En los últimos años, nuestro planeta ha estado sufriendo un número creciente de desastres naturales: terremotos, huracanes, sequías, inundaciones y un tsunami devastador. Algunas de estas crisis, aunque menos dramáticas, tales como el calentamiento global y el consecuente retroceso de los glaciares y del casquete ártico, han planteado interrogantes en muchas mentes al respecto de sus causas. ¿Son estos sucesos resultados de leyes naturales todavía mal comprendidas? ¿Es el maltrato humano del ambiente la verdadera causa? Los creyentes de distintas religiones también se plantean si estas catástrofes no son castigos enviados por una deidad airada. Los creyentes en la Biblia han reflexionado sobre los papeles respectivos que juegan Dios y Satanás como protagonistas de última instancia en un drama cósmico. ¿Será que estas calamidades señalan en dirección a un acontecimiento culminante de la historia humana?
Al tratar de entender qué papel juega YHWH en los desastres naturales, tenemos que evitar caer en la trampa promocionada por Satanás, a saber, que los desastres de los últimos días de la historia provienen de un Dios afrentado y airado. Justamente así es como Satanás ha estado pintando a YHWH desde el Edén e incluso antes. Sin embargo, de acuerdo con la Biblia, estamos en medio de las últimas horas de un conflicto cósmico, el Gran Conflicto que ha aquejado al universo desde que hubo “guerra en el cielo” (Apocalipsis 12:7).
Nuestro mundo se halla en el atardecer angustioso de su accidentada historia.
Las condiciones sociales, políticas y religiosas, así como los fenómenos astronómicos anunciados por Yashua en su Sermón profético, hace dos mil años, como señales del tiempo del fin e indicaciones de su segunda venida, se están cumpliendo ante nuestra vista con realismo dramático. El incremento de la inmoralidad y la delincuencia, el temor que está secando a los hombres, las guerras, el aumento de los terremotos, la caída de los meteoros, los movimientos religiosos espurios son indicios elocuentes de que nos hallamos en el fin de la historia de la humanidad. El mundo y la iglesia serán testigos de los mayores sucesos de la historia. Ya están aconteciendo grandes desastres naturales.
Job 1:6-19: Un día vinieron a presentarse delante de YHWH los hijos de YHWH, entre los cuales vino también Satanás. 7Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. 8Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? 9Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 12Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
13Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito, 14y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, 15y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia. 16Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia. 17Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia. 18Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;19y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.
13Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito, 14y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, 15y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia. 16Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia. 17Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia. 18Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;19y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.
La bien estudiada estrategia de Satanás siempre ha sido confundir, engañar y destruir la paz del mundo. Ha sido “homicida desde el principio” (Juan 8:44). ¿Por qué? Para eliminar toda esperanza y confianza entre los miles de millones que habitan en la tierra de que Alguien más poderoso, fiel y justo reina sobre el universo Pero, ¿dónde está YHWH? YHWH, dentro de los propósitos del Gran Conflicto, permite este ataque final de engaño y aflicción, ya no sólo sobre un hombre llamado Job sino ahora sobre todo el planeta. Todo lo que Job llegó finalmente a saber sobre lo que había detrás de las catástrofes que estaban sufriendo él y su familia incluyendo fuego del cielo y un viento devastador YHWH se lo hizo saber con posterioridad. Pero hasta entonces, fueron tiempos muy amargos. Job supo sólo más tarde que YHWH había sido desafiado por Satanás, quien estaba furioso porque Job había sido bendecido con una gran familia y abundante prosperidad. Satanás acusó a YHWH de favoritismo, de que la razón por la cual Job era tan fiel en su obediencia religiosa era porque Dios le había puesto un “cerco” alrededor y de esta manera había comprado su obediencia (Job 1:8-12; 2:3-7).
Y entonces aparecen los teólogos diletantes que vienen a explicar a Job por qué había tenido que experimentar estos terribles desastres (Job 2:11-13). Lo que leemos en los siguientes capítulos del libro son los diferentes razonamientos que mucha gente usa todavía hoy para explicar las terribles calamidades. Es porque Job está escondiendo terribles secretos de malos hábitos y YHWH lo está castigando. O porque sólo escucha a los justos y pasa por alto a otros porque es un Di-s justo, o es tan santo y justo que sólo descarga su ira contra los malvados, o que Job está recibiendo todavía menos castigo de lo que merece. Oímos muchos ecos de los tres “amigos” de Job hoy, en internet, en los medios masivos de comunicación y en muchos púlpitos. El apóstol Pablo lo dice claramente: Satanás es “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia (Efesios 2:2)
Y entonces aparecen los teólogos diletantes que vienen a explicar a Job por qué había tenido que experimentar estos terribles desastres (Job 2:11-13). Lo que leemos en los siguientes capítulos del libro son los diferentes razonamientos que mucha gente usa todavía hoy para explicar las terribles calamidades. Es porque Job está escondiendo terribles secretos de malos hábitos y YHWH lo está castigando. O porque sólo escucha a los justos y pasa por alto a otros porque es un Di-s justo, o es tan santo y justo que sólo descarga su ira contra los malvados, o que Job está recibiendo todavía menos castigo de lo que merece. Oímos muchos ecos de los tres “amigos” de Job hoy, en internet, en los medios masivos de comunicación y en muchos púlpitos. El apóstol Pablo lo dice claramente: Satanás es “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia (Efesios 2:2)
Lucas 21:7-11, 25,26: Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? 8Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Más no vayáis en pos de ellos. 9Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente. 10Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; 11y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. 25Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Isaías 24:20: Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará.
El fin está cerca y cada ciudad va a ser trastornada de diferentes maneras. Habrá confusión en cada ciudad. Todo lo que puede ser sacudido lo será, y no sabe qué pasará luego. Los juicios serán de acuerdo con maldad de la, gente y la luz de verdad que han tenido.
El espíritu refrenador de YHWH se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas las tempestades, los incendios y las inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean en derredor nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de YHWH, pero son atribuidas a cualquier causa menos a la verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos de YHWH; pero cuando YHWH ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma puede describir.
Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida sucesión se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendios e inundaciones, terremotos, guerras y derramamiento de sangre.
Eventos de los Ultimos Días, pág. 12: El mundo se está volviendo más y más anárquico. Pronto una gran angustia sobrecogerá a las naciones, una angustia que no cesará hasta que Jesús venga.-
El espíritu refrenador de YHWH se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas las tempestades, los incendios y las inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean en derredor nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de YHWH, pero son atribuidas a cualquier causa menos a la verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos de YHWH; pero cuando YHWH ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma puede describir.
Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida sucesión se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendios e inundaciones, terremotos, guerras y derramamiento de sangre.
Eventos de los Ultimos Días, pág. 12: El mundo se está volviendo más y más anárquico. Pronto una gran angustia sobrecogerá a las naciones, una angustia que no cesará hasta que Jesús venga.-
La corteza terrestre se rasgará a causa de las erupciones de los elementos ocultos en sus entrañas. Estos elementos, una vez desatados, barrerán los tesoros de aquellos que por años han estado aumentando sus riquezas al obtener de sus empleados grandes posesiones a precios de hambre. Y también el mundo religioso será terriblemente sacudido, porque el fin de todas las cosas está cercano.
Ya ha llegado el tiempo en que en un momento podremos estar pisando tierra firme, y en el siguiente la tierra estará moviéndose debajo de nuestros pies. Ocurrirán terremotos cuando menos se los espere.
En incendios, inundaciones, terremotos, en la furia de las grandes profundidades, en calamidades por mar y tierra, se da la advertencia de que el Espíritu de Dios no contenderá para siempre con el hombre.-
Antes de que el Hijo del hombre aparezca en las nubes del cielo todo estará convulsionado en la naturaleza. Rayos del cielo unidos con el fuego interno de la tierra harán que las montañas ardan como un horno y que hagan fluir sus torrentes de lava sobre aldeas y ciudades. Masas de rocas derretidas, arrojadas dentro del agua por el solevantamiento de cosas ocultas dentro de la tierra, harán que hierva el agua y despida rocas y tierra. Habrá formidables terremotos y gran destrucción de vidas humanas..
Las plagas de Dios ya están cayendo sobre la tierra, arrasando las estructuras más costosas como si fuera mediante un soplo de fuego desde el cielo. ¿No harán estos juicios recapacitar a los profesos cristianos? Dios los permite para que el mundo preste atención, para que los pecadores le teman y tiemblen ante él.
Ya ha llegado el tiempo en que en un momento podremos estar pisando tierra firme, y en el siguiente la tierra estará moviéndose debajo de nuestros pies. Ocurrirán terremotos cuando menos se los espere.
En incendios, inundaciones, terremotos, en la furia de las grandes profundidades, en calamidades por mar y tierra, se da la advertencia de que el Espíritu de Dios no contenderá para siempre con el hombre.-
Antes de que el Hijo del hombre aparezca en las nubes del cielo todo estará convulsionado en la naturaleza. Rayos del cielo unidos con el fuego interno de la tierra harán que las montañas ardan como un horno y que hagan fluir sus torrentes de lava sobre aldeas y ciudades. Masas de rocas derretidas, arrojadas dentro del agua por el solevantamiento de cosas ocultas dentro de la tierra, harán que hierva el agua y despida rocas y tierra. Habrá formidables terremotos y gran destrucción de vidas humanas..
Las plagas de Dios ya están cayendo sobre la tierra, arrasando las estructuras más costosas como si fuera mediante un soplo de fuego desde el cielo. ¿No harán estos juicios recapacitar a los profesos cristianos? Dios los permite para que el mundo preste atención, para que los pecadores le teman y tiemblen ante él.
PROPÓSITOS:
Dios tiene un propósito al permitir que ocurran estas calamidades. Son uno de sus medios para llamar a los hombres y mujeres a la reflexión. Mediante fenómenos insólitos a través de la naturaleza, Dios expresará a los incrédulos agentes humanos aquello que ha revelado claramente en su Palabra.
¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.
Oís hablar de calamidades que ocurren en la tierra y en el mar, y éstas aumentan constantemente. ¿Qué ocurre? El Espíritu de Dios está siendo retirado de aquellos que tienen en sus manos las vidas humanas, y Satanás se apresura a controlarlos, porque ellos se entregan a su dominio. Los que profesan ser hijos de Dios no se colocan bajo la dirección de los ángeles celestiales, y como Satanás es un destructor, obra mediante esos hombres y ellos cometen errores; con frecuencia se embriagan y debido a la intemperancia, muchas veces traen sobre nosotros estas terribles calamidades.
Satanás obra asimismo por medio de los elementos para cosechar muchedumbres de almas aún no preparadas. Tiene estudiados los secretos de los laboratorios de la naturaleza y emplea todo su poder para dirigir los elementos en cuanto Dios se lo permita. Cuando se le dejó que afligiera a Job, ¡cuán prestamente fueron destruidos rebaños, ganado, sirvientes, casas e hijos, en una serie de desgracias, obra de un momento! Es Dios quien protege a sus criaturas y las guarda del poder del destructor. Pero el mundo cristiano ha manifestado su menosprecio de la ley de Jehová, y el Señor hará exactamente lo que declaró que haría: alejará sus bendiciones de la tierra y retirará su cuidado protector de sobre los que se rebelan contra su ley y que enseñan y obligan a los demás a hacer lo mismo. Satanás ejerce dominio sobre todos aquellos a quienes Dios no guarda en forma especial. Favorecerá y hará prosperar a algunos para obtener sus fines, y atraerá desgracias sobre otros, al mismo tiempo que hará creer a los hombres que es Dios quien los aflige.
Al par que se hace pasar ante los hijos de los hombres como un gran médico que puede curar todas sus enfermedades, Satanás producirá enfermedades y desastres al punto que ciudades populosas sean reducidas a ruinas y desolación. Ahora mismo está obrando. Ejerce su poder en todos los lugares y bajo mil formas: en las desgracias y calamidades de mar y tierra, en las grandes conflagraciones, en los tremendos huracanes y en las terribles tempestades de granizo, en las inundaciones, en los ciclones, en las mareas extraordinarias y en los terremotos. Destruye las mieses casi maduras y a ello siguen la hambruna y la angustia; propaga por el aire emanaciones mefíticas y miles de seres perecen en la pestilencia. Estas plagas irán menudeando más y más y se harán más y más desastrosas. La destrucción caerá sobre hombres y animales. "La tierra se pone de luto y se marchita," "desfallece la gente encumbrada de la tierra. La tierra también es profanada bajo sus habitantes; porque traspasaron la ley, cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno." (Isaías 24: 4, 5.)
Se han sentido terremotos en varios lugares, pero estas perturbaciones han sido muy limitadas... Terribles sacudidas sobrevendrán a la tierra, y las construcciones de lujo erigidas a gran costo llegarán a ser, sin duda, montones de ruinas.
La corteza terrestre se abrirá por el estallido de los elementos ocultos en las profundidades de la tierra. Estos elementos, una vez sueltos, barrerán los tesoros de aquellos que por años han aumentado sus riquezas comprando grandes posesiones a precio de hambre de los que estaban empleados por ellos.
¿Cuál debe ser nuestra actitud ante tales acontecimientos?
Debieran realizarse grandes esfuerzos para mantener este tema ante la gente. El hecho solemne de que el día del Señor vendrá repentino, inesperadamente, debe mantenerse no sólo ante la gente del mundo sino también ante nuestras propias iglesias. La alarmante advertencia de la profecía se dirige a cada alma. Que nadie se considere libre del peligro de ser sorprendido. Que ninguna interpretación de la profecía le robe a usted la convicción del conocimiento de los acontecimientos que muestran que este gran evento está cercano.
La tempestad se avecina y debemos prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor se levantará para sacudir terriblemente la tierra. Veremos desgracias por todas partes. Miles de barcos serán arrojados a las profundidades del mar. Armadas enteras se hundirán, y las vidas humanas serán sacrificadas por millones. Estallarán incendios inesperadamente y no habrá esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la tierra serán arrasados por la furia de las llamas. Serán cada vez más frecuentes los desastres ferroviarios; en las grandes vías de tránsito habrá confusión, choques y muerte sin la advertencia de un momento. El fin está cerca, el tiempo de gracia termina. ¡Oh, busquemos a Dios mientras puede ser hallado, llamémosle en tanto que está cercano!.
Dios tiene un propósito al permitir que ocurran estas calamidades. Son uno de sus medios para llamar a los hombres y mujeres a la reflexión. Mediante fenómenos insólitos a través de la naturaleza, Dios expresará a los incrédulos agentes humanos aquello que ha revelado claramente en su Palabra.
¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.
Oís hablar de calamidades que ocurren en la tierra y en el mar, y éstas aumentan constantemente. ¿Qué ocurre? El Espíritu de Dios está siendo retirado de aquellos que tienen en sus manos las vidas humanas, y Satanás se apresura a controlarlos, porque ellos se entregan a su dominio. Los que profesan ser hijos de Dios no se colocan bajo la dirección de los ángeles celestiales, y como Satanás es un destructor, obra mediante esos hombres y ellos cometen errores; con frecuencia se embriagan y debido a la intemperancia, muchas veces traen sobre nosotros estas terribles calamidades.
Satanás obra asimismo por medio de los elementos para cosechar muchedumbres de almas aún no preparadas. Tiene estudiados los secretos de los laboratorios de la naturaleza y emplea todo su poder para dirigir los elementos en cuanto Dios se lo permita. Cuando se le dejó que afligiera a Job, ¡cuán prestamente fueron destruidos rebaños, ganado, sirvientes, casas e hijos, en una serie de desgracias, obra de un momento! Es Dios quien protege a sus criaturas y las guarda del poder del destructor. Pero el mundo cristiano ha manifestado su menosprecio de la ley de Jehová, y el Señor hará exactamente lo que declaró que haría: alejará sus bendiciones de la tierra y retirará su cuidado protector de sobre los que se rebelan contra su ley y que enseñan y obligan a los demás a hacer lo mismo. Satanás ejerce dominio sobre todos aquellos a quienes Dios no guarda en forma especial. Favorecerá y hará prosperar a algunos para obtener sus fines, y atraerá desgracias sobre otros, al mismo tiempo que hará creer a los hombres que es Dios quien los aflige.
Al par que se hace pasar ante los hijos de los hombres como un gran médico que puede curar todas sus enfermedades, Satanás producirá enfermedades y desastres al punto que ciudades populosas sean reducidas a ruinas y desolación. Ahora mismo está obrando. Ejerce su poder en todos los lugares y bajo mil formas: en las desgracias y calamidades de mar y tierra, en las grandes conflagraciones, en los tremendos huracanes y en las terribles tempestades de granizo, en las inundaciones, en los ciclones, en las mareas extraordinarias y en los terremotos. Destruye las mieses casi maduras y a ello siguen la hambruna y la angustia; propaga por el aire emanaciones mefíticas y miles de seres perecen en la pestilencia. Estas plagas irán menudeando más y más y se harán más y más desastrosas. La destrucción caerá sobre hombres y animales. "La tierra se pone de luto y se marchita," "desfallece la gente encumbrada de la tierra. La tierra también es profanada bajo sus habitantes; porque traspasaron la ley, cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno." (Isaías 24: 4, 5.)
Se han sentido terremotos en varios lugares, pero estas perturbaciones han sido muy limitadas... Terribles sacudidas sobrevendrán a la tierra, y las construcciones de lujo erigidas a gran costo llegarán a ser, sin duda, montones de ruinas.
La corteza terrestre se abrirá por el estallido de los elementos ocultos en las profundidades de la tierra. Estos elementos, una vez sueltos, barrerán los tesoros de aquellos que por años han aumentado sus riquezas comprando grandes posesiones a precio de hambre de los que estaban empleados por ellos.
¿Cuál debe ser nuestra actitud ante tales acontecimientos?
Debieran realizarse grandes esfuerzos para mantener este tema ante la gente. El hecho solemne de que el día del Señor vendrá repentino, inesperadamente, debe mantenerse no sólo ante la gente del mundo sino también ante nuestras propias iglesias. La alarmante advertencia de la profecía se dirige a cada alma. Que nadie se considere libre del peligro de ser sorprendido. Que ninguna interpretación de la profecía le robe a usted la convicción del conocimiento de los acontecimientos que muestran que este gran evento está cercano.
La tempestad se avecina y debemos prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor se levantará para sacudir terriblemente la tierra. Veremos desgracias por todas partes. Miles de barcos serán arrojados a las profundidades del mar. Armadas enteras se hundirán, y las vidas humanas serán sacrificadas por millones. Estallarán incendios inesperadamente y no habrá esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la tierra serán arrasados por la furia de las llamas. Serán cada vez más frecuentes los desastres ferroviarios; en las grandes vías de tránsito habrá confusión, choques y muerte sin la advertencia de un momento. El fin está cerca, el tiempo de gracia termina. ¡Oh, busquemos a Dios mientras puede ser hallado, llamémosle en tanto que está cercano!.
Antes del diluvio, Dios mandó a Noé que diese aviso al mundo, para que los hombres fuesen llevados al arrepentimiento, y para que así escapasen a la destrucción. A medida que se aproxima el momento de la segunda venida de Cristo, el Señor envía a sus siervos al mundo con una amonestación para que los hombres se preparen para ese gran acontecimiento. Multitudes de personas han vivido violando la ley de Dios, y ahora, con toda misericordia, las llama para que obedezcan sus sagrados preceptos. A todos los que abandonen sus pecados mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en Cristo, se les ofrece perdón.
La maldad está llegando a un grado jamás antes alcanzado; no obstante, muchos ministros del Evangelio claman: "Paz y seguridad". Pero los fieles mensajeros de Dios han de seguir rápidamente adelante con su obra. Vestidos con la armadura celestial, han de avanzar intrépida y victoriosamente, sin cejar en su lucha hasta que toda alma que se halle a su alcance haya recibido el mensaje de verdad para este tiempo.
Hay motivo para inquietarse por el estado religioso del mundo actual. Se ha jugado con la gracia de Dios. La multitud ha anulado la ley de Dios "enseñando doctrinas y mandamientos de hombres". La incredulidad prevalece en muchas iglesias de nuestra tierra; no es una incredulidad en el sentido más amplio, que niegue abiertamente la Sagrada Escritura, sino una incredulidad envuelta en la capa del cristianismo, mientras mina la fe en la Biblia como revelación de Dios. La devoción ferviente y la piedad viva han cedido el lugar a un formalismo hueco. Como resultado prevalece la apostasía y el sensualismo. Cristo declaró: "Asimismo también como fue en los días de Lot; . . . como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará". El registro diario de los acontecimientos atestigua el cumplimiento de estas palabras. El mundo está madurando rápidamente para la destrucción. Pronto se derramarán los juicios de Dios, y serán consumidos el pecado y los pecadores.
Hay un día que Dios ha designado, para la conclusión de la historia de este mundo: "Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin". La profecía se está cumpliendo rápidamente. Debiera decirse mucho, mucho más, sobre estos temas tremendamente importantes. Está cercano el día cuando el destino de las almas se decidirá para siempre...
No tenemos tiempo, para espaciarnos en asuntos que no tienen importancia. Debemos dedicar nuestro tiempo a proclamar el último mensaje de misericordia a un mundo culpable. Se necesitan hombres que obren bajo la inspiración del Espíritu de Dios. Los sermones de algunos de nuestros ministros tendrán que ser mucho más poderosos que los que predican ahora, o muchos apóstatas oirán un mensaje tibio e indirecto que arrulla la gente y la hace dormir. Todo discurso debe darse bajo el sentido de los terribles juicios que pronto han de caer sobre el mundo. El mensaje de verdad ha de ser proclamado por labios tocados por un carbón vivo del altar divino.
Mi corazón se llena de angustia cuando pienso en los mensajes tibios que dan algunos de nuestros ministros, cuando llevan un mensaje de vida o muerte. Los ministros están dormidos; los miembros laicos también; y el mundo perece en el pecado. Dios ayude a su pueblo a despertarse, a andar y obrar como hombres y mujeres que están en el umbral del mundo eterno. Pronto una terrible sorpresa sobrecogerá a los habitantes del mundo. Cristo vendrá repentinamente, con poder y grande gloria. Entonces no habrá tiempo para prepararse para recibirlo. Ahora es el tiempo en que hemos de dar el mensaje de advertencia.
Nuestra consigna debe ser: Hacia adelante, siempre hacia adelante. Los ángeles de Dios irán delante de nosotros a preparar el camino. Nuestra preocupación por las "regiones de ultramar," no podrá cesar hasta que toda la tierra haya sido iluminada por la gloria del Señor.
La maldad está llegando a un grado jamás antes alcanzado; no obstante, muchos ministros del Evangelio claman: "Paz y seguridad". Pero los fieles mensajeros de Dios han de seguir rápidamente adelante con su obra. Vestidos con la armadura celestial, han de avanzar intrépida y victoriosamente, sin cejar en su lucha hasta que toda alma que se halle a su alcance haya recibido el mensaje de verdad para este tiempo.
Hay motivo para inquietarse por el estado religioso del mundo actual. Se ha jugado con la gracia de Dios. La multitud ha anulado la ley de Dios "enseñando doctrinas y mandamientos de hombres". La incredulidad prevalece en muchas iglesias de nuestra tierra; no es una incredulidad en el sentido más amplio, que niegue abiertamente la Sagrada Escritura, sino una incredulidad envuelta en la capa del cristianismo, mientras mina la fe en la Biblia como revelación de Dios. La devoción ferviente y la piedad viva han cedido el lugar a un formalismo hueco. Como resultado prevalece la apostasía y el sensualismo. Cristo declaró: "Asimismo también como fue en los días de Lot; . . . como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará". El registro diario de los acontecimientos atestigua el cumplimiento de estas palabras. El mundo está madurando rápidamente para la destrucción. Pronto se derramarán los juicios de Dios, y serán consumidos el pecado y los pecadores.
Hay un día que Dios ha designado, para la conclusión de la historia de este mundo: "Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin". La profecía se está cumpliendo rápidamente. Debiera decirse mucho, mucho más, sobre estos temas tremendamente importantes. Está cercano el día cuando el destino de las almas se decidirá para siempre...
No tenemos tiempo, para espaciarnos en asuntos que no tienen importancia. Debemos dedicar nuestro tiempo a proclamar el último mensaje de misericordia a un mundo culpable. Se necesitan hombres que obren bajo la inspiración del Espíritu de Dios. Los sermones de algunos de nuestros ministros tendrán que ser mucho más poderosos que los que predican ahora, o muchos apóstatas oirán un mensaje tibio e indirecto que arrulla la gente y la hace dormir. Todo discurso debe darse bajo el sentido de los terribles juicios que pronto han de caer sobre el mundo. El mensaje de verdad ha de ser proclamado por labios tocados por un carbón vivo del altar divino.
Mi corazón se llena de angustia cuando pienso en los mensajes tibios que dan algunos de nuestros ministros, cuando llevan un mensaje de vida o muerte. Los ministros están dormidos; los miembros laicos también; y el mundo perece en el pecado. Dios ayude a su pueblo a despertarse, a andar y obrar como hombres y mujeres que están en el umbral del mundo eterno. Pronto una terrible sorpresa sobrecogerá a los habitantes del mundo. Cristo vendrá repentinamente, con poder y grande gloria. Entonces no habrá tiempo para prepararse para recibirlo. Ahora es el tiempo en que hemos de dar el mensaje de advertencia.
Nuestra consigna debe ser: Hacia adelante, siempre hacia adelante. Los ángeles de Dios irán delante de nosotros a preparar el camino. Nuestra preocupación por las "regiones de ultramar," no podrá cesar hasta que toda la tierra haya sido iluminada por la gloria del Señor.
Lucas 21:28: Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
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