26 de abril de 2010

Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS


INTRODUCCIÓN

1. Título.
En el griego, el título de esta epístola es sencillamente "Para Corintios A", es decir, "uno". No figura nada acerca de Pablo el apóstol como autor de la carta. En el manuscrito de 1 Corintios de los papiros bíblicos de Chester Beatty, el manuscrito de esta epístola más antiguo que existe, copiado alrededor del siglo III d. C., aparece el título en su forma más sencilla. Se supone que en el autógrafo no había ningún título.

2. Autor.
Con la excepción de algunos críticos radicales que llegan a dudar si Pablo existió alguna vez, generalmente ha sido aceptada la paternidad literaria paulina de esta epístola. Se cree en realidad que junto con 2 Corintios, Romanos y Gálatas, es la mejor autenticada de todas las cartas de Pablo. El nombre del autor aparece tanto al comienzo como al fin de esta epístola (1 Cor. 1: 1-2; 16: 21). La carta fue dictada a un amanuense o secretario, excepto el saludo al final del libro, en donde Pablo declara que lo escribió con su "propia mano" (cap. 16: 21). No se conoce la razón exacta para que el apóstol utilizara secretarios, pero indudablemente ésa era su costumbre (Rom. 16: 22; Col. 4: 18; 2 Tes. 3: 17). Una posible razón es que Pablo tenía vista deficiente (ver Gál. 6: 1).
3. Marco histórico.

La Primera Epístola a los Corintios fue escrita en Efeso (1 Cor. 16: 8). Esta ciudad fue el escenario de la actividad misionera de Pablo durante "tres años" (Hech. 20: 31), y el centro principal de su obra durante su tercer viaje misionero (Hech. 19; 20: 1). La carta fue escrita cuando él estaba por partir para Grecia y Macedonia, pero esperaba permanecer en Efeso "hasta Pentecostés" (1 Cor. 16: 5-8); sin embargo, las circunstancias apresuraron su partida (Hech. 19: 21 a 20: 3). Las evidencias permiten que situemos la carta en la primera parte del año 57 d.C.
La iglesia de Corinto fue establecida durante el segundo viaje misionero de Pablo. El apóstol había pasado por lo menos 18 meses en ese lugar. Su obra había sido ardua y exitosa, y se estableció una próspera iglesia (Hech. 18: 1-11).
La antigua ciudad de Corinto estaba situada en el istmo que une el Peloponeso con la Grecia continental. Estaba situada en el extremo sur del istmo, en una llanura entre el istmo y una colina conocida como Acrocorinto, en la cima de la cual había una ciudadela y un templo. La ciudad estaba, pues, estratégicamente ubicada. El tráfico terrestre entre Peloponeso y el Ática pasaba por Corinto. Su estratégica ubicación entre el golfo Sarónico, con Atenas y El Pireo al este, y el golfo de Corinto al oeste del istmo, la convirtieron en un centro mercantil de una gran parte del comercio que fluía desde Asia hacia Europa y viceversa. Algunos fenicios se establecieron en la ciudad y prosiguieron con su oficio de hacer tintura de púrpura, del murex trunculus de los mares vecinos. También introdujeron otras artes, y establecieron el culto inmoral de las deidades fenicias.

Corinto era una importante ciudad comercial, situada en una encrucijada de rutas marítimas. Floreció en ella el flagelo del libertinaje, hasta el punto que el mismo nombre de la ciudad se convirtió en un sinónimo de sensualidad. El verbo "corintianizar" significaba libertinaje desenfrenado.

Cuando se comprende cómo era la religión de Corinto, es evidente la maravillosa gracia de Dios que venció a las fuerzas del mal y estableció una iglesia de santos regenerados en esa ciudad de tan mala fama. Por su riqueza, lujo, comercio y población cosmopolita, Corinto bien mereció el título que le dio Barnes: "París de la antigüedad". La deidad principal era Afrodita, la diosa del amor en su forma más inmoral y de la pasión desenfrenada, por lo que no es difícil imaginarse el efecto de esta deificación de la sensualidad. El templo de Apolo estaba construido en la ladera norte de la Acrocorinto. Mil bellas jóvenes actuaban como prostitutas públicas ante el altar de la diosa del amor. Eran sostenidas mayormente por extranjeros, y la ciudad, como producto de su inmoralidad, obtenía un ingreso seguro.
La tarea a la que hizo frente el mensajero del Evangelio en la antigua ciudad de Corinto, se presenta muy bien en estas palabras: "Si el Evangelio pudo triunfar en Corinto, puede vencer cualesquiera que sean las circunstancias" (W. D. Chamberlain).
Tres años después de la fundación de la iglesia y durante la ausencia de Pablo, surgieron numerosos problemas que demandaban la atención del apóstol; esto lo sabemos por la misma epístola. En primer lugar, algunas facciones habían debilitado la iglesia. Debido a la elocuencia y conocimiento de Apolos, muchos de la iglesia lo habían ensalzado por encima de Pablo (1 Cor. 1: 12; 3: 4; cf. Hech. 18: 24 a 19: 1). Otros se jactaban de que no eran seguidores ni de Pablo ni de Apolos, sino de Pedro, uno de los apóstoles originales (1 Cor. 1: 12). Otros afirmaban no estar unidos a ningún dirigente humano, y profesaban ser seguidores de Cristo (cap. 1: 12).
Además, como los miembros de esa iglesia vivían en medio de la disoluta población de Corinto, muchos que habían renunciado a sus caminos de impiedad recayeron en sus antiguos hábitos de vida (cap. 5). La iglesia también se había desacreditado debido a que los cristianos llevaban sus pleitos a los tribunales seculares. La Cena del Señor se había convertido en una ocasión de comilonas (cap. 11: 17-34). Asimismo habían surgido preguntas en cuanto al matrimonio y problemas sociales relacionados con él (cap. 7), en cuanto al consumo de alimentos sacrificados a los ídolos (cap. 8) y acerca de la debida conducta de las mujeres en el culto público (cap. 11: 2-16). También se entendía mal la función adecuada de los dones espirituales (cap. 12-14). Algunos eran escépticos en cuanto a la realidad y la forma de la resurrección (cap. 15).

Pablo recibió de Apolos informaciones en cuanto al estado de la iglesia de Corinto, y cuando surgieron divisiones en la iglesia, Apolos se retiró (ver HAp 226). Cuando éste estuvo con Pablo en Efeso, el apóstol lo instó a que regresara a Corinto; pero no tuvo éxito (ver com. 1 Cor. 1: 12). Otros que informaron a Pablo fueron "los de Cloé" (cap. 1: 11) y también algunos que probablemente formaron una delegación: Estéfanas, Fortunato y Acaico (cap. 16: 17). La situación era tal que causó serios temores a Pablo. Él ya había escrito una carta a la iglesia (ver com. cap. 5: 9), y hay la posibilidad de que hubiera visitado brevemente a Corinto durante su permanencia en Efeso ( 2 Cor. 13: 1). También había enviado a Timoteo (1 Cor. 4: 17; cf. cap. 16: 10) y a Tito a Corinto ( 2 Cor. 2: 13). Además, redactó la carta que ahora conocemos como 1 Corintios, en la que trataba los diversos problemas que habían surgido.

4. Tema.
El principal propósito de la carta es doble: en primer lugar, reprochar la apostasía que había provocado en la iglesia la introducción de prácticas que corrompían las enseñanzas del Evangelio; y en segundo lugar, enseñar o explicar puntos de creencia y de práctica acerca de los cuales los creyentes habían pedido aclaraciones. Pablo no encubrió el pecado ni lo trató con indulgencia. Fue imparcial en su condenación, y no procuró lisonjear ninguna de las transgresiones ni tampoco paliarlas en forma alguna. Con firmeza y severidad condenó las desviaciones de la senda de la rectitud. Junto con la presentación de las irregularidades y el reproche por los crecientes males de la iglesia, se ve la piedad compasiva y la tierna misericordia que siempre se hallan en el corazón de los verdaderos colaboradores con Cristo, un amor que siempre procura levantar al caído, restaurar al extraviado y curar al alma herida. Pablo sabía que el amor, y no la fuerza ni la aspereza, es el poder que convierte y conquista el corazón. Por lo tanto, la intervención quirúrgica espiritual a la que sometió a la iglesia de Corinto fue seguida por el bálsamo consolador del amor apacible. Esto se ve especialmente en la exposición magistral del amor cristiano que se encuentra en el cap. 13. En lo referente a enseñanzas, la epístola trata de varios asuntos prácticos, como el matrimonio, la participación en alimentos ofrecidos a los ídolos, el comportamiento en los servicios de la iglesia, la Cena del Señor y el debido empleo de los dones espirituales.

El libro ha sido descrito como "una de las más ricas, más instructivas, más poderosas" de todas las cartas de Pablo (HAp 243).

5. Bosquejo.
I. Introducción, 1: 1-9.
A. Saludos iniciales, 1: 1-3.
1. Identificación del autor y sus colaboradores, 1: 1.
2. Destino de la epístola, 1: 2.
3. Bendición inicial, 1: 3.
B. Elogio por el crecimiento espiritual, 1: 4-9.
II. Condenación de irregularidades, 1: 10 a 6: 20.
A. Facciones en la iglesia, 1: 10 a 4: 21.
1. Reproche del espíritu faccioso, 1: 10- 13.
2. Defensa de Pablo en cuanto a su ministerio y el Evangelio, 1: 14 a 2: 16.
3. La inconsecuencia del espíritu partidista, 3: 1-23.
4. Se define la debida actitud ante los dirigentes espirituales, 4: 1-21.
B. El incesto, 5: 1-13.
C. Litigio ante tribunales seculares, 6: 1-20.
III. Respuestas a preguntas hechas por los creyentes corintios, 7: 11 a 11: 1.
A. Enseñanza acerca del matrimonio, 7: 1-40.
1. Se ordena el reconocimiento recíproco
de los derechos matrimoniales, 7: 1-6.
2. Se recomienda el celibato en ciertas circunstancias, 7: 7-11.
3. El problema de los casamientos con incrédulos, 7: 12-16.
4. La aceptación de Cristo no debe cambiar la condición social, 7: 17-24.
5. Instrucciones acerca de las vírgenes, 7: 25-40.
B. Instrucciones acerca de lo sacrificado a los ídolos, 8: 1 a 11: 1.
1. Se recomienda abstención por causa del hermano débil, 8: 1-13.
2. Se ilustra el uso que hace Pablo de la libertad cristiana, 9: 1-27.
3. Amonestación contra la idolatría, 10: 1-22.
4. El debido uso de la libertad cristiana, 10: 23 a 11: 1.
IV. La debida conducta en el culto cristiano, 11: 2 a 14: 40.
A. Uso del velo en las mujeres, 11: 2 a 14: 40.
B. La forma debida de celebrar la Cena del Señor, 11: 17-34.
C. El lugar y la función de los dones espirituales, 12: 1 a 14: 40.
1. Origen y diversidad de los dones espirituales, 12: 1-31.
2. El amor es el más grande de los dones, 13: 1-13.
3. Un estudio de los dones de lenguas y de profecía, 14: 1-40.
V. La doctrina de la resurrección, 15: 1-58.
A. La certeza de la resurrección, 15: 1-34.
B. La naturaleza literal de la resurrección, 15: 35-50.
C. La esperanza de la resurrección realizada en la segunda venida de Cristo, 15: 51-58.
VI. Conclusión, 16: 1-24.
A. Instrucciones acerca de la ofrenda para los pobres, 16: 1-4.
B. Presentación de planes para una visita a Corintio, 16: 5-9.
C. Pedido de que se reciba bien a Timoteo, 16: 10-11.
D. Decisión de Apolos de permanecer en Efeso, 16: 12.
E. Exhortaciones finales, 16: 13-18.
F. Saludos finales, 16: 19-24.

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