9:29-31, los musulmanes son ordenados a pelear contra los judíos y los cristianos hasta que sean sometidos. Aquellos que se sometían voluntariamente al Islam tenían que pagar un pesado tributo. La razón es porque la causa de Dios está sobre ellos: “Combatan a aquellos que no creen en Dios, ni acreditan en su apóstol o en la religión verdadera aun si ellos sean “la gente del libro” (cristianos y judíos), hasta que paguen jizya (tributo) voluntaria y sumisamente, y ellos mismos se sientan sometidos. Los judíos llaman Uzair (Ezra) al ungido de Dios, y los cristianos llaman Cristo al hijo de Dios... El juicio de Alá caerá sobre ellos”.
Sura 5:36-38 prescribe cuatro tipos de castigo para quienes se oponen a Alá y a su profeta: “El castigo para aquellos que están en guerra contra Dios y su apóstol es la ejecución, o la crucifixión, o cortarles la mano y pie en lados opuestos del cuerpo, o el exilio. Esta es su desgracia en el mundo además de un castigo en la vida futura, excepto para aquellos que se arrepintieren antes de caer en tu poder. En este caso conocerán que Dios perdona y es misericordioso. ¡Oh sí, para el creyente! Haz el trabajo que Dios te ha dado. Busca los medios de aproximarte a Él y esfuérzate en su causa, y El te prosperará.”
Los cuatro tipos de castigo eran aplicados según las circunstancias y revelan la rudeza utilizada por los invasores musulmanes para avanzar su religión. Dichos métodos contrastan de las enseñanzas de Jesús de ganar hombres y mujeres para el reino de Dios proclamando las buenas nuevas de la gracia Salvadora de Dios a través del sacrificio de Cristo.
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