16 de agosto de 2010

El purgatorio


El catolicismo enseña que aunque la muerte de Yasua hizo posible que los pecados fuesen perdonados, el pecador perdonado debe sufrir algún dolor o tormento de intensidad y duración desconocidas a fin de ser purificado y, por consiguiente, hecho apto para el cielo. Mientras el catolicismo dice que es teóricamente posible ser limpiado mediante los sufrimientos de esta vida y la muerte personal, ninguno, ni siquiera el papa mismo, puede saber si es que tal cosa ha ocurrido. En consecuencia, casi todos los católi cos esperan pasar algún tiempo de duración desconocida en el purgatorio. El no aceptar la doctrina del purgatorio trae la exco­munión automática de la Iglesia Católica Romana.
Tanto el Concilio de Trento como el Segundo Concilio Vaticano hablan de los que, a pesar de que Yashua sufrió por sus pecados,  “todavía deben hacer expiación [por sus pecados] en el fuego del purgatorio".  Aquí se da más explicación de esta doc trina por el Segundo Concilio Vaticano:
La doctrina del purgatorio demuestra con claridad que aun cuando la culpa del pecado ha sido eliminada, la pena de ella o las conse cuencias de la misma pueden continuar para ser expiadas o limpia das... En el purgatorio las almas de los que han muerto en la caridad de YHWH y se han arrepentido verdaderamente, pero que no habían hecho satisfacción con la penitencia adecuada por sus peca dos y omisiones, son limpiadas después de la muerte con castigos designados para purificar la deuda. (Austin Flannery, Apostolic Constitution on the Revision Indulgences, tomo 1, pág. 63)

¿Qué es "penitencia adecuada"? Nadie lo sabe. La Iglesia jamás la ha definido. ¿Dónde dice la Biblia que el castigo purifica el pecado? No lo dice.

Una doctrina imposible
La doctrina del purgatorio tergiversa tanto la lógica como la Escritura. Romanos 6:23 dice: "Porque la paga del pecado es muerte [i. e., separación eterna de Dios]", no un tiempo limitado en el purgatorio. Estaríamos perdidos para siempre si no fuera por el sacrificio de Yashua por nuestros pecados. Tampoco el pecado es de tal composición o calidad que alguna clase de sufri miento pudiera purificarlo del corazón y el alma. El pecado es parte de la naturaleza misma de la humanidad. El sufrimiento podría, por cierto, alterar la actitud del individuo momentánea mente, pero una vez que el dolor ha pasado, las viejas tenden cias vuelven de nuevo porque el corazón no ha sido cambiado. Se necesita un milagro de YHWH para purificar al alma de pecado un milagro que debe dejar intacto el poder de elección del hombre y satisfacer las demandas de la justicia infinita de YHWH.
La Biblia declara inequívocamente de que sólo hay una forma en que el alma puede ser limpiada: mediante la sangre de Yashua vertida en la cruz en pago por el pecado, y por un nuevo nacimiento del Espíritu de Yashua en el alma del individuo median te la fe en Yashua nuestro Mesías y su obra redentora consumada. Por lo tanto, sobre estos dos factores, la doctrina de los sufrimientos purgatoriales es falsa:
 1) Es imposible que el sufrimiento limpie el cora zón de pecado; y 2) No es necesario que el pecador perdonado sufra por su pecado porque Yashua ya ha pagado la pena total exigida por la justicia de YHWH. Una persona puede ser limpiada sobre esa base solamente.
La Biblia declara que Yashua "habiendo efectuado la purifica ción de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Hebreos 1:4), indicando que la purificación está terminada.
Y de nuevo: "La sangre de Jesucristo su Hijo [de Dios] nos limpia [purifica] de todo pecado" (1 Juan 1:7).
 La Escritura es muy explícita en declarar que lo que nos purificó fue el derramamiento de la sangre de Cristo en su muerte bajo el juicio de Dios.
Además, "sin derramamiento de sangre no se hace remisión [de pecado]" (Hebreos 9:22). No se dice que el purgatorio sea un lugar de derramamiento de sangre, sino de "fuego purificador". La única purificación posible de nuestros pecados fue lograda por Yashua; se la acepta sólo por fe; se efectúa en el corazón solamente por la gracia de YHWH.
Hay una razón más por qué el sufrimiento en la tierra o en el purgatorio por el pecador mismo no puede purificar del peca do: El individuo que hace el sacrificio por el pecado debe él mismo ser sin pecado. En el Antiguo Testamento se nos dice sesenta y dos veces que los animales que se ofrecían debían ser "sin defecto" (Éxodo 12:5; 29:1; Levítico 1:3; etc.). Estos eran "tipos" o símbolos de Yashua, el "Cordero de Dios" sin pecado, santo, que "quita(ría) el pecado del mundo" (Juan 1:29, 36).
 Por consiguiente, ninguna cantidad de sufrimiento que el pecador experimente, aquí o en el purgatorio, podría jamás purificarlo a él o algún otro del pecado. Sólo un sacrificio sin pecado sería suficiente.
Con respecto a Yashua se nos dice: "[El] cual no hizo pecado (1 Pedro 2:22);  "Al que no conoció pecado" (2 Corintios 5:21);  y "no hay pecado en él" (1 Juan 3:5).
 La impecabilidad absoluta era esencial o Cristo no podría haber muerto por nues tros pecados; él habría estado bajo la pena de muerte por sus propios pecados. Por tanto, Pedro dijo de Cristo que "el justo (sufrió] por [nosotros] los injustos, para llevarnos a YHWH" [i. e., al cielo, no al purgatorio]" (1 Pedro 3:18). Añadió que los que care cen de esta seguridad se han olvidado de que han recibido "la purificación de sus antiguos pecados" (2 Pedro 1:9). Si hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador, debemos aceptar por fe el hecho de que Dios nos ha purificado por medio de la obra consumada de Yashua.

Los orígenes, desarrollo y propósito de esta doctrina
La idea del purgatorio, un lugar ficticio de purificación final, fue inventada por el papa Gregorio el Grande en el año 593. Había tal renuencia en aceptar la idea (puesto que era contraria a la Escritura) que el purgatorio no se hizo un dogma católico ofi cial por casi 850 años —en el Concilio de Florencia en 1439. Ninguna doctrina ha aumentado tanto el poder de la Iglesia sobre sus miembros ni añadido tanto a sus ingresos. Hasta este día la amenaza del purgatorio cuelga sobre los católicos, quienes por lo tanto dan ofrendas con frecuencia a la Iglesia por su ayuda en sacarlos de ese lugar de tormento imaginario. Roma promete que si se siguen sus decretos la persona finalmente será librada del purgatorio y entrará al cielo. Sin embar go, la Iglesia jamás ha podido definir por cuánto tiempo cual quier persona debe pasar en el purgatorio, ni cuánto de ese tiem po se acorta por cualquier medio que se ofrezca. Es una necedad extrema confiar la liberación del individuo del purgatorio a una Iglesia que ni siquiera puede definir cuánto tiempo la persona debe pasar allí por cada pecado, ni cuánto tiempo cada ritual o acto de penitencia reduce el sufrimiento purgatorial. No obstan te, los católicos continúan dando ofrendas a la Iglesia, y grandes sumas se dejan en testamentos (recuérdese a Enrique VIII) para hacer que se oficien muchas misas en favor del difunto. Ese pro ceso nunca se detiene, siempre se necesitan más misas, "por si acaso".
 Concilio de Trento, el Segundo Concilio Vaticano, y el Código del Derecho Canónico resultante, contienen muchas reglas complejas para aplicar los méritos de los vivos, y espe cialmente las misas, a los difuntos en la purificación de sus peca dos y para reducir el tiempo en el purgatorio: La Iglesia ofrece el Sacrificio Pascal por los difuntos a fin de que... los muertos puedan ser ayudados por las oraciones y los vivos pue dan ser consolados por la esperanza.Entre las misas por los difuntos, la Misa de Funeral es la que tiene el primer lugar en importancia... Una misa por los difuntos puede celebrarse tan pronto como se reciban las noticias de una muerte.., (Ibid; Pág. 205)
Uno de los principales promotores de esta doctrina horrible mente falsa pero ingeniosamente lucrativa, fue un monje agustiniano de nombre Augostino Trionfo. En su época (el siglo XIV) los papas gobernaban como monarcas absolutos, tanto respecto al cielo como a la tierra. Mediante su poder de atar y desatar, ellos no sólo establecían y deponían reyes y emperadores, sino que se creía que podían, a discreción, abrir y cerrar las puertas del cielo a la humanidad. El genio de Trionfo extendió esta auto ridad, por orden del papa Juan XXII, a un tercer reino. Von Dollinger explica: Se había dicho que el poder del vicario de Dios se extendía sobre dos reinos, el terrenal y el celestial... Desde fines del siglo XIII se añadió un tercer reino, el imperio [gobierno] sobre el cual los teó logos de la Curia habían asignado al papa — el purgatorio.(J.H. Ignaz von Dollinger, The Pope and the Council, pág. 186-187)

Los problemas con el apoyo de 2 Macabeos
Gavin cuenta de cómo en sus días (a principios del siglo XVIII) todavía se enseñaba comúnmente que había ocho niveles en el purgatorio. Los pobres estaban en el nivel más bajo, donde el fuego era más frío, con los reyes en los niveles más altos, donde el fuego era más caliente. Se suponía que Dios en su bon dad lo había planeado de esa forma porque los reyes y nobles podían pagar más a la Iglesia para hacer salir a sus almas mien tras que los pobres podían pagar poco. Cuenta de gente pobre que, cuando les decían que un pariente que recién había muerto estaba entre los mendigos en el purgatorio, juntaban a duras penas el dinero para que se oficiaran suficientes misas a fin de que los movieran a un nivel más arriba. Aunque el tormento sería mayor, la compañía sería mejor. Por lo tanto, los sacerdotes cobraban dinero tanto para aumentar el tormento en el purga torio como para sacar a las pobres almas de allí.
Ni la palabra "purgatorio" misma ni la idea del purgatorio pueden encontrarse aunque sea una sola vez en toda la Biblia. Ni Jesús ni los apóstoles sugirieron absolutamente nada al respec to. El apologista Karl Keatíng admite que la doctrina "no está explícitamente establecida en la Biblia".7 El único versículo que siempre citan en apoyo del purgatorio viene de la Apócrifa:
 "Idea santa y piadosa es orar por los muertos, para que puedan ser librados de sus pecados" (2 Macabeos 12:46).
Hay tres problemas obvios con este versículo. Antes que nada, en la Biblia no hay un sólo ejemplo de alguien que ora por los muertos. La Biblia claramente afirma de que "está estableci do para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" (Hebreos 9:27).
Es demasiado tarde para orar después de la muerte; todo lo que sigue es juicio. Por consiguiente, el ver sículo que citan contradice la Biblia.
Segundo, las personas de quienes se dijo esto habían sido culpables de idolatría: "Y hallaron, bajo la túnica de cada uno de los muertos, objetos consagrados a los ídolos de Jamnia, prohi bidos por la ley a los Judíos" (2 Macabeos 12:40).
La idolatría era pecado mortal y, según la doctrina católica, eso habría envia do a esos hombres, no al purgatorio, sino al infierno, del cual nadie los puede sacar. Por lo tanto, la idea de orar por ellos era una blasfemia y también una pérdida de tiempo, y difícilmente podría considerarse como una base para aceptar la doctrina del purgatorio.
Finalmente, el libro de Macabeos en sí mismo declara que no había profetas en este tiempo y por lo tanto la inspiración de Dios había cesado: "Hubo una opresión tal en Israel cual no se había conocido desde que no había profeta" (1 Macabeos 9:27). Y de nuevo: "Y que los judíos y los sacerdotes a una habían resuelto que Simón fuese su caudillo y Sumo Sacerdote hasta la aparición de un profeta acreditado" (1 Macabeos 14:41).
 Por consiguiente, los dos libros de Macabeos, en el mejor de los casos, sólo pueden considerarse como relatos históricos, pero no como Escritura, puesto que Dios no estaba inspirando a ninguno entre su pueblo. Se hace evidente, entonces, de que uno no puede dar apoyo a ninguna doctrina verdadera citando de esta fuente. ¡Con razón que contradice la Biblia!
¿Y con respecto al sufrimiento de Pablo?
Los apologistas católicos procuran ser bíblicos basando la doctrina de los sufrimientos purificadores en Colosenses 1:24, donde Pablo dice: "Ahora me gozo en lo que padezco por voso tros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia".
 Sin embargo, el hecho de que los sufrimientos de Pablo no tenían nada que ver con la purificación del pecado, el suyo propio o el de algún otro, está claro por el hecho de que los sufrimientos de Cristo habían ter minado esa obra. Sólo un sacrificio sin pecado y el derrama miento de sangre serían adecuados.
¿Qué dijo Pablo, entonces? En vez de sufrir para efectuar la purificación de su alma o de algún otro, Pablo estaba sufriendo por amor a llevar el evangelio a otros (“lo que padezco por voso tros"). Se refiere a "todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución" (2 Timoteo 3:12).
 Jesús le dijo a sus discípulos de que serían odiados y perseguidos por el mundo (Juan 15:18, 19). Hay "el tropiezo de la cruz" (Gálatas 5:11), y Pablo dijo que debemos estar dispuestos a "padecer per secución a causa de la cruz de Cristo" (Gálatas 6:12).
No es que Pablo, al igual que Cristo, estaba sufriendo por los pecados a fin de compensar por lo que faltaba de los sufrimien tos de Cristo sobre la cruz, puesto que allí no faltaba nada. El sufrimiento que Pablo toleró y que todos los otros cristianos que son fieles al Señor deben tolerar, viene porque nos identificamos con Cristoy vivimos vidas semejantes a Cristo que condenan al mundo y revelan su maldad. Por consiguiente, el mundo nos odia como odiaron a Cristo. En realidad, Cristo dijo que Pablo debía "padecer por mi nombre" (Hechos 9:16). En Hechos 5:41 los discípulos se regocijaron de "haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del nombre". El sufrimiento que los verdaderos cristianos toleran es a manos de los que odian al Señor y se ofenden por su cruz.
Filipenses 1:29 dice que es un privilegio sufrir debido al odio que el mundo siente hacia Cristo: "Porque a vosotros os es con cedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.
 Segunda Tesalonicenses 1:5 habla "del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis". 
Primera Timoteo 4:10 dice que nosotros "trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente". Pedro también se refirió al sufri miento que viene a todo cristiano que es fiel al Señor (1 Pedro 3:14,4:13,16). Muchos otros versículos expresan la misma idea.
En Filipenses 3:10 Pablo expresa su pasión por conocer a Cristo "y la participación de sus padecimientos", lo cual dice que le ayuda a conformarse a la muerte y carácter de Cristo. Está claro que Pablo se refería a los sufrimientos por amor de Cristo aquí en la tierra a manos de pecadores, no al sufrimiento en un futuro purgatorio para ser limpiado del pecado personal.
 En Romanos 8:18 Pablo escribe que "las aflicciones del tiempo pre sente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse". Aquí, por cierto, no hay idea de purgatorio. Vamos de los sufrimientos de este mundo a la presencia y gloria de Cristo y Dios.
Otros problemas serios con el purgatorio
La doctrina del purgatorio es errónea en un número de otras maneras. Se olvida de que hemos ofendido la infinita justicia de Dios. Santiago dice que aun el pecado más pequeño hace a un pecador "culpable de [quebrantar] todos" los mandamientos (Santiago 2:10).
¿Por qué? Porque cualquier pecado es rebelión contra Dios, lo cual separa al pecador de Dios por la eternidad. En consecuencia, no hay escape del infierno, sino que el peca dor debe sufrir allí eternamente. Por lo tanto, es imposible que la persona pueda "expiar" por sus pecados mediante el sufri miento.
Por supuesto, en teoría Dios podría pagar la pena infinita exigida por su justicia contra el pecado, pero eso no sería justo porque él no es uno de nosotros. Por lo tanto. Dios se hizo hom bre mediante el nacimiento virginal. Al ser un hombre sin peca do y Dios infinito en una Persona, Cristo pudo satisfacer lo que su propia justicia reclamaba a fin de que "todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
La única expiación del pecado viene como un don gratuito de la gracia de Dios; cualquier esfuerzo por ganarla o merecerla constituye un rechazo de la misericordia que Dios ofrece a indignos pecadores. Además, la idea de que todavía queda alguna forma de sufri miento que un cristiano debe soportar en pago de sus pecados después que Cristo sufrió la pena total y exclamó "Consumado es" (Juan 19:30), es una negación blasfema de la redención que Cristo efectuó y la salvación que él ofrece.
En la enseñanza del purgatorio vemos una vez más que el catolicismo romano no acepta la salvación que Dios nos ofrece por su gracia, sino que insiste en añadir obras humanas a lo que Cristo ya ha hecho. A pesar de que el catolicismo sí afirma que la salvación finalmente es por gracia mediante la fe, también declara que las buenas obras (aunque por la gracia de Dios que opera en el individuo) son esenciales para la salvación. Nuevamente citamos del Segundo Concilio Vaticano:Desde los tiempos más antiguos en la Iglesia las buenas obras fue ron también ofrecidas a Dios para la salvación de pecadores... (por) las oraciones y buenas obras de gente santa... el penitente era lava do, limpiado y redimido...Siguiendo los pasos de Cristo, los que creen en él siempre han... llevado sus cruces para hacer expiación por sus propios pecados y los pecados de otros... [para] ayudar a sus hermanos a obtener sal vación de Dios...(Flannery, op. Cit; tomo 1, pág 65, 68)

Una contradicción fatal
Sólo la sumisión ciega a la Iglesia impide que el adherente católico romano vea que la doctrina del purgatorio contiene una contradicción obvia y fatal. Por una parte, se nos dice que el sacrificio de Cristo no es suficiente para llevar a uno al cielo, pero además de los sufrimientos de Cristo en la cruz, el pecador perdonado debe personalmente sufrir tormento para ser purifi cado de su pecado. Por la otra, sin embargo, y en contradicción directa, se dice que la misa, la cual es la representación o reno vación perpetua del sacrificio de Cristo, reduce (por una cantidad desconocida) los sufrimientos del individuo. Presuntamente, si se oficiaran suficientes misas uno sería purificado por la expiación de todos los pecados sin ningún sufrimiento en absoluto. Por consiguiente, después de todo, uno no debe sufrir para ser puri ficado.
Si uno realmente tuviera que sufrir antes de que las puertas del cielo pudieran abrirse, la Iglesia no tendría nada que ofrecer y perdería un importante medio de ingreso. Lo mismo sería cier to si el sacrificio de Cristo por el pecado, como la Biblia lo ense ña, fuese suficiente para purificar al pecador. Nuevamente, la Iglesia Católica iría a la bancarrota. Por lo tanto, para que la Iglesia siga funcionando con sus cofres llenos, se enseña que uno puede purificarse del pecado por ciertos medios que la Iglesia le puede proveer, y que el sacrificio de Cristo en la cruz no fue sufi ciente para purificar del pecado, por lo que a la misa, por la cual la Iglesia recibe ingresos, se le puede acreditar la reducción del sufrimiento en el purgatorio y la apertura de la puerta del cielo. ¡Es asombroso que lo que el sufrimiento de Cristo en la cruz no pudo efectuar, las alegadas repeticiones de ese sufrimiento repre sentadas sobre los altares católicos pueden lograrlo!
Además, se dice que los sufrimientos de otros también redu cen el tiempo necesario para la purificación en el purgatorio. Por lo tanto, las estigmas del Padre Pío y los sufrimientos de los "san tos" pueden lograr lo que el sacrificio de Cristo en la cruz no pudo. Aquí está otra vez: "Siguiendo los pasos de Cristo, los que creen en él siempre han... llevado sus cruces para hacer expia ción por sus propios pecados y los pecados de otros". ¡La cruz de Cristo sólo pudo perdonar pero no pudo purificar el pecado; no obstante, las cruces llevadas por otros pueden purificar el pecado y, por lo tanto, pueden hacer más que la cruz de Cristo!
No cabe duda de que la doctrina del purgatorio contiene una contradicción fatal. Declara que uno debe sufrir a fin de ser puri ficado de los pecados personales; sin embargo, al mismo tiem po, dice que uno no necesita sufrir si se siguen ciertas reglas. El medio más importante de escaparse del sufrimiento es mediante la repetición de la misa, pero hay muchos otros. La reducción o eliminación del sufrimiento en el purgatorio también es efectua do por las tk indulgencias".

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