12 de septiembre de 2010

¿Descansar El Sábado?



1.-        ¿Qué dijo Yashua sobre el sábado?  
Exo. 20:8
2.-        ¿Cuánto tiempo duraba cada día de la semana?
Gén. 1:23,31
3.-        ¿Cuándo comienza y termina el sábado?
Lev. 23:32
4.-        ¿Cuál es el día de preparación?
Mar. 15:42
5.-        ¿Por qué los judíos fueron condenados en los días de Nehemías?
Neh. 13:15-22
6.-        ¿Qué debemos hacer los sábados?
Isa. 58:13-14
7.-        ¿Cómo guardó Jesús el sábado?
Luc. 4:16
8.-        ¿Debemos ayudar a los demás el sábado?
Mat. 12:10-13
9.-        ¿Cuál fue la señal especial que Dios le dio a su pueblo?
Eze. 20:12,20
10.-       ¿Qué institución es especialmente destinada a ayudar al hombre a acordarse de la creación? 
Exo. 20:8-11; 31:16-17
11.-       ¿Para beneficio de quién fue hecho el sábado?
Mar. 2:27-28
12.-       ¿Jesús quería que sus seguidores guardasen el sábado?
Mat. 24:20
13.-       ¿Cómo guardó Pablo el sábado?
Hechos 13:14, 42, 44 Hechos 16:12-13 Hechos 17:2
14.-       ¿Qué evidencia bíblica tenemos de que Dios desea que haya
            una reunión de culto los sábados?    
Lev. 23:3; Heb. 10:25
“El sábado no es presentado como una nueva institución, sino como habiendo sido establecido en la creación. Debe ser recordado y observado como la memoria de la obra del Creador. Apuntando para Dios como aquel que hizo los cielos y la tierra, distingue el verdadero Dios de todos los falsos dioses. Todos los que guardan el séptimo día, dan a entender a través de este acto que son adoradores de Jehová...
Dios dio a los hombres seis días en los cuales trabajar, y exige que sus trabajos sean hechos en los seis días destinados para eso. Actos necesarios y misericordiosos son permitidos en el sábado; los enfermos y sufridores en todos los tiempos deben ser tratados; pero el trabajo desnecesario debe ser estrictamente evitado... Aquellos que en el sábado discuten asuntos de negocios o hacen planos, son considerados por Dios como si estuviesen empeñados en la propia transacción de negocio. Para santificar el sábado no debemos ni siquiera permitir que nuestros espíritus se ocupen con cosas de carácter mundano”.
“Hubiese sido el sábado guardado universalmente, los pensamientos y afecciones de los hombres habrían sido dirigidos al Creador como objeto de reverencia y culto, y jamás habría habido un idólatra, ateo o incrédulo”.
Preparación para el Sábado






“Durante toda la semana nos cumple tener en mente el sábado y hacer la preparación indispensable, a fin de observarlo conforme al mandamiento. No debemos observarlo simplemente como objeto de ley. Debemos comprender sus relaciones espirituales con todos los negocios de la vida. Todos los que consideran el sábado una señal entre ellos y Dios, revelando que El es el Dios que los santifica, han de representar condignamente los principios de Su gobierno. Practicarán día a día los estatutos de Su reino, orando continuamente a Dios para que la santificación del sábado repose sobre ellos. Cada día tendrán la compañía de Cristo, ejemplificándole la perfección de carácter. Día a día su luz refulgirá para otros en buenas obras.
En todo cuanto se relaciona con la obra de Dios, las primeras victorias deben ser alcanzadas en la vida doméstica. Ahí es que debe comenzar la preparación para el sábado. Durante toda la semana compite a los padres acordarse que su hogar precisa ser una escuela en que los hijos sean preparados para el Cielo. Sean justas sus palabras. Expresión alguna que a los hijos no conviene oír, deberá proceder de sus labios. Sea el espíritu mantenido libre de toda irritación. Durante la semana deben los padres proceder como en presencia de 
Dios, que les dio los hijos para que sean educados para El. Educad en el hogar la pequeña iglesia de modo a, que en el sábado, esté preparada para rendir culto a Dios en Su santuario. Todas las mañanas y tardes presentad a Dios vuestros hijos como Su herencia redimida con sangre. Enseñadles que su principal deber y privilegio es amar y servir a Dios.
Deberán los padres tener particular cuidado con hacer el culto de Dios una lección objetiva para los hijos. Sus labios deben proferir más a menudo pasajes de las Escrituras, principalmente las que disponen el corazón para la práctica de la religión. Las siguientes palabras del salmista deben ser frecuentemente repetidas: “Oh alma mía, espera solamente en Dios, porque de El viene mi esperanza”. Sal. 62:5.
 Cuando el sábado es recordado de esta forma, las cosas temporales no influirán sobre el ejercicio de modo a perjudicarlo. Ningún servicio atinente a los seis días de trabajo será dejado para el sábado. Durante la semana, tendremos el cuidado de no agotar las energías con trabajo físico a punto de, en el día en que el Señor reposó y se restauró, estemos demasiado fatigados como para tomar parte en su culto.
Aun cuando la preparación para el sábado deba proseguir durante toda la semana, el viernes es el día por excelencia de la preparación. Por intermedio de Moisés, dijo el Señor a Israel: “Mañana es el reposo, el santo sábado del Señor; lo que queráis cocer al horno, cocedlo, y lo que quisieres cocer en agua, cocedlo en agua; y todo lo que sobre, guardadlo para vosotros hasta mañana”. “El pueblo se esparcía y lo recogía, lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas”. Exo. 16:23; Num. 11:8. Tenían, pues, alguna cosa que hacer a fin de preparar el pan que les era enviado del Cielo, y el Señor les ordenó que lo hiciesen el viernes, el día de la preparación. Iba en esto une prueba para Israel. Quería Dios probarlos si guardarían o no Su santo sábado.
Estas instrucciones provenientes de los propios labios de Dios, son para nuestra enseñanza. La Biblia es un guía perfecto, y si sus páginas fuesen estudiadas con oración y con espíritu dispuesto a comprender, nadie necesitaría estar en el error a ese respecto.
Muchos necesitan ser instruidos cuanto al modo de presentarse en las reuniones para el culto del sábado. No deben comparecer a la presencia divina con ropa usada en el servicio durante la semana. Todos deben tener un traje especial para asistir a los cultos del sábado. Aun cuando no sea lícito adaptarnos a las modas del mundo, nuestra apariencia exterior no nos debe ser indiferente. Debemos vestirnos con aseo y elegancia, aun cuando sin lujo y sin adornos. Los hijos de Dios deben estar limpios interior y exteriormente.
El viernes deberá quedar terminada la preparación para el sábado. Tened el cuidado de dejar toda la ropa en orden y dejar cocido lo que tenga que ser cocido. Limpiad los zapatos y tomad vuestro baño. Es posible dejar todo preparado, si se toma esto como regla. El sábado no debe ser empleado en arreglar ropa, cocer los alimentos, ni en diversiones o cualquier otra ocupación mundanas. Antes de la puesta del sol, dejad a un lado todo trabajo secular, y haced desaparecer las revistas profanas. Explicad a los hijos ese procedimiento vuestro e indúzcanlos a ayudar en la preparación, a fin de observar el sábado según el mandamiento.
Debemos observar cuidadosamente los límites del sábado. Acuérdense que cada minuto es tiempo sagrado. Siempre que sea posible, los patrones deberán conceder a los empleados las horas que van entre el medio día del viernes y el comienzo del sábado. Dadles tiempo para la preparación, a fin de que puedan saludar el día del Señor con sosiego de espíritu. Procediendo así no sufrirán ningún prejuicio, ni aun en relación a las cosas temporales.
 Hay aun otro punto al que debemos dar nuestra atención en el día de la preparación. En ese día todas las divergencias existentes entre hermanos, tanto en la familia como en la iglesia, deben ser removidas. Apártese del alma toda amargura, ira o resentimiento. Con espíritu humilde “confesad vuestras culpas unos a los otros, y orad unos por los otros, para que sanéis” San. 5:16.
 Antes de comenzar el sábado, tanto la mente como el físico deben desentenderse de todos los negocios seculares. Dios colocó el sábado al final de los seis días de trabajo, para que el hombre ahí se detenga y considere lo que lucró, durante la semana terminada, en preparativos para aquel reino de pureza a que ningún transgresor será admitido. Debemos cada sábado ajustar cuentas con nuestra alma, a fin de averiguar si la semana recién terminada nos trajo lucro o perjuicio espiritual.
Santificar el sábado al Señor implica en salvación eterna. Dijo Dios: “A los que Me honran, honraré”. 1 Sam. 2:30.

El Sábado en la Familia.-



Antes de la puesta del sol, todos los miembros de la familia deben reunirse para estudiar la Palabra de Dios, cantar y orar. A este respecto estamos necesitados de una reforma, porque muchos hay que se están volviendo remisos. Tenemos que confesar las faltas a Dios y unos a los otros. Debemos tomar disposiciones especiales para que cada miembro de la familia pueda estar preparado para honrar el día que Dios bendijo y santificó.
No debéis perder las preciosas horas del sábado, levantándoos tarde. En el sábado la familia debe levantarse temprano. Despertando tarde, es fácil complicarse con la comida matinal y con la preparación para el estudio de la Palabra. Eso trae como consecuencia prisa, impaciencia y precipitación, dando lugar a que la familia se vea poseía de sentimientos impropios en ese día. Profanado de esta manera el sábado, se hace un fardo, y su aproximación será para ella antes un motivo de desagrado en vez de regocijo.
 No debemos, en el sábado, aumentar la cantidad de alimento o preparar mayor variedad que en los otros días. Al contrario, la comida del sábado debe ser más simple, siendo conveniente comer menos que lo de costumbre, a fin de tener el espíritu claro y en condiciones de comprender los temas espirituales. La alimentación en exceso entorpece la mente. Las más preciosas verdades pueden ser oídas sin ser apreciadas, por estar la mente oscurecida por un régimen alimenticio impropio. Por comer demasiado a los sábados, muchos han contribuido más de lo que imaginan para deshonrar a Dios.
Aun cuando deba la gente abstenerse de cocinar los sábados, no es necesario ingerir la comida fría. En días fríos, conviene calentar el alimento preparado en el día anterior. Las comidas, ya que son simples, deben ser apetitosas y atrayentes. Trátese de hacer cualquier plato especial, que la familia no acostumbra comer todos los días.
 En el culto familiar, tomen parte también los niños, cada cual con su Biblia, leyendo de ella uno o dos versículos. Cántese entonces un himno preferido, seguido de oración. De esta, Cristo nos dejó un modelo. La oración del Señor no fue destinada para ser simplemente repetida como una fórmula, sino que es una ilustración de como deben ser nuestras oraciones, simples, fervorosas y abarcantes. En sincera petición, contadle al Señor vuestras necesidades y exprimida gratitud por Sus favores. De este modo saludaréis a Jesús como huésped bienvenido en vuestro hogar y corazón. En familia conviene evitar oraciones largas y sobre asuntos remotos. Esas oraciones enfadan, en vez de constituir un privilegio y una bendición. Haced de la hora de la oración un momento deleitable e interesante.
El culto de predicación ocupan apenas una parte del sábado. El tiempo restante podrá ser pasado en casa y ser el más precioso y sagrado que el sábado proporciona. Buena parte de ese tiempo deberán los padres pasar con los hijos. En muchas familias, los hijos menores son abandonados a sí mismos, a fin de que se entretengan como mejor puedan. Abandonados a sí mismos, los niños en breve se ponen inquietos y comienzan a jugar o a ocuparse de cosas ilícitas. De este modo el sábado pierde para ellos su importancia sagrada.
 Cuando hace buen tiempo, deberán los padres salir con los hijos a paseo por los campos y bosques. En medio a las bellas cosas de la Naturaleza, explíquenles la razón de la institución del sábado. Descríbanles la gran obra de la creación de Dios. Cuéntenles que la Tierra, cuando El la hizo, era bella y sin pecado. Cada flor, arbusto y árbol correspondían al propósito divino. Todo sobre lo que el hombre posaba su mirada, lo deleitaba, sugiriéndole pensamientos del amor divino. Todos los sonidos eran armoniosos, y en consonancia con la voz de Dios. Mostradle que fue el pecado que marcó esa obra perfecta; que las espinas, cardos, aflicción, dolor y muerte son el resultado de la desobediencia a Dios. Hacedles notar, también, que, a pesar de la maldición del pecado, la Tierra aun revela la bondad divina. Los verdes campos, los árboles altaneros, el alegre sol, las nubes, el rocío, el silencio solemne de la noche, la magnificencia del cielo estrellado, la belleza de la luna, dan testimonio del Creador. No cae del Cielo ninguna gota de lluvia, ningún rayo de luz incide sobre este mundo ingrato, sin testificar de la longanimidad y del amor de Dios.
Habladles del plano de la salvación; que “Dios amó al mundo de tal manera que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree no perezca, mas tenga la vida eterna” Juan 3:16. Repetidles la dulce historia de Belén. Presentadles como Jesús fue un hijo obediente a los padres, como fue joven fiel y diligente, ayudando a proveer el sustento de la familia. De ese modo les podéis dar a entender también que el Salvador conoce las probaciones, dificultades y tentaciones, esperanzas y alegrías de la juventud, estando por eso en condición de darles simpatía y apoyo. De vez en cuando, leedles las interesantes historias contenidas en la Biblia. Preguntadles acerca de lo que aprendieron en la Escuela Sabática, y estudiad con ellos la lección del sábado siguiente.
A la puesta del sol, elevad la voz en oración y cánticos de loor a Dios, celebrando el término del sábado y pidiendo la asistencia del Señor para los cuidados de la nueva semana.
De este modo los padres podrán hacer del sábado lo que en realidad debe ser, esto es, el más alegre de los días de la semana, induciendo así a los hijos a considerarlo un día deleitoso, el día por excelencia, santo al Señor y digno de honra.
Os exhorto, queridos hermanos y hermanas: Acuérdate “del día de sábado, para santificarlo”. Si deseáis ver vuestros hijos observando el sábado conforme el mandamiento, debéis enseñarles esto, tanto por precepto como por el ejemplo. La verdad, profundamente impresa en el corazón, jamás habrá de ser totalmente olvidada. Podrá ser oscurecida, pero nunca destruida. Las impresiones hechas en la tierna infancia, han de manifestarse también en los años futuros. Las circunstancias pueden separar los hijos de los padres, y apartarlos del convivo familiar, pero por toda la vida las instrucciones recibidas en la infancia y mocedad les han de ser una bendición.

El Sábado en la Familia.-



Si deseamos la bendición prometida a los obedientes, debemos observar más estrictamente el sábado. Temo que muchas veces emprendamos en ese día viajes que bien podrían ser evitados. En conformidad con la luz que el Señor nos ha concedido en relación con la observancia del sábado, debemos ser más escrupulosos en relación a los viajes en ese día, por tierra o mar (o aire). A ese respecto debemos dar a los niños y jóvenes un buen ejemplo. Para ir a la iglesia, que requiere nuestra cooperación o a la cual debemos transmitir el mensaje que Dios le destina, puede hacerse necesario viajar el sábado; pero siempre que sea posible debemos, en el día anterior, comprar los pasajes y tomar todas las medidas necesarias. Cuando emprendamos un viaje, debemos esforzarnos lo máximo posible por evitar que el día de llegada al destino coincida con el sábado.
Cuando obligados a viajar el sábado, tenemos que evitar la compañía de los que buscan atraernos la atención para las cosas seculares. Debemos tener la mente concentrada en Dios y con El mantener comunión. Siempre que se nos ofrezca la oportunidad, hablemos con otros acerca de la verdad. Tenemos en todo tiempo estar dispuestos a aliviar sufrimientos y ayudar a los que sufren necesidades. En esos casos Dios requiere que nosotros hagamos uso legítimo del conocimiento y sabiduría que nos dio. No debemos, sin embargo, hablar acerca de negocios ni entablar cualquier conversación mundana. En todo tiempo y en cualquier lugar Dios quiere que le testimoniemos nuestra fidelidad, honrando Su sábado.




Viajar los Sábados.
Si deseamos la bendición prometida a los obedientes, debemos observar más estrictamente el sábado. Temo que muchas veces emprendamos en ese día viajes que bien podrían ser evitados. En conformidad con la luz que el Señor nos ha concedido en relación con la observancia del sábado, debemos ser más escrupulosos en relación a los viajes en ese día, por tierra o mar (o aire). A ese respecto debemos dar a los niños y jóvenes un buen ejemplo. Para ir a la iglesia, que requiere nuestra cooperación o a la cual debemos transmitir el mensaje que Dios le destina, puede hacerse necesario viajar el sábado; pero siempre que sea posible debemos, en el día anterior, comprar los pasajes y tomar todas las medidas necesarias. Cuando emprendamos un viaje, debemos esforzarnos lo máximo posible por evitar que el día de llegada al destino coincida con el sábado.
Cuando obligados a viajar el sábado, tenemos que evitar la compañía de los que buscan atraernos la atención para las cosas seculares. Debemos tener la mente concentrada en Dios y con El mantener comunión. Siempre que se nos ofrezca la oportunidad, hablemos con otros acerca de la verdad. Tenemos en todo tiempo estar dispuestos a aliviar sufrimientos y ayudar a los que sufren necesidades. En esos casos Dios requiere que nosotros hagamos uso legítimo del conocimiento y sabiduría que nos dio. No debemos, sin embargo, hablar acerca de negocios ni entablar cualquier conversación mundana. En todo tiempo y en cualquier lugar Dios quiere que le testimoniemos nuestra fidelidad, honrando Su sábado.

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