23 de septiembre de 2013

Los Faraones Egipcios y la estirpe divina de Yahshua


Faraón era el descendiente directo de una estirpe divina procedente del Cielo. Algunos investigadores han intentado incluir a Yahshua de Nazareth en el linaje faraónico. Pero nada más lejos de la realidad, ya que el Faraón no tenía nada que ver con la línea davídica de Yahshua y por el contrario sí mucho que ver con otra línea mucho más tenebrosa.
Según la Tradición Secreta, el linaje divino arribó las costas de Francia, y sus Custodios lo han mantenido durante siglos en secreto. Es el misterio legendario del Santo Grial…
Para ver en detalle el tema de la relación de Yahshua con Egipto, consultar el artículo de AREA, titulado “Jesús y la Estirpe Divina de los Faraones Egipcios”.
Pero en esta ocasión nos vamos a fijar por ahora en el atuendo o vestimenta real del Faraón, es decir analizaremos su aspecto físico y exterior, intentado desentrañar su posible significado.
Antes de comenzar, y para situarnos adecuadamente en este tema, debemos recordar que el Antiguo Egipto es el país de donde provienen las Ciencias Ocultas, la Magia y la Sabiduría Oculta o Secreta, y al menos de Egipto ha ido llegando la tradición de conocimientos ocultos hasta Occidente, a través de Grecia y Roma.
Hubo otras fuentes de herencia cultural ocultista como la civilización mesopotámica, pero Egipto ha sido siempre considerada como la más emblemática y representativa.
Asi que, de entrada, ya estamos viendo cuál ha sido en realidad el verdadero contexto histórico de Egipto y su herencia cultural al mundo.
Uno de los significados del término de Faraón es el de Ph + Ra, es decir, el “Hijo de Ra”. Este título divino ya nos pone en la pista y nos confirma la aseveración del título de este artículo.
Ra es la gran divinidad solar. Se relaciona también con el fuego sagrado y el oro, la llamada carne de los dioses. En América Antigua también se adoraba al Sol, entre sacrificios humanos, y el culto al sol está presente en toda la antigüedad. A lo largo de la historia occidental, durante la Edad Media, Renacimiento, Ilustración, etc…el culto al Sol siguió vigente, si bien ya de manera oculta, entre sociedades secretas y grupos ocultistas, y entre constructores y maestros canteros de iglesias y catedrales, etc…
También los satanistas rinden culto, como siempre lo hicieron a lo que para ellos sigue siendo la figura sagrada del Sol, además de otras representaciones secretas.
En la antigüedad, entre los pueblos mesopotámicos, fenicios, etc.., la trinidad pagana de la adoración al Sol o Satanás la formaban los dioses: Baal, Astarté y Tamuz, los cuales exigían sacrificios humanos.
El Sol representa el Diablo. 
La serpiente uraeus y el dios Amón también apuntan a una relación con el mundo de las tinieblas.
El Faraón no sólo luce externamente en su vestido real estas referencias diabólicas, sino que además las encarna vivamente, como el legítimo y fiel heredero de una estirpe extraterrestre (que no es de este mundo) . 
Veamos cómo se refleja esta interpretación en la propia indumentaria real del “todopoderoso” Faraón: 
Para empezar, fijémonos en sus ojos. El Faraón no tiene sus ojos pintados por un motivo estético o de belleza, ni se trata de una rara costumbre de esas surgidas del azar. Nada es por casualidad, y menos en Egipto. La figura del ojo es sagrada en Egipto.
El ojo es un símbolo que se identifica también con el Sol, el Ojo que todo lo ve.  El sol con sus rayos, ilumina toda la tierra; El astro de fuego domina y controla, mediante su enfoque de luz sagrada, todo el mundo, y a todas las criaturas que en él se desenvuelven. El Sol, ojo que todo lo ve, como Ha Satán, controlan todo el mundo físico gracias a sus bajos astrales o demonios dependiendo de su jerarquía  a diferencia de Yahweh, quien además de eso puede leer dentro de las mentes de las personas y entidades espirituales.
Seguramente te estas preguntando ¿que es un bajo astral?
La negatividad mayormente se mueve en lo que se llama él “bajo astral” es la zona más densa del plano astral.
Esta banda de frecuencia, es la que tiene que ver con las emociones, los pensamientos negativos, (miedos, odios, enojos) es la zona donde mucha gente se desliza cuando sueña.
Dentro del astral hay diferentes niveles, relacionados con el inconsciente colectivo.
En las viejas enseñanzas esotéricas, se animaba a las personas a realizar “viajes astrales”. En las nuevas enseñanzas, se recomienda especialmente evitar la búsqueda en esta zona de la energía, pues resulta sumamente dañina.
Cuando la persona ha recibido un daño provocado por otro ser en forma intencional, este “magma” dirigido se mueve en este plano.
Es por eso que resulta tan peligroso acudir a pedir ayuda a las personas que trabajan en estos planos, pues la limpieza puede no quedar completa, o provocar sufrimientos mayores, ahora si deseas sabe mas sobre este tema podemos hablar por skype mi usuario es kehilahvirtual.
Por eso se resaltan los ojos del Faráon, y se pintan ritualmente.
¿Pero por qué se pintan de color azul? 
Por que el color azul que porta el Faraón revela que pertenece a la estirpe real y celestial de su ascendencia. El Faraón tiene la sangre real, transmitida desde tiempos ancestrales por los mismos “dioses”. Y la sangre real no se representa roja sino de color distinguidamente azul. El Faraón procede por línea directa de los “dioses” y por eso él también es “divino”. Su sangre tiene el color del lugar de donde procede: el Cielo Azul.
Esta sangre real, aniquilado el Imperio Egipcio, llegará más tarde a Europa para refugiarse y seguir sucediéndose. Es el Santo Grial. La copa de la que bebió Yahshua de Nazareth en la Ultima Cena, y que después recogería la sangre de Yahshua, según la leyenda. Esa sangre real custudiada por cátaros, templarios y sociedades secretas, a lo largo de la Historia, se refiere a la custodia del heredero de esa línea de descendencia sagrada.
Pero el Grial, la línea sagrada y secreta de la divinidad, no procede de Yahshua, tal como erróneamente nos habían hecho creer siempre Los Custodios del Gran Secreto, u otros grupos ocultistas. Aunque en realidad se trata probablemente más que de un error, de una desinformación o deformación interesada, adecuada para camuflar su verdadero secreto.
Si el linaje “sagrado” que desembarcó en Francia, hace unos 2 milenios, no procede de Yahshua, entonces ¿de quién procede esa estirpe protegida? He ahí la clave de todo el misterio. 
Una respuesta que nunca ha sabido nadie excepto los Guardianes del Tesoro. La explicación más probable es que esa estirpe  podría referirse justamente a la Sangre Real que llevaba en sus venas el propio Faraón de Egipto, y que después llevaría su “divina” descendencia. Una línea hereditaria cuyo secreto siempre se ha protegido por las órdenes ocultas, y que probablemente podría estar llamada a entroncar, a su debido tiempo, y en el final de los tiempos, con el último heredero real, que aún estaría por llegar: ¡El AntiMashiaj!…
Una cosa sí es segura: el linaje secreto, el tesoro oculto, conocido como el mito del Santo Grial, no procede de Yahshua. 
Los investigadores David Wood e Ian Campbell, según narran en su libro “El secreto de Poussin”, descubrieron una figura pentagonal en torno a la geografía mágica de Rennes Le Chateau, un pueblo-enclave francés en donde los Guardianes de la Tradición escondieron secretos sobre el linaje de la sangre real. Asimismo, la leyenda decía que en la misteriosa tumba del monte Cardhú, cercano a la localidad de Rennes Le Chateau, había sido enterrado Yahshua o alguien cercano a él como María Magdalena o José de Arimatea. Sin embargo, los citados autores descubrieron 56 piedras en el interior de la enigmática tumba. Dicho número corresponde al temido dios egipcio Set.
Por otra parte, recordemos que la historia del cura de Rennes Le Chateau, Francois Berenguer Sauniere, está unida no al mensaje bíblico y cristiano, sino a toda una aventura ocultista entre órdenes masónicas y rosacruces, cuyas huellas se ven claramente en la extraña iglesia del lugar, dedicada a María Magdalena, todo un templo ocultista concebido para la “adoración secreta”, con demonio asmodeo incluido,
¿Acaso tiene sentido que órdenes ocultistas como los cátaros, los templarios, y otros grupos secretos posteriores, adoradores del Diablo, custodiasen y protegiesen una supuesta línea de descendencia de Yahshua, cuando son sus mayores enemigos? La historia del hermano”gemelo”, que nunca fue recogida en la Biblia, no tiene ningún sentido. Y si hubiera existido, los Custodios del Secreto Oculto lo habrían combatido, en vez de protegerlo. Los Defensores de la Sabiduría Oculta y Secreta nunca habrían ayudado ni a Yahshua ni a un supuesto hermano gemelo suyo, ni a un discípulo suyo y ni siquiera a ningún creyente. 
La historia del hermano gemelo habría significado la derrota de Yahshua, de Yahweh, y por tanto de toda la humanidad, que permanecería entonces para siempre esclavizada bajo el yugo del Diablo.
Para aquellos que no conocen dicha leyenda, ésta se resume básicamente en que un supuesto hermano gemelo que tenía Yahshua, en un momento dado, durante la subida a rastras con la cruz por las 13 estaciones, pegó el cambiazo con su hermano, muriendo “el otro”, el gemelo, en la cruz. Más que una broma, parece un guión malo de película.
Pero ahora regresemos a Egipto, para terminar de intentar descifrar los misterios que oculta la figura del Faraón. 
Si nos fijamos en sus orejas, en proporción con su cara, son demasiado grandes. En Egipto se solían representar con bastante frecuencia unas orejas más grandes de lo normal. Sólo hay una explicación posible: un interés por imitar el aspecto de sus dioses, dotados de orejas más grandes que las humanas. Además en muchas representaciones egipcias, las orejas grandes son también a la vez unos cuernos, o hacen de cuernos.
El vistoso collar que luce el Faraón, (ver foto de Tutankhamon, más abajo) bajo su cuello, y rodeando sus hombros y pecho, simboliza unas alas. Se trata de alas divinas, como las que tenían sus dioses, entes angelicales de las Tinieblas. El collar alado revela la procedencia celestial de la estirpe divina del Faraón. Son las alas de los dioses del Cielo. Nos recuerda que el Faraón es otro dios, que pertenece al Cielo.
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¿Por qué la máscara del Faraón es de oro?
Porque el oro es el material o la carne de los dioses. El oro también representa el fuego, y es el elemento de la divinidad solar, y por lo tanto es sagrado. Lo cual nos lleva a relacionar al Faraón con el Sol, y por lo tanto con la figura del Diablo.
En la frente, a modo de tercer ojo, se alza dese el tocado una serpiente uraeus. 
En algunas épocas, la cobra “uadjet” representa a Egipto Norte, y el buitre Nekhbet representa a Egipto Sur, unidos, teniendo ambos símbolos un significado de poder geográfico en el Reino de Egipto. 
Pero la siempre presente “serpiente” del genuino Egipto, representa también la estirpe de sangre real, que procede de la serpiente del Edén, llamada Diablo.
El tocado Nemes que corona la cabeza del Faraón imita la cornamenta de la gran divinidad egipcia, junto con el símbolo del Sol: el dios chivo Amón, quien también es perfectamente identificable con la figura del Diablo. A lo largo de todo el tocado faraónico, se alternan sucesivamente rayas doradas y rayas azules. Las rayas del tocado, imitan perfectamente las rayas de los cuernos del dios carnero, como puede observarse. Las rayas doradas aluden a la condición divina y solar del Faraón. Y las rayas azules nos recuerdan su procedencia del Cielo, como descendiente y orgulloso portador de la sangre real de sus antepasados: los dioses. Estas rayas azules tienen el mismo color que los ojos del Faraón. 
La exhibición por parte del Faraón y de los egipcios, luciendo siempre sus adornos de oro, piedras preciosas, joyas, pendientes, etc.., quiere recordar y testimoniar que son los hijos de su padre divino, el dios Sol.
Al igual que de la cabeza del dios Amón descienden sus dos cuernos, sobre los hombros del Farón bajan los dos cuernos mediante las prolongaciones nada casuales sino perfectamente estudiadas de su tocado real. No hay duda, el tocado Nemes del Faraón es la cornamenta del dios chivo. 
Por supuesto, el faraón luce también una imponente perilla, bellamente creada, cuyo uso oficial la convierte ya en postiza como una pieza obligada más en la indumentaria real. Naturalmente este accesorio real imita de nuevo la perilla del dios chivo Amón.
Ya tenemos la figura del Faraón representando completamente la forma de un chivo, el dios chivo Amón, cuyo nombre significa “El Oculto”, el chivo del Diablo. 
Pero como curiosidad, si según esta interpretación, la imagen del Farón se trata de una figura demoníaca, ¿dónde está representado en el Faraón el rabo que tienen Amón y el Diablo?
Normalmente, todos hemos visto las máscaras faraónicas desde una perspectiva frontal. Veámosla por detrás y comprobaremos que no han descuidado tampoco ni el detalle de una lujosa cola..
Es evidente que siempre ha habido una relación entre el Diablo y los máximos líderes magos de las sociedades secretas y ocultistas, ataviados con toda la parafernalia faraónica de Egipto. Ellos mismos así lo demuestran fervorosamente y con todo su orgullo.
Yahshua y la estirpe divina de los Faraones EgipciosSegún una hipótesis de algunos investigadores relevantes, existe una conexión entre Belén y Gizah. La estirpe de Yahshua habría evolucionado a partir de la descendencia divina de varias dinastías de faraones egipcios, mezclada con el linaje del Rey David. Por ello, el Maestro habría heredado su sabiduría secreta y poderes ocultos.
Para empezar a desenmarañar esta endiablada madeja primero hay que partir con los datos objetivos tradicionales: Los libros de Historia y de Religión nunca han señalado ninguna relación entre Yahshua y Egipto, y por supuesto, la Biblia tampoco. En cuanto a las historias egipcias de Yahshua que cuentan los llamados “libros apócrifos”, también conocidos como los “libros falsos”, evidentemente, su credibilidad es de “cero”.
Es cierto que Yahshua fue llevado a Egipto por sus padres, cuando él era un bebé, y allí permanecieron una temporada, tan sólo el tiempo suficiente hasta que José y María vieron el camino despejado de peligros y de las amenazas que representaba Herodes, regresando de nuevo a su tierra.
También es cierto que desde que Yahshua tenía 12 años hasta que cumplió los 30, no se dice nada acerca de él, ni se conocen detalles de su vida. Pero lo último que se dice en la Biblia es que después del episodio del templo, según Lucas, cuando Yahshua contaba 12 años de edad, “descendió con su familia a Nazareth”, resaltando que el joven Yahshua “estaba sujeto a ellos”, es decir, a sus padres.
Y por otro lado, Mateo cuenta que Yahshua “vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazareth”.
Es decir, sabemos que Yahshua crecía en edad, y que vivía en Nazareth, y que tal como nos relata a continuación el texto biblico, trabajaba después allí como carpintero. No encontramos ninguna alusión, ninguna prueba, ningún indicio, ninguna pista siquiera, acerca de que Yahshua hubiera viajado ni a Egipto ni a ningún otro lugar.
Imagínese, a partir de aquí, la cantidad de imaginación que se necesita para contar todas las aventuras que vivió Yahshua en Egipto.
La verdad es que no parece que los seguidores del Mashiaj Yahshua hayamos heredado el gusto por construir pirámides. Y es que mucho tiempo antes que Yahshua, Moisés ya había dejado bien claro la afinidad que tenían los judíos con los egipcios: ninguna. La conclusión es así de rotunda. No hay lugar para las dudas.
Si bien hay que reconocer que son encomiables y dignos de admiración todos los esfuerzos que hacen muchos investigadores intentado profundizar en todo este asunto e intentando recopilar los posibles indicios probatorios para demostrar esa relación, esta hipótesis, porque al final eso es lo que es, de intentar relacionar a Egipto con Yahshua y con el creyente  es un callejón sin salida que no conduce a ningún sitio, excepto a la ceremonia de la confusión.
La teoría del Faraón Yahshua traza la línea de descendencia davídica (descendientes del Rey David), como eje fundamental del argumento, a la que pertenece Yahshua, y directamente la entronca y queda relacionada con Egipto, puesto que según los datos recabados por esta hipótesis, en varios momentos de la Historia, algunos antepasados de Yahshua y miembros al mismo tiempo de esa línea davídica, se vieron mezclados con las casas reales de algunas dinastías de Egipto.Veámoslo en detalle:
ABRAHAMEn tiempos de Abraham, hubo una gran hambre en la tierra de Canaán. Y Abraham descendió a Egipto, para morar allí. Pero el Faraón tomó para sí a Sarai, la mujer de Abraham. Abraham se había presentado como el hermano de Sarai para que no lo mataran. Después de un tiempo, al descubrirlo más tarde el Faraón, envió a Sarai a que se reuniera de nuevo con Abraham, ordenándoles que se fueran. 
Más adelante, como Sarai era estéril, ésta entregó a Abraham su sierva egipcia, Agar, para que tuviera algún hijo. El hijo fué Ismael.
Pero tiempo después, Yahweh quitó la esterilidad a Sara, y Abraham y Sara tuvieron un hijo, Isaac, de quien viene el linaje de Yahshua.
Es decir, vemos cómo en este caso de Abraham y Sara, aparecen dos personas egipcias, uno el Faraón, y la otra persona la sierva egipcia, Agar. Pero finalmente, no intervienen en la descendencia del linaje hacia Yahshua.
MOISÉSSe dice que en la genealogía davídica de Yahshua, también hay sangre real egipcia a través de la familia de Moisés. Todos recordamos la historia bíblica de aquél matrimonio hebreo que tuvieron un niño. La madre introdujo al niño en un cesto de juncos y lo soltó por el río. La hija del Faraón recogió al niño, lo prohijó y lo llamó Moisés. Como vemos, pues, los padres auténticos de Moisés eran hebreos.
Es cierto que Moisés se educó como un príncipe egipcio pero Moisés era de ascendencia hebrea pura.
Después de que Moisés fué expulsado de Egipto, vagó por el desierto, hasta llegar a lejanas tierras. Allí, en las extranjeras tierras de Madián, desorientado y exhausto, fué recogido por una familia de pastores, liderada por Jetro. Moisés se casó con Séfora, una de las 7 hijas de Jetro. Moisés se unió así a una mujer sencilla y humilde que nada tenía que ver con ninguna princesa real del país del Nilo.
Pero es que todavía hay más: la línea davídica no une a Moisés con Yahshua, ya que Moisés y sus padres pertenecían a la tribu de Leví, una de las 12 tribus o familias de Israel. Mientras que David y Yahshua pertenecían a la familia de Judá, es decir, pertenecían a otra tribu diferente que nada tenía que ver con la familia de Moisés.
Se ha intentado relacionar el nuevo culto a Atón, que se estableció en Egipto, con los orígenes de la religión.
En cuanto a Moisés, hay que aclarar, que nunca pudo llevar a Israel la nueva religión de Akhenatón, ya que si Moisés vivió aproximadamente sobre el 1500 a.Mashiaj. y Akhenatón vivió sobre el 1.300 a.Mashiaj, díficilmente el dirigente hebreo pudo transmitir ningún mensaje a Israel de alguien que todavía no había nacido.
SALOMÓNEl otro gran momento histórico en el que se defiende que la sangre real egipcia se mezcla con la línea de descendencia de Yahshua, es cuando el Rey Salomón, hijo del Rey David, se une con una princesa egipcia. Investiguemos de nuevo ahora este otro punto de apoyo en la teoría de las raíces egipcias de Yahshua:
Salomón, efectivamente, hizo parentesco con el Faraón de Egipto, ya que tomó a la hija del Faraón.
Pero para valorar este hecho, más de significado político que sentimental, hay que tener en cuenta el contexto histórico en esa época. El padre de Salomón, el guerrero Rey David, había situado a Israel como el país más poderoso del mundo conocido, protegido con ejércitos formidables, de manera que ante semejante fortaleza de poder, ningún otro país de los que antiguamente guerreaban con Israel, se atrevían ya a declarar la guerra a los hebreos, a no ser que asumieran las catastróficas consecuencias de tal decisión.
Esa situación de supremacía militar fue la herencia que Salomón recibió en el reino de Israel de manos de su padre David, el cual había despejado todos los peligros. Por esta razón, alcanzada la situación de paz estable, Salomón ejerció como Rey gobernante, a diferencia de David, el Rey guerrero.
Egipto. La tierra de OroEn este contexto, el grandioso Egipto, al igual que los demás pueblos, desiste de mantener más guerras con Israel, y ambos reyes acuerdan un tratado de paz materializado en un matrimonio entre el rey hebreo Salomón y la hija del Faraón de Egipto, que en realidad se trataba más bien de un mero protocolo de no agresión bélica entre los dos estados. La unión matrimonial quedó en trámite político, y no tuvo mayor importancia. De hecho, ni siquiera aparece el nombre de la princesa egipcia en el texto bíblico.
Pero es que además hay que tener presente que Salomón tuvo en total 700 mujeres reinas más 300 concubinas, de entre las que la princesa egipcia sólo fué una más entre cientos de sus mujeres reinas.
Por si esto fuera poco, el hijo que continuó la llamada línea davídica hacia Yahshua, fué Roboam, fruto de la relación entre el Rey Salomón y la amonita Naama. De modo que el siguiente Rey de Israel, que sucedió a Salomón en el trono, Roboam, nada tuvo que ver nunca con aquella princesa egipcia, la hija del Faraón.
En resumen, por más que buscamos, por más que escudriñamos, no vemos ni rastro de sangre real egipcia a lo largo de toda la genealogía de Yahshua. Los hechos se obstinan en demostrarnos que Yahshua siempre fue un hebreo, y que jamás contó con ninguna herencia ni de riquezas ni de conocimientos de parte de ningún Faraón egipcio.
LA DIOSA ISIS Y LA VIRGEN.A los defensores de la teoría del linaje faraónico de Yahshua no les falta razón al afirmar que determinadas representaciones “cristianas” ya estaban en Egipto.
Claro, efectivamente, “Isis y el niño” evoluciona hasta convertirse en “la Virgen y el niño, pero nada tienen que ver estas herméticas representaciones con la Biblia, ni con Yahshua, ni con María, ni con nadie, excepto con el relevo de los iconos y mitos que se van traspasando de Egipto a los imperios paganos de Grecia y Roma.
La imperial y pagana Roma, que masacraba cruelmente a los cristianos en los circos, bajo las garras de los leones, de repente adoptó oficialmente la religión, pero no por convicción ni fe  sino porque el Imperio se vio superado por la nueva creencia, que se había extendido como la pólvora, y se vio obligado a oficializarla.
Así la nueva religión oficial romana que es una mezcla de paganismo, jerarquizada e institucionalizada, despojó de su pureza inicial la fe en El Mashiaj Yahshua, y en el fondo siguió camuflando y vistiendo los mismos mitos paganos tradicionales de siempre, ahora bajo apariencias cristianas.
En los libros de Exodo, Levítico, y en muchos otros pasajes y libros de la Biblia se menciona expresamente la prohibición de profesar culto hacia cualquiera de las representaciones, imágenes, figuras o ídolos que puedan fabricar los seres humanos y que se refieran a cualquier entidad. 
Dicho todo ello de otra forma, un icono que represente a una supuesta virgen y a un supuesto niño, no es del Mashiaj, ni tiene nada que ver con la Biblia ni con las enseñanzas de Yahshua. Sólo es una figura pagana más de todas las que fueron acogidas por el catolicismo oficial que se instaló en la pagana Roma.
SIRIODentro de esa teoría que intenta relacionar a Yahshua con el linaje egipcio de los faraones, se ha intentado hasta identificar a la estrella de Sirio con la estrella de Belén, para así intentar relacionarla a su vez con Egipto. Pero esta peregrina idea, naturalmente que no es más que una mera y gratuita especulación. Es absurdo considerar que un diminuto punto del firmamento, apenas visible, de entre los miles y millones de puntos luminosos del cielo, pudiera guiar a aquellos sabios de Oriente, a través de caminos, campos y valles, hasta un determinado sitio geográfico. La estrella de Belén, como así se le ha llamado siempre, debía tratarse necesariamente de otra cosa diferente, mucho más especial todavía.
Ya hemos avanzado suficientes renglones como para poder llegar a una conclusión. Reconozcámoslo: Nunca podrían haberse llevado bien todas las toneladas de oro que enriquecían iniciática y religiosamente a los faraones egipcios y a sus dioses, con un humilde carpintero de Nazareth, quien había nacido en un modesto establo de animales, y que no llevó nunca ni una sola moneda bajo su túnica.
Y Nunca podrían congeniar las sabidurías secretas y ocultistas de las élites de poder de Egipto con el mensaje transparente y universal de Amor de Yahshua.

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